El elitista banquete que inauguró el puente de hierro de Cuevas en 1912

El Ayuntamiento de Cuevas tiró la casa por la ventana para festejar la construcción de uno de los viaductos españoles más grandes de la época



ENRIQUE FERNÁNDEZ BOLEA* / ALMERÍA HOY / 27·04·2024

Faltaban escasamente dos meses para que se cumpliesen treinta años desde la colocación de la primera piedra aquel 25 de junio de 1882. Tres décadas, nada más y nada menos, se habían empleado en la construcción de esta precisa infraestructura que finiquitaba una época, demasiado dilatada, en la que las avenidas del Almanzora, tan descomunales y destructivas a veces, habían aislado la localidad, la habían incomunicado del resto de su término municipal con indeseable frecuencia y, cuando la riada se prolongaba, cernía sobre sus habitantes la inquietante amenaza del desabastecimiento.

Sería preciso aclarar que, durante tan largo intervalo, los trabajos de construcción no se efectuaron de manera ininterrumpida, ni mucho menos. Entre la conclusión de los pilares y estribos en la primavera de 1884 y la colocación de la estructura de hierro a partir de 1908 había pasado un cuarto de siglo de inactividad, un tiempo en el que aquellas sólidas pilas recortaron el perfil urbano de Cuevas del Almanzora como explícito monumento a la desidia, a ese bostezo administrativo interminable que prolongaba sine die cualquier obra pública por necesaria que fuese. Luego vinieron cuatro años más, salpicados de impedimentos técnicos y eventuales paralizaciones, que culminaron el 21 de abril de 1912 con la inauguración de este flamante puente, que desde entonces retó al impetuoso Almanzora redimiendo del aislamiento a los cuevanos hasta que el río lo devoró con la fuerza de las aguas el 8 de octubre de 1973.

Pero al fin destacó el flamante puente como un magnífico ejemplo de los logros de la ingeniería española de la época, puesto que en el momento de su conclusión era uno de los mayores del país. Aquella mañana de primavera, una multitud ansiosa se dirigió por el Camino Nuevo hasta concentrarse sobre las arenas del río, con la vista apuntada hacia ese entramado de vigas metálicas que lo atravesaba de margen a margen, y aunque ya les era familiar de tanto como lo habían visitado mientras duró el montaje, en esta jornada despedía el brillo especial de los acontecimientos que cambian épocas y destinos.

BANQUETE DE 274 PESETAS

Para estos actos de inauguración el Ayuntamiento había liberado nada menos que 274 pesetas de su famélico presupuesto. Con tal suma quería demostrar su implicación en un contento del que participaba todo el pueblo. Junto al alcalde, Juan Antonio Flores Flores, y sus concejales, asistieron el ingeniero jefe de la provincia de Almería, Ignacio Toll, y el ingeniero autor del proyecto final, Antonio Gómez de Peñar, así como Pedro Romero Pérez, representante de la empresa constructora, y otros técnicos involucrados en tan magna obra. Bendecida e inaugurada la infraestructura, lo más selecto de la sociedad –un total de cincuenta comensales– se entregó a un refinado banquete hasta avanzadas horas de aquella memorable tarde, para lo que se dispuso una mesa corrida en el interior del sobresaliente arco.

Sin duda, uno de los invitados a aquel ágape de postín fue el lorquino Juan Foulquié Mazón, afincado en Cuevas tras su matrimonio con Dolores Soler, miembro de una de las familias más ricas de la burguesía minera e industrial de la localidad. Gran aficionado a la fotografía, inmortalizó a través de un amplio y excepcional reportaje distintos momentos de aquella jornada histórica, en el que traslada ese ambiente, a un tiempo jovial y expectante, que se palpaba entre la muchedumbre allí concentrada, sin excepción de edades y clases sociales. Precisamente la fotografía seleccionada, que procede del mencionado reportaje, capta la abigarrada multitud que se congregó esa mañana sobre el álveo del Almanzora y, culminando el plano, el arco metálico donde se ubicó la larga mesa, preparada para ese escogido medio centenar de invitados que a punto están de celebrarlo dando cuenta de un opíparo banquete.

*Cronista Oficial de Cuevas del Almanzora.