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JOSÉ Mª MARTÍNEZ DE HARO
TODO LO OCURRIDO desde el 23 de julio, cuando Sánchez conoció que había perdido las elecciones y que Feijoo no obtuvo una mayoría suficiente para gobernar, se escenifica como una ópera bufa para escarnio de los que aún mantienen esperanza en las Instituciones democráticas, el respeto a las normas de buen gobierno y acatamiento de los poderes públicos a la Constitución de 1978, aún vigente. Lamentablemente todo conduce a este esperpento final de entrega absoluta a los sediciosos golpistas de Cataluña a cambio del apoyo a la investidura de Sánchez como presidente del Gobierno. El delincuente cobijado en Waterloo administra los tiempos y se crece ante la felonía de Sánchez incapaz de respetarse a sí mismo, ni a su partido, ni a la ciudadanía. Las partes negociadoras han escenificado un teatrillo con la finalidad de mostrar complejidades y exigencias que Sánchez va acatando una tras otra sin rubor alguno. Pedro sonríe, ahora con la sonrisa torcida de la derrota y el deshonor. Las cuestiones medulares del acuerdo con Junts y ERC partían de la concesión de una amplia amnistía a todos los golpistas, políticos y activistas violentos condenados por actividades terroristas, CDR y participantes en el Tsunami democrático, calificados como delitos de terrorismo por la Audiencia Nacional. Un juez riguroso con el cumplimiento de la Ley ha decidido continuar el procedimiento instructor a todos los autores sin amilanarse ante la avalancha gubernamental. Como consecuencia de este mercadeo sin límites, Puigdemont será “perdonado” y su historial delictivo borrado sin llegar a ser juzgado, por lo que podrá volver a España limpio de toda culpa, porque sencillamente estas culpas jamás existieron. Ensoñaciones del Tribunal Supremo y del magistrado Instructor, Pablo Llarena. Pedro sonríe cínicamente.
No satisfechos con estos objetivos, los sediciosos/golpistas y sus abogados vieron la oportunidad de chantajear a Pedro Sánchez, cuya ambición no ofrecía barreras de contención ante las exigencias y la chulería de Oriol Junqueras, Rufián, Puigdemont y otros delincuentes ensoberbecidos. Pere Aragonés declaraba que, “una vez alcanzada la amnistía, es hora de avanzar hacia el referéndum”, porque sabe que Pedro Sánchez no se opondrá a la declaración de independencia de Cataluña si con ello le apoyan como presidente del Gobierno. Desde esta plataforma de poder y con los votos de todos los partidos independentistas, más los de todos los partidos comunistas y anti sistema integrados en Sumar, podrían conformar una materia parlamentaria que capaz de envenenar la estabilidad política y social y cambiar la realidad nacional de siglos en un estado plurinacional y republicano. Ese es el objetivo que ya han emprendido todos y cada uno de los partícipes en esta maniobra claramente desestabilizadora del orden político vigente, de la Constitución y del Estado de Derecho. Y asi fueron añadiendo otras cuestiones de gran calado económico y político como parte inseparable e irrenunciable. Reconocimiento de la Nación Catalana en un documento paralelo a la amnistía. Pedro acepta y sonríe. Incorporar la figura de un relator que dé fe de los acuerdos y certifique su cumplimiento. Pedro acepta y sonríe. Borrar todos los delitos cometidos el 1 octubre de 2017 que fueron juzgados y condenados por el Tribunal Supremo, incluida aquella malversadora y prevaricadora Laura Borrás, condenada por delitos comunes contra la Hacienda Pública. En el preámbulo de la ley que se presente al Congreso se reconozca explícitamente que no fueron delitos los actos cometidos, sino un exceso de la tribunales de Justicia propios de un estado no democrático. Pedro acepta y sonríe. Forzar al PSOE a ceder dos años la Alcaldía de Barcelona al candidato de Junts, Xavier Trías. Pedro acepta y sonríe. Negociar en Bruselas que el catalán se declarare y permita su uso como lengua oficial de la Unión Europea. Pedro acepta y sonríe. Traspaso de la red ferroviaria de cercanía a la Generalitat y la aportación de dotación presupuestaria para su mantenimiento. Pedro acepta y sonríe. Exigencia que en la futura Ley de Amnistía debe tener como efecto automático la devolución de los fondos depositados como fianzas por todas las personas vinculadas al proceso de independencia, ese dinero volverá a los bolsillos de los delincuentes. Pedro acepta y sonríe. Y como guinda de todas estas exigencias, Puigdemont y Oriol Junqueras reclaman a Sánchez 450.000 millones de euros; 375.000 millones en políticas sociales, 50.900 millones en infraestructuras y 30.000 millones más en pensiones, mucho más de lo que desembolsa el Estado español en gasto social. De momento, ya se ha aceptado devolver a Cataluña 15.000 millones de euros en detrimento de otras comunidades autónomas que reclaman la misma proporción para sus respectivos ciudadanos.
