Las reverencias de Ohanes


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PASEO ABAJO/Juan Torrijos

En estos días vuelven a la actualidad las reverencias de los toros a San Marcos en ese paraje de ensueño que es el pueblo de Ohanes. A lo largo de más de una década he participado, vivido y disfrutado de la hospitalidad, el cariño y de una fiesta que se ha vuelto entrañable para mí en esas calles colgadas en nuestra sierra a casi un kilómetro de altitud. Junto a unos amigos, a destacar Juan Pallarés, no era todavía jefazo en Ccoo, y Jesús Carretero, mantuvimos la puerta abierta durante esas fiestas de lo que se conocía como la primera. Los bajos de la casa de la familia de Jesús se convertían durante horas en lugar de encuentro, de copas, de sangría y de bocadillos donde los más jóvenes pasaban la noche de vela ante la llegada de la fiesta.

Los coches abarrotaban los arcenes de las dos entradas al pueblo, que se aprestaba a vivir con expectación sus toros y sus reverencias. Y allí estábamos unos amigos, que poníamos nuestro granito de arena a la fiesta. Los años no pasan en balde, las amistades se van enfriando, dicen que es cosa de los años, es posible, pero he seguido con interés el día de la gran fiesta de los toros de Ohanes a través de mi amigo Paco Ortega, el litri, como cariñosamente lo llamamos los amigos, por aquello de que lo suyo han sido los vatios y los voltios. Y lo siguen siendo, con sus altos y sus bajos de salud, pero ahí sigue como el primer día, dispuesto a seguir luchando por su pueblo y su fiestas.

Paco está en un grupo que cada año compran un novillo, disfruta de estos días, se ha negado a que se maltrate a los animales, y ha buscado, como otros muchos jóvenes y no tan jóvenes como él, reivindicar esta fiesta como una tradición de su pueblo y de su gente. Y a mantener una tradición de sus mayores es a lo que se han dedicado en estos últimos años.

Los animalistas, a través del Pacma, han pedido que los vecinos de este pueblo busquen otra forma de celebrar una fiesta, y se posiciona en contra de las reverencias de los toros. No quieren que se celebren, no desean que los toros ensogaos salgan a las calles. La petición de los animalistas no creo que caiga muy bien entre la gente serrana de Ohanes que viene defendiendo sus fiestas y su historia. Pongamos todo lo que haga falta para que no se produzca el maltrato del animal, y en eso estoy convencido que van a encontrar a todos los vecinos del pueblo, pero dejen que celebren sus reverencias como lo han venido haciendo sus padres y sus abuelos a lo largo de las pasadas décadas.

No sé lo que va a decidir el ayuntamiento ante la semana que se abre y los próximos años por venir ante la presión de los animalistas, la pelota está en su tejado, pero que se piense la decisión a tomar. El pueblo está con su fiesta, con su reverencia, con ese novillo que durante unas horas se hace dueño de las calles de ese hermoso pueblo colgado en la Sierra, a más de ochocientos metros de altitud y a los pies de su ermita de Tices, y que se llama Ohanes.