“Conseguimos agua del Tajo para Almería sin apoyo de ningún político”

Se cumplen 45 años del trasvase Tajo-Segura. Lorenzo Belmonte, que fue clave para que parte de esa agua llegara a la provincia, desliza algunos detalles de aquellos días


Principios de este siglo. Belmonte preside una reunión de regantes. Algunos ya no están.

ALMERÍA HOY / 17·05·2024

- Ahora que el trasvase del Tajo cumple 45 años, ¿recuerda esa parte de nuestra historia?
- Y la historia de la escasez de agua en la zona antes de los trasvases. A veces pienso que hemos olvidado los tiempos en que andábamos siete kilómetros ajorrando un cántaro para beber. Los jóvenes no han conocido eso. Recuerdo el aforo de un pozo en Pulpí en 1945. Una hora, que equivale a 120 m3, valía 1.000 pesetas, una fortuna cuando el salario medio diario estaba en 25.
- ¿Cuándo pensó en participar en la llegada de aguas del trasvase?
- En cuanto empezó a funcionar. Tuvimos que organizarnos para conseguir los derechos. Fundamos la Comunidad de Regantes de Pulpí. Fue una odisea, hasta el punto de que somos la única de toda España autorizada por el Consejo de Ministros.
- ¿Y eso?
- Porque la ley impedía constituir una comunidad de regantes sin agua para repartir, ya que ésa es la finalidad de este tipo de asociaciones. Pero nosotros la creamos para tener acceso al trasvase. Queríamos estar preparados, no como los que planearon la desaladora del Bajo Almanzora hace 15 años sin ponerla en marcha por no tener electricidad tras gastarse 100 millones de euros. Y, por si fuera poco, sin arreglarla después de quedar inservible durante la riada de 2012. Ningún particular tendría una desaladora muerta. Nadie deja un coche parado por pinchar una rueda.
- La inversión pública ineficiente no suele ser una gran preocupación social.
- Y es un gran problema. Los regantes de Almería generamos un jornal por cada metro cúbico de agua. Un Hm3 supone un millón de horas de trabajo directas, a las que hay que sumar las indirectas. El agua es el remedio más eficaz contra el desempleo y la mejor manera de combatir la España vaciada. No es un invento mío. Desde la más remota antigüedad, las aldeas y ciudades se fundaban junto a cauces de agua. Y si no la había, la llevaban, como hicieron romanos y árabes. El agua es imprescindible.
- ¿Cómo llegó aquí la del Tajo?
- Cuando se puso en marcha el trasvase, nos afiliamos al Sindicato creado para repartirla. Construimos una tubería hasta el canal, pero no nos permitieron conectarla. Nos dijeron que el agua llegaría a Almería sin dejar ni una gota en Pulpí. El gobernador civil me confirmó la decisión y le respondí que, de ser cierto, el agua no pasaría sin dejar algo a los pulpileños. Me amenazó con detenerme. Al final, las obras del canal Tajo-Segura terminaron en Lorca. Un acuerdo con los regantes lorquinos nos permitió acceder primero al agua de sus pozos y, después, a la del trasvase. Poco más tarde, Felipe González promulgó una ley que nos facilitó convertir en derechos los convenios que habíamos firmado con Lorca.
- ¿Qué cantidad de agua aportaba el canal que ustedes construyeron?
- 500 litros por segundo que tardaban 29 horas en llegar.
- Y del Tajo, ¿cuánta les correspondió?
- 15 Hm3 para Pulpí y otros pueblos del Levante almeriense, pero nunca llegaron más de 7,5. A Almería no la defendió nadie. Los políticos tendrían que haber luchado por una participación mayor de la provincia en el Tajo. Nos dejaron para una segunda fase que nunca existió. El trasvase ha generado riqueza en Murcia, que no tiene un palmo de tierra sin regadío, pero nosotros dependemos siempre de un hilo mientras otras zonas de Españ sufren daños por riadas. Todas las cuencas deberían estar conectadas para evitar perjuicios por exceso o escasez.
- Hablemos de otro trasvase, ¿cómo valora que el Gobierno frustrara los 50 Hm3 que podrían haber llegado desde el Júcar?
- Muy mal. Es lamentable que intereses políticos rompan un convenio entre regantes que estábamos de acuerdo. Como también lo estaban los del Ebro cuando Zapatero derogó aquel trasvase. Los agricultores de allí recibían beneficios y ahora están tirando mucha más agua al mar de la que tendrían que enviarnos. Aquí, o viene agua de algún sitio o se desala o mandamos a la gente al paro. Un pueblo sin agua es un pueblo muerto. Lo peor de todo es que a la gente tampoco parece interesarle la situación que atraviesa el campo. Nadie quiere trabajar la tierra. Los jóvenes estudian carreras, pero deberían aprender que la leche y los tomates no se producen en el supermercado. Por su parte, los gobernantes tendrían que asegurar agua para producir. Si no ofrecemos estabilidad en el abastecimiento, perdemos clientes, que no nos compran porque tienen otras opciones.
- Ustedes pagaron una conexión al Negratín que lleva tres años sin transferir una gota, ¿una inversión perdida?
- En absoluto, y no me quejo. Cuando no hay agua, no se puede repartir. Fue una obra que estamos pagando los regantes de la que no sólo se beneficia el campo. El agua de la desaladora llega hasta Cosentino gracias a nuestra tubería. Por eso insisto en que las conexiones son necesarias. Nosotros pusimos en marcha el trasvase del Negratín pensando en el futuro del Levante almeriense y el Valle del almanzora. Es preciso adelantarse a los tiempos. Fijémonos en la desaladora del Bajo Almanzora. Fue proyectada hace 15 años y todavía no funciona. La administración no pensó en dotarla de electricidad. La red la vamos a pagar los regantes porque los gobiernos no actúan con rapidez. No son conscientes de que, ante una urgencia, hay que trabajar 24 horas al día. Y estamos perdiendo la batalla de la exportación.
- ¿Es coherente ampliar regadíos en una comarca sin agua como la nuestra?
- Hace muchos años que no se autorizan nuevos regadíos. Pedimos que no nos recorten derechos de hace décadas para mantener los cultivos que hay. La falta de seguridad nos obliga a vivir en la incertidumbre. Pero los que mandan no han visto la tierra nunca. Deberían pisarla y ver a miles de personas que la trabajan y pagan los impuestos que sostienen al Estado, como las 2.500 personas empleadas por mi empresa, algo de lo que me siento muy orgulloso. Pero, ojo, sin agua tendrán que emigrar, como nuestros padres y abuelos. Yo ya estoy jubilado, pero tengo nietos y biznietos. No me gustaría que tuvieran que irse a trabajar a Marruecos, porque los clientes ya se han ido allí.