Y Pedro sonríe ante la obediencia a borreguil de su Comité Federal y de sus apesebrados diputados que aplauden cada mes las monedas de plata de su servil vasallaje. El Felón confía continuar en el poder e imponer su voluntad sobre la totalidad de ciudadanos españoles. Y miente otra vez cuando dice que “habla en nombre de España y actúa solamente por el interés de España”, burlándose de 47 millones de ciudadanos de los que 14 millones han votado contra la candidatura de Sánchez, representan más de la mitad de la población española y están frontalmente contra las negociaciones de Sánchez. Es inmoral que diga en público que habla en el nombre de esta mitad de España. Aún más execrable es la traición a la Constitución que les legitima, al Estado de Derecho que les ampara, a los tribunales de Justicia, a la Nación española que les cobija y al Estado español que les paga. Una caterva de cuervos picotean en las entrañas de esta España traicionada y exhausta.
A propósito de todo esto, escribe Antonio Caño, ex director del diario el País, destituido por no rendirse ante la caterva, sobre un amigo instruido que le dijo: “Si la alternativa es amnistía o gobierno de PP y Vox, yo voto amnistía”. Este razonamiento encierra una falta de convicción democrática y encubre el reconocimiento que la amnistía no supone ningún beneficio para los ciudadanos, sino un simple (y obsceno) recurso para conservar el poder. Semejante tentación autoritaria podría servir para anular la propia democracia porque no reconoce la alternativa de gobierno. Si la única utilidad de la democracia consiste en que “gobiernen sólo los míos” a cualquier precio, entonces no se puede hablar de democracia, porque no existe democracia sin alternancia, sería un régimen autoritario.
Ante estos argumentos, Pedro sonríe como puede sonreír un psicópata ante cualquier fechoría. Ha logrado dividir en dos mitades a los españoles porque la polarización y la confrontación es su póliza de garantía de permanencia en el poder. El odio se extiende a toda la sociedad, las dos Españas se enfrentan, como en tiempos nefastos. Habíamos crecido en el reencuentro, en la convivencia y en la paz.
Pedro sonríe, tal vez la sonrisa se le hiele en el rostro ante las posibles y terribles consecuencias de su felonía.
No satisfechos con estos objetivos, los sediciosos/golpistas y sus abogados vieron la oportunidad de chantajear a Pedro Sánchez, cuya ambición no ofrecía barreras de contención ante las exigencias y la chulería de Oriol Junqueras, Rufián, Puigdemont y otros delincuentes ensoberbecidos. Pere Aragonés declaraba que, “una vez alcanzada la amnistía, es hora de avanzar hacia el referéndum”, porque sabe que Pedro Sánchez no se opondrá a la declaración de independencia de Cataluña si con ello le apoyan como presidente del Gobierno. Desde esta plataforma de poder y con los votos de todos los partidos independentistas, más los de todos los partidos comunistas y anti sistema integrados en Sumar, podrían conformar una materia parlamentaria que capaz de envenenar la estabilidad política y social y cambiar la realidad nacional de siglos en un estado plurinacional y republicano. Ese es el objetivo que ya han emprendido todos y cada uno de los partícipes en esta maniobra claramente desestabilizadora del orden político vigente, de la Constitución y del Estado de Derecho. Y asi fueron añadiendo otras cuestiones de gran calado económico y político como parte inseparable e irrenunciable. Reconocimiento de la Nación Catalana en un documento paralelo a la amnistía. Pedro acepta y sonríe. Incorporar la figura de un relator que dé fe de los acuerdos y certifique su cumplimiento. Pedro acepta y sonríe. Borrar todos los delitos cometidos el 1 octubre de 2017 que fueron juzgados y condenados por el Tribunal Supremo, incluida aquella malversadora y prevaricadora Laura Borrás, condenada por delitos comunes contra la Hacienda Pública. En el preámbulo de la ley que se presente al Congreso se reconozca explícitamente que no fueron delitos los actos cometidos, sino un exceso de la tribunales de Justicia propios de un estado no democrático. Pedro acepta y sonríe. Forzar al PSOE a ceder dos años la Alcaldía de Barcelona al candidato de Junts, Xavier Trías. Pedro acepta y sonríe. Negociar en Bruselas que el catalán se declarare y permita su uso como lengua oficial de la Unión Europea. Pedro acepta y sonríe. Traspaso de la red ferroviaria de cercanía a la Generalitat y la aportación de dotación presupuestaria para su mantenimiento. Pedro acepta y sonríe. Exigencia que en la futura Ley de Amnistía debe tener como efecto automático la devolución de los fondos depositados como fianzas por todas las personas vinculadas al proceso de independencia, ese dinero volverá a los bolsillos de los delincuentes. Pedro acepta y sonríe. Y como guinda de todas estas exigencias, Puigdemont y Oriol Junqueras reclaman a Sánchez 450.000 millones de euros; 375.000 millones en políticas sociales, 50.900 millones en infraestructuras y 30.000 millones más en pensiones, mucho más de lo que desembolsa el Estado español en gasto social. De momento, ya se ha aceptado devolver a Cataluña 15.000 millones de euros en detrimento de otras comunidades autónomas que reclaman la misma proporción para sus respectivos ciudadanos.
Y Pedro sonríe ante la obediencia a borreguil de su Comité Federal y de sus apesebrados diputados que aplauden cada mes las monedas de plata de su servil vasallaje. El Felón confía continuar en el poder e imponer su voluntad sobre la totalidad de ciudadanos españoles. Y miente otra vez cuando dice que “habla en nombre de España y actúa solamente por el interés de España”, burlándose de 47 millones de ciudadanos de los que 14 millones han votado contra la candidatura de Sánchez, representan más de la mitad de la población española y están frontalmente contra las negociaciones de Sánchez. Es inmoral que diga en público que habla en el nombre de esta mitad de España. Aún más execrable es la traición a la Constitución que les legitima, al Estado de Derecho que les ampara, a los tribunales de Justicia, a la Nación española que les cobija y al Estado español que les paga. Una caterva de cuervos picotean en las entrañas de esta España traicionada y exhausta.
A propósito de todo esto, escribe Antonio Caño, ex director del diario el País, destituido por no rendirse ante la caterva, sobre un amigo instruido que le dijo: “Si la alternativa es amnistía o gobierno de PP y Vox, yo voto amnistía”. Este razonamiento encierra una falta de convicción democrática y encubre el reconocimiento que la amnistía no supone ningún beneficio para los ciudadanos, sino un simple (y obsceno) recurso para conservar el poder. Semejante tentación autoritaria podría servir para anular la propia democracia porque no reconoce la alternativa de gobierno. Si la única utilidad de la democracia consiste en que “gobiernen sólo los míos” a cualquier precio, entonces no se puede hablar de democracia, porque no existe democracia sin alternancia, sería un régimen autoritario.
Ante estos argumentos, Pedro sonríe como puede sonreír un psicópata ante cualquier fechoría. Ha logrado dividir en dos mitades a los españoles porque la polarización y la confrontación es su póliza de garantía de permanencia en el poder. El odio se extiende a toda la sociedad, las dos Españas se enfrentan, como en tiempos nefastos. Habíamos crecido en el reencuentro, en la convivencia y en la paz.
Pedro sonríe, tal vez la sonrisa se le hiele en el rostro ante las posibles y terribles consecuencias de su felonía.