Un millar de mujeres en la caseta municipal


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PASEO ABAJO/Juan Torrijos

Y María disfrutando entre ellas, conviviendo, sonriendo ante ese millar de mujeres que se rendían ante el poder de la primera mujer alcaldesa del municipio. A la fiesta-ágape de las mujeres hay que unir la de los mayores, que se celebraba anoche y en la que se permite la presencia de los hombres, no como hombres, sino como mayores. Que me lo expliquen. Me siento marginado. Mi mujer va a dos fiestas o cuchipandas pagadas por los impuestos y tasas de todos los ciudadanos, yo solo voy a una y por ser mayor. Está visto que eso de ser hombre no se lleva en estos tiempos, uno de estos días me voy al registro, decido ser Juanita, y el año que viene estoy en la comida de las mujeres en la feria con María.

Siempre me ha llamado la atención cómo se lo monta el Ayuntamiento para dar a las invitaciones a la comida de las mujeres, o este año la cena de los mayores. Entiendo las colas para lograr uno de los quince mil abanicos que se reparten en estos días de feria y calores. Pero no sé, lo mismo sí, que para las invitaciones del ágape de las señoras y mayores hay que hacer colas, largas colas, eternas colas para conseguir una invitación.

Lo indago y me cuentan historias para no dormir. Mil Marías a comer con la Corporación, el año pasado paella, alegría en sus caras, sonrisas de oreja a oreja, fotos en la prensa. Si la comida es para Marías, ¿qué hacen ellos en la misma? Nosotros, los hombres, no estamos invitados, pero los ediles de pantalón y pelo en el pecho, las puertas abiertas tienen para estar con nuestras mujeres.

¿Está usted seguro de que todos tienen pelo en el pecho? Oiga, se les supone. Aunque si alguno es ciclista, ya se sabe que la máquina o la cuchilla de afeitar le rasura el cuerpo. En caso contrario es una de las diferencias existentes lo del pelo en el pecho. Creo que es una discriminación doble la que sufrimos los hombres, una por la colgadura, la otra por no ser políticos. Estamos apañados en estos tiempos.

Pero no crean, algunas mujeres con las que he tenido la oportunidad de hablar se sienten como nosotros. Conseguir una invitación para el evento se ha puesto difícil de cojines. A una asociación de mujeres, con tres mil socias, le han dado cincuenta. No me pregunten cómo ha llevado a cabo la directiva el reparto de las invitaciones. No lo sé, dicen que es un secreto de la junta directiva y no va a aparecer en las actas de la misma.

Si a una asociación de tres mil les dan cincuenta, entiendo que dos mil novecientas cincuenta se ha quedado sin ella. 2.950 mujeres que no estuvieron viendo la sonrisa de María y de sus compañeros de Corporación. Si ellas están tan enfadadas como los miles de hombres que no hemos sido invitados, uno diría que el ayuntamiento, con estas fiestas, se hace un flaco favor.

Entre los que no vamos y las que no son invitadas pagando la gran cuchipanda a mil enchufadas por las directivas de sus asociaciones hacemos un buen e importante número, y la alcaldesa permitiendo un agravio.

Mil mujeres rendidas ante la gran María del Mar, ¿cuántas miles estarán pensando lo mismo que la persona que me contaba la aventura para al final no lograr una invitación para la juerga femenina de la feria de este año?

Habrá que contarles la aventura de los mayores un día de estos.