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DOMINGO ORTIZ
Epilogo para un poeta
En agosto hace un año que se fue un amigo…, pero ha quedado una amistad en el relato de mi recuerdo como persona, compañero y poeta.
Este prolífero autor cultivó una poesía amorosa y vocacionalmente religiosa que reunió a la largo de su vida en 13 libros (uno por año), como una aventura que se adentra en saber expresar sus interiores, sus dudas razonables, sus reflexiones, sus creencias ante la vida. Ha sido el poeta de la cotidianeidad de vida; la poesía fue su mundo, sus versos su familia. Ha sido un poeta irremediablemente meritorio; poeta y pensador de la vida y el amor. Nacido el 12 de noviembre de 1939 en Antas y establecido en Vera en 1974, fue un trabajador esforzado, incansable y emprendedor y estudioso en su literatura, perseverante, afanado en vivir su nueva vida de poeta, aprendiz y maestro de sí mismo, que a su jubilación laboral encontró ‘la poesía’ (o ‘la poesía le encontró a él’), para encauzar sus días de ocio y entretenimiento, y se retiró a la ‘espiritualidad de su poesía’, junto a la ávida lectura de todo libro que llegaba a sus manos. Fiel amigo de sus amigos, y de sus ‘enemigos’, que él decía que no sabía que tenía. Asiduo ‘inquilino’ de la Biblioteca Pública Municipal de Vera, donde devoraba con inquietud libros y más libros, con ansia de saber y conocer, aunque su interés por la lectura y la poesía ya se denotaba en su juventud preclara, y después, casi sumido en un largo periodo de silencio durante su vida laboral. En el Día Internacional del Libro de 2019, con la celebración de una gala, se le reconoció la labor de reputado escritor veratense y se le hizo entrega de la Pluma de Oro.
Fiel tertuliano, en nuestras mañanas de desayuno ‘de trabajo’ durante las prolongadas conversaciones en la cafetería familiar de Fuente Nueva, en las que además de aprender -como decía él mismo- comunicaba sus inquietudes, sus reflexiones de vida y los argumentos de su próxima obra, cuyos manuscritos me hacía leer antes de ser publicados. En 2014, tuve el honor de realizar el prólogo de su libro ‘Afanes y desvelos’, así como la presentación del mismo, donde manifesté mis afectos hacia su persona y como buscador de las palabras ya perdidas en el tiempo, con su significado olvidado y que él había recuperado en ideas soñadas y de manifiesto puestas para expresar honduras de sentimientos.
Ha sido uno de los innovadores de la poesía ‘personalizada’, donde se retrataba así mismo. Aseguraba hacer una poesía personal y humana ‘de y para el pueblo’, con la que trataba de acercar a sus congéneres el mensaje que recibe el poeta desde el ámbito de su interior.
Su larga aventura creativa de más de 12 años quedó reunida en 13 volúmenes (y digo 13, porque el último quedó inconcluso y sin publicar), en una antología de libros que daba cuenta de su paso por distintas etapas creativas del humanismo de inspiración cristiana, pasando a un humanismo poético en el que le cantaba al amor, pasando por la difícil versificación de personajes y hechos históricos, convertidos en poemas mitológicos, en los que enseñaba la historia, que tanto le gustaba.
A lo largo de su vida pasó del mundo real del trabajo al ideal poético y su bibliografía así lo demuestra paso a paso, libro a libro con títulos como: ‘Sombras del Destino’ (su primer libro en 2007), ‘Ante toda condición’, "La razón de los sentidos", ‘Lo que nos da la vida’ o ‘La razón de ser’…, escritos a lo largo de su fecunda vida. Sus libros no quedaron marginados ya que tenía un amplio sector de ciudadanos como seguidores asiduos de su obra, deseosos siempre de encontrar la siguiente publicación.
En los actos de presentación de sus libros, siempre había un aforo completo de ‘fieles’ a su obra. Y, qué decir más de este mensajero de la belleza poetizada, un ser carente de vanidad, volcado hacia los demás. Todo está reflejado en los prólogos que realizamos para sus libros.
Cuando en 2019 le diseñé la portada de su último poemario: ‘Los entornos de la vida’, con la fachada tan querida de su iglesia y la rosa en homenaje a su esposa Isabel (como siempre aparecía en todos sus publicaciones), me decía -como premonición en el tiempo- que sería su último libro para donarlo a Cáritas y Manos Unidas, como así fue. Después nos invadió la epidemia que lo mantuvo enclaustrado y, ya no volvió a hacer volar su pluma de oro, falleciendo el 15 de agosto en una fecha que él mismo hubiese versificado: el Día de la Asunción de la Virgen María. Su cuerpo ha quedado entre nosotros y su alma ha subido al cielo, que tanto anhelaba, reposando en el cementerio de Antas junto a sus padres, pero su memoria estará siempre revivida en nuestro corazón.
“Corre a encontrar la muerte antes de que te quiten el sitio, porque la vida te la ganaste y el cielo es tu destino…”
En agosto hace un año que se fue un amigo…, pero ha quedado una amistad en el relato de mi recuerdo como persona, compañero y poeta.
Este prolífero autor cultivó una poesía amorosa y vocacionalmente religiosa que reunió a la largo de su vida en 13 libros (uno por año), como una aventura que se adentra en saber expresar sus interiores, sus dudas razonables, sus reflexiones, sus creencias ante la vida. Ha sido el poeta de la cotidianeidad de vida; la poesía fue su mundo, sus versos su familia. Ha sido un poeta irremediablemente meritorio; poeta y pensador de la vida y el amor. Nacido el 12 de noviembre de 1939 en Antas y establecido en Vera en 1974, fue un trabajador esforzado, incansable y emprendedor y estudioso en su literatura, perseverante, afanado en vivir su nueva vida de poeta, aprendiz y maestro de sí mismo, que a su jubilación laboral encontró ‘la poesía’ (o ‘la poesía le encontró a él’), para encauzar sus días de ocio y entretenimiento, y se retiró a la ‘espiritualidad de su poesía’, junto a la ávida lectura de todo libro que llegaba a sus manos. Fiel amigo de sus amigos, y de sus ‘enemigos’, que él decía que no sabía que tenía. Asiduo ‘inquilino’ de la Biblioteca Pública Municipal de Vera, donde devoraba con inquietud libros y más libros, con ansia de saber y conocer, aunque su interés por la lectura y la poesía ya se denotaba en su juventud preclara, y después, casi sumido en un largo periodo de silencio durante su vida laboral. En el Día Internacional del Libro de 2019, con la celebración de una gala, se le reconoció la labor de reputado escritor veratense y se le hizo entrega de la Pluma de Oro.
Fiel tertuliano, en nuestras mañanas de desayuno ‘de trabajo’ durante las prolongadas conversaciones en la cafetería familiar de Fuente Nueva, en las que además de aprender -como decía él mismo- comunicaba sus inquietudes, sus reflexiones de vida y los argumentos de su próxima obra, cuyos manuscritos me hacía leer antes de ser publicados. En 2014, tuve el honor de realizar el prólogo de su libro ‘Afanes y desvelos’, así como la presentación del mismo, donde manifesté mis afectos hacia su persona y como buscador de las palabras ya perdidas en el tiempo, con su significado olvidado y que él había recuperado en ideas soñadas y de manifiesto puestas para expresar honduras de sentimientos.
Ha sido uno de los innovadores de la poesía ‘personalizada’, donde se retrataba así mismo. Aseguraba hacer una poesía personal y humana ‘de y para el pueblo’, con la que trataba de acercar a sus congéneres el mensaje que recibe el poeta desde el ámbito de su interior.
Su larga aventura creativa de más de 12 años quedó reunida en 13 volúmenes (y digo 13, porque el último quedó inconcluso y sin publicar), en una antología de libros que daba cuenta de su paso por distintas etapas creativas del humanismo de inspiración cristiana, pasando a un humanismo poético en el que le cantaba al amor, pasando por la difícil versificación de personajes y hