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ALMERÍA HOY / 22·08·2023
Los recuerdos de aquellas ferias se agolpan en estos días, van y vienen, cruzan los años vividos y se mezclan con lo que ha sido el quehacer diario del trabajo, de la familia y de los amigos. De aquellos años de la infancia, en los que los gigantes y cabezudos nos hacían levantarnos a las siete de la mañana, y les seguíamos por las calles de la ciudad, a espera de correr delante de los cabezudos y no te dieran con aquellas botijas que no hacían daño, y que más bien nos sacaban una sonrisa a los críos de entonces.
Pero era la batalla de flores la que colmaba la ilusión de la grey infantil, como lo sigue siendo en estas fechas. Si nos damos cuenta hay dos grandes momentos que no han cambiado en Almería de cara a la fiesta de los más pequeños, y que se mantienen, con las lógicas modificaciones de las nuevas tecnologías, como en aquellos años. Una de ellas es la batalla de flores de cada lunes de feria. Por no cambiar, con lo proclives que son los políticos a la hora de hacerlo, no han cambiado la fecha de celebración, sigue siendo el lunes.
El espectáculo no es como el de los años sesenta, setenta… ha ganado en carrozas, en colorido, en iluminación y hasta diría que, en belleza, pero el espíritu sigue siendo el mismo, y eso es lo que ven los más pequeños, y disfrutamos los mayores, viendo las caras de nuestros hijos ayer, hoy nuestros nietos.
No recuerdo el número de claveles que se lanzaban en aquellos años desde las carrozas, como tampoco el de calesas participantes, en este se dice que veinte mil claveles han volado por las calles de la ciudad, llenando de colores y de ilusiones las retinas de miles de personas que se agolpan, como se ha venido haciendo a lo largo de aquellos años de María Castaña.
Es inevitable que, ante la batalla de flores de la feria, echemos una mirada a la otra gran fiesta infantil de enero, la cabalgata de reyes y sus cientos, sus miles de kilos de caramelos volando hacia las cabezas, las bolsas y los bolsillos infantiles, y no tan infantiles en alguna ocasión. Son las dos grandes fiestas que sobre el asfalto de nuestras calles viven los más pequeños, y es de agradecer que en esta sociedad que todo lo cambia, lo olvida o lo margina, se mantengan de cara a los niños dos cabalgatas que alejan sus miradas por unas horas de los móviles, de los juegos online y de los ordenadores.
Intentar hacerles vivir a esos años lo que hay fuera de una pantalla, enseñarles que la vida también cabalga en las calles, que hay color y fantasía en el mundo fuera de los ordenadores debería ser uno de los primeros deberes de los padres, y agradecer que los políticos, en este caso, les den la oportunidad de hacerlo.
Lo que no sé es si en esta edición han logrado esa gran batalla de flores que se merecen nuestros viejos recuerdos. Las noticias que me llegan sobre la vivida este año no son todo lo buenas que esperaba, me comenta mi amigo Rafael, que añora las disfrutadas en aquellos años de nuestra lejana infancia.
Pero era la batalla de flores la que colmaba la ilusión de la grey infantil, como lo sigue siendo en estas fechas. Si nos damos cuenta hay dos grandes momentos que no han cambiado en Almería de cara a la fiesta de los más pequeños, y que se mantienen, con las lógicas modificaciones de las nuevas tecnologías, como en aquellos años. Una de ellas es la batalla de flores de cada lunes de feria. Por no cambiar, con lo proclives que son los políticos a la hora de hacerlo, no han cambiado la fecha de celebración, sigue siendo el lunes.
El espectáculo no es como el de los años sesenta, setenta… ha ganado en carrozas, en colorido, en iluminación y hasta diría que, en belleza, pero el espíritu sigue siendo el mismo, y eso es lo que ven los más pequeños, y disfrutamos los mayores, viendo las caras de nuestros hijos ayer, hoy nuestros nietos.
No recuerdo el número de claveles que se lanzaban en aquellos años desde las carrozas, como tampoco el de calesas participantes, en este se dice que veinte mil claveles han volado por las calles de la ciudad, llenando de colores y de ilusiones las retinas de miles de personas que se agolpan, como se ha venido haciendo a lo largo de aquellos años de María Castaña.
Es inevitable que, ante la batalla de flores de la feria, echemos una mirada a la otra gran fiesta infantil de enero, la cabalgata de reyes y sus cientos, sus miles de kilos de caramelos volando hacia las cabezas, las bolsas y los bolsillos infantiles, y no tan infantiles en alguna ocasión. Son las dos grandes fiestas que sobre el asfalto de nuestras calles viven los más pequeños, y es de agradecer que en esta sociedad que todo lo cambia, lo olvida o lo margina, se mantengan de cara a los niños dos cabalgatas que alejan sus miradas por unas horas de los móviles, de los juegos online y de los ordenadores.
Intentar hacerles vivir a esos años lo que hay fuera de una pantalla, enseñarles que la vida también cabalga en las calles, que hay color y fantasía en el mundo fuera de los ordenadores debería ser uno de los primeros deberes de los padres, y agradecer que los políticos, en este caso, les den la oportunidad de hacerlo.
Lo que no sé es si en esta edición han logrado esa gran batalla de flores que se merecen nuestros viejos recuerdos. Las noticias que me llegan sobre la vivida este año no son todo lo buenas que esperaba, me comenta mi amigo Rafael, que añora las disfrutadas en aquellos años de nuestra lejana infancia.