El Levante almeriense continúa registrando los mayores niveles de contaminación por ozono de España
El 21 de marzo pasado se inició el desmantelamiento de la planta. |
ALMERÍA HOY / 19·11·2024
Desmontar la Central Térmica de Endesa en Carboneras no ha servido para mejorar la calidad del aire en su entorno, que continúa siendo el más contaminado por ozono en toda España, junto al del municipio gaditano de Prado del Rey.
Desmantelar las plantas productoras de electricidad -a partir del carbón- era una de las acciones contempladas en la Agenda 2030 de la Comisión Europea para luchar contra la polución ambiental, pero no ha ofrecido resultados positivos. Es la conclusión del informe elaborado por Ecologistas en Acción con los datos registrados en las estaciones de la red de vigilancia atmosférica de España, entre las que se cuentan las 58 dependientes de la Junta de Andalucía.
Estas mediciones han revelado que los niveles de ozono en la zona industrial de Carboneras, que incluye el Levante almeriense y el Parque Natural Cabo de Gata-Níjar, han aumentado en los primeros nueve meses de 2024 con respecto a la media del periodo 2012-2019. De hecho, los medidores están ubicados en Bédar y Níjar, y ambos han superado, durante más de la mitad de los días -el equivalente a siete meses en un año- los niveles considerados de riesgo por la Organización Mundial de la Salud.
Pero ¿cómo es posible que haya aumentado el contenido de ozono en esa zona tres años después del cierre de la Térmica? Miguel Ángel Ceballos, geógrafo y redactor del ‘Informe de Ecologistas en Acción sobre la Calidad del Aire’, responde que, por un lado, se han mantenido otras variables que emponzoñan la atmósfera en el Levante almeriense, como “la fábrica de cemento de Carboneras y el intenso tráfico de buques por el Mediterráneo hacia el Estrecho”. Pero, por encima de todo, el ecologista destaca que “no sirve de nada cerrar la planta de Carboneras” cuando la propia Endesa, y su matriz Enel, “han llenado la costa de Marruecos y Argelia de centrales de carbón con menos exigencias ambientales que las europeas”. De que aquí llegue el CO2 para transformarse en ozono por efecto de la radiación solar, se ocupa “el mismo viento que trae la arena del desierto del Sáhara”. Precisamente, el viento empuja esa contaminación hacia áreas del interior de la provincia que, “paradójicamente, presentan peor calidad en la atmósfera que otras zonas en teoría más contaminantes, como la propia capital de Almería”.
De todos modos, las consecuencias sobre la salud no son especialmente graves: pueden provocar picores en ojos, nariz y garganta y episodios de asma en las personas más sensibles. Más preocupantes son los riesgos de sufrir cuadros por insuficiencia respiratoria en afectados por dolencias crónicas respiratorias o cardiovasculares, aunque su número sería reducido.
“ACCIONES GLOBALES”
Ceballos subraya que la solución al problema de la calidad del aire no se resuelve con acciones locales, como desmontar la térmica de Carboneras, “sino globales”, porque el viento mueve constantemente los gases y partículas de todo el mundo, perjudicando especialmente a comarcas como la nuestra “por el alto número de días de sol y las elevadas temperaturas registradas durante casi todo el año”. Por eso la contaminación por ozono “es mayor desde abril a octubre y, sobre todo, en verano”.
El técnico propone la necesidad de impedir a los barcos el uso de carburantes de mala calidad, “que están prohibidos en tierra”, y que empresas como Endesa, que ha llegado a publicitarse como ‘la compañía que lleva la energía de la naturaleza a diez millones de hogares’, deje de construir en otros países lo que no queremos en el nuestro porque, al final, “acabamos respirando aquí los gases que producen allí”.
800 EMPLEOS Y TRES MILLONES MENOS AL AÑO/b>
Es el balance que el cierre de la Central Térmica de Endesa ha dejado en Carboneras. Cuando el 16 de diciembre de 2021 se desconectó la mesa de control de la planta, trabajaban en ella 269 personas, a las que había que añadir más de 500 en empresas auxiliares.
Además, la Central contribuía anualmente al Ayuntamiento por diferentes tasas e impuestos con 2,9 millones de euros, casi la tercera parte del presupuesto de entonces.
Para mitigar el daño, el Gobierno prometió una lluvia de millones para Carboneras al amparo del Plan para la Transición Justa. De momento, han llegado 359.975, invertidos en la ampliación de la Plaza del Llano de Don Antonio; 141.303 para mejorar una fábrica de anchoas en conserva en el pueblo; 182.091 para abrir una clínica fisiológica; 1,5 millones para reforestar y regenerar zonas verdes y 1,89 millones para construir el primer hotel cinco estrellas de la localidad. El conjunto de estas iniciativas prevé crear 40 empleos.
Desmantelar las plantas productoras de electricidad -a partir del carbón- era una de las acciones contempladas en la Agenda 2030 de la Comisión Europea para luchar contra la polución ambiental, pero no ha ofrecido resultados positivos. Es la conclusión del informe elaborado por Ecologistas en Acción con los datos registrados en las estaciones de la red de vigilancia atmosférica de España, entre las que se cuentan las 58 dependientes de la Junta de Andalucía.
Estas mediciones han revelado que los niveles de ozono en la zona industrial de Carboneras, que incluye el Levante almeriense y el Parque Natural Cabo de Gata-Níjar, han aumentado en los primeros nueve meses de 2024 con respecto a la media del periodo 2012-2019. De hecho, los medidores están ubicados en Bédar y Níjar, y ambos han superado, durante más de la mitad de los días -el equivalente a siete meses en un año- los niveles considerados de riesgo por la Organización Mundial de la Salud.
Pero ¿cómo es posible que haya aumentado el contenido de ozono en esa zona tres años después del cierre de la Térmica? Miguel Ángel Ceballos, geógrafo y redactor del ‘Informe de Ecologistas en Acción sobre la Calidad del Aire’, responde que, por un lado, se han mantenido otras variables que emponzoñan la atmósfera en el Levante almeriense, como “la fábrica de cemento de Carboneras y el intenso tráfico de buques por el Mediterráneo hacia el Estrecho”. Pero, por encima de todo, el ecologista destaca que “no sirve de nada cerrar la planta de Carboneras” cuando la propia Endesa, y su matriz Enel, “han llenado la costa de Marruecos y Argelia de centrales de carbón con menos exigencias ambientales que las europeas”. De que aquí llegue el CO2 para transformarse en ozono por efecto de la radiación solar, se ocupa “el mismo viento que trae la arena del desierto del Sáhara”. Precisamente, el viento empuja esa contaminación hacia áreas del interior de la provincia que, “paradójicamente, presentan peor calidad en la atmósfera que otras zonas en teoría más contaminantes, como la propia capital de Almería”.
De todos modos, las consecuencias sobre la salud no son especialmente graves: pueden provocar picores en ojos, nariz y garganta y episodios de asma en las personas más sensibles. Más preocupantes son los riesgos de sufrir cuadros por insuficiencia respiratoria en afectados por dolencias crónicas respiratorias o cardiovasculares, aunque su número sería reducido.
“ACCIONES GLOBALES”
Ceballos subraya que la solución al problema de la calidad del aire no se resuelve con acciones locales, como desmontar la térmica de Carboneras, “sino globales”, porque el viento mueve constantemente los gases y partículas de todo el mundo, perjudicando especialmente a comarcas como la nuestra “por el alto número de días de sol y las elevadas temperaturas registradas durante casi todo el año”. Por eso la contaminación por ozono “es mayor desde abril a octubre y, sobre todo, en verano”.
El técnico propone la necesidad de impedir a los barcos el uso de carburantes de mala calidad, “que están prohibidos en tierra”, y que empresas como Endesa, que ha llegado a publicitarse como ‘la compañía que lleva la energía de la naturaleza a diez millones de hogares’, deje de construir en otros países lo que no queremos en el nuestro porque, al final, “acabamos respirando aquí los gases que producen allí”.
800 EMPLEOS Y TRES MILLONES MENOS AL AÑO/b>
Es el balance que el cierre de la Central Térmica de Endesa ha dejado en Carboneras. Cuando el 16 de diciembre de 2021 se desconectó la mesa de control de la planta, trabajaban en ella 269 personas, a las que había que añadir más de 500 en empresas auxiliares.
Además, la Central contribuía anualmente al Ayuntamiento por diferentes tasas e impuestos con 2,9 millones de euros, casi la tercera parte del presupuesto de entonces.
Para mitigar el daño, el Gobierno prometió una lluvia de millones para Carboneras al amparo del Plan para la Transición Justa. De momento, han llegado 359.975, invertidos en la ampliación de la Plaza del Llano de Don Antonio; 141.303 para mejorar una fábrica de anchoas en conserva en el pueblo; 182.091 para abrir una clínica fisiológica; 1,5 millones para reforestar y regenerar zonas verdes y 1,89 millones para construir el primer hotel cinco estrellas de la localidad. El conjunto de estas iniciativas prevé crear 40 empleos.