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PASEO ABAJO/Juan Torrijos
Un jurado popular ha condenado a un jubilado de ochenta y tres años a casi cuatro (tres años y
nueve meses) de cárcel por defenderse dentro de su hogar de unos ladrones que entraron a
robar. Era la segunda vez que lo hacían. Ya le habían robado una vez, ya le habían
amenazado en otra ocasión, ya habían estado en peligro su esposa y él por culpa de los
mismos delincuentes. ¿Se tendrían que haber dejado robar de nuevo? Según el jurado popular
que los juzgaba:
Sí, tendrían que haber dejado que los robaran de nuevo.
Siento disentir profundamente de ese jurado. Si algunos de los miembros que han juzgado a este hombre de 83 años se hubieran visto en dos ocasiones ante estos delincuentes ¿qué habrían hecho? Es de imaginar que ustedes habrían puesto la otra mejilla, darles la tarjeta de crédito y su número secreto para que sacaran dinero del cajero con mayor comodidad, nunca disparar con una escopeta en defensa propia y en la de su esposa, que eran los que estaban en ese instante y en su propia casa en peligro, no solo de que les robaran, también de perder su vida si no hacían lo que estos delincuentes querían.
El jurado popular estaba compuesto, piensa uno, por unos santos varones y unas santas mujeres, a los que les preocupaba más, es la impresión que nos ofrecen con su decisión, la vida y las haciendas de los delincuentes que la del matrimonio que estaba siendo expoliado en su propia casa, y que según ustedes no podían, no debían defenderse. Estaban en lo que se llamaba antaño su sagrado hogar, hoy, los jubilados, ya no sabemos cómo llamarlo.
¡Si alguien llama a las siete de la mañana en la puerta de tu casa, que sea el lechero, dijo un inglés! Qué lejos ha quedado esta máxima de la realidad actual de nuestras vidas. Y encima, cuando no es el lechero, no dejan ni defenderte.
El montonero debe llevarlos a los altares a estos miembros del jurado popular que ha dictado una sentencia de culpabilidad contra este jubilado de 83 años que se defendía con una escopeta, hiriendo de muerte a uno de los asaltantes, para imagen de lo que debe ser el comportamiento cuando unos ladrones, unos delincuentes, amenazan a tu esposa, te increpan y deciden entrar por la fuerza en tu casa a robarte tus pertenencias de toda una vida.
Somos muchos los jubilados en pequeños pueblos de Almería que casa día vivimos con más miedo, y ahora, tras lo ocurrido a este hombre de 83 años, nos echamos a temblar ante lo que nos pueda ocurrir cualquiera de estas noches o madrugadas, cuando llamen a la puerta y no sea el lechero, y nos encontremos con tres o cuatro asaltantes, con pasamontañas o no, con armas en sus manos, y dispuesto a robar a una pareja de ancianos de más de setenta, ochenta años. Y nos piden que no nos podemos defender, que ante esa situación debemos ser generosos, poner la otra mejilla, y ganarnos el cielo prometido por el Papa Francisco si nos comportamos como ellos quieren, no como ellos son.
Entiendan que no estoy de acuerdo. No nos quedan demasiados años de vida a los jubilados, pero hay que defenderlos con uñas y dientes, y si es posible con las mismas armas en las manos que los que se presentan en nuestras casas a robarnos, a quitarnos la vida. Con la sentencia de Baleares han conseguido meter más miedo a los viejos, pero tenemos que revelarnos contra la delincuencia, contra esos jurados populares y contra esos jueces y fiscales que parecen más proclives a los delincuentes que a las víctimas.
Al final nos hemos enterado, según la fiscalía, que hubo un error, para la culpabilidad tenía que haber siete votos del jurado popular y solo hubo cinco, vaya con la justicia, y que se va a repetir el juicio.
¿Con jurado o sin jurado?
Sí, tendrían que haber dejado que los robaran de nuevo.
Siento disentir profundamente de ese jurado. Si algunos de los miembros que han juzgado a este hombre de 83 años se hubieran visto en dos ocasiones ante estos delincuentes ¿qué habrían hecho? Es de imaginar que ustedes habrían puesto la otra mejilla, darles la tarjeta de crédito y su número secreto para que sacaran dinero del cajero con mayor comodidad, nunca disparar con una escopeta en defensa propia y en la de su esposa, que eran los que estaban en ese instante y en su propia casa en peligro, no solo de que les robaran, también de perder su vida si no hacían lo que estos delincuentes querían.
El jurado popular estaba compuesto, piensa uno, por unos santos varones y unas santas mujeres, a los que les preocupaba más, es la impresión que nos ofrecen con su decisión, la vida y las haciendas de los delincuentes que la del matrimonio que estaba siendo expoliado en su propia casa, y que según ustedes no podían, no debían defenderse. Estaban en lo que se llamaba antaño su sagrado hogar, hoy, los jubilados, ya no sabemos cómo llamarlo.
¡Si alguien llama a las siete de la mañana en la puerta de tu casa, que sea el lechero, dijo un inglés! Qué lejos ha quedado esta máxima de la realidad actual de nuestras vidas. Y encima, cuando no es el lechero, no dejan ni defenderte.
El montonero debe llevarlos a los altares a estos miembros del jurado popular que ha dictado una sentencia de culpabilidad contra este jubilado de 83 años que se defendía con una escopeta, hiriendo de muerte a uno de los asaltantes, para imagen de lo que debe ser el comportamiento cuando unos ladrones, unos delincuentes, amenazan a tu esposa, te increpan y deciden entrar por la fuerza en tu casa a robarte tus pertenencias de toda una vida.
Somos muchos los jubilados en pequeños pueblos de Almería que casa día vivimos con más miedo, y ahora, tras lo ocurrido a este hombre de 83 años, nos echamos a temblar ante lo que nos pueda ocurrir cualquiera de estas noches o madrugadas, cuando llamen a la puerta y no sea el lechero, y nos encontremos con tres o cuatro asaltantes, con pasamontañas o no, con armas en sus manos, y dispuesto a robar a una pareja de ancianos de más de setenta, ochenta años. Y nos piden que no nos podemos defender, que ante esa situación debemos ser generosos, poner la otra mejilla, y ganarnos el cielo prometido por el Papa Francisco si nos comportamos como ellos quieren, no como ellos son.
Entiendan que no estoy de acuerdo. No nos quedan demasiados años de vida a los jubilados, pero hay que defenderlos con uñas y dientes, y si es posible con las mismas armas en las manos que los que se presentan en nuestras casas a robarnos, a quitarnos la vida. Con la sentencia de Baleares han conseguido meter más miedo a los viejos, pero tenemos que revelarnos contra la delincuencia, contra esos jurados populares y contra esos jueces y fiscales que parecen más proclives a los delincuentes que a las víctimas.
Al final nos hemos enterado, según la fiscalía, que hubo un error, para la culpabilidad tenía que haber siete votos del jurado popular y solo hubo cinco, vaya con la justicia, y que se va a repetir el juicio.
¿Con jurado o sin jurado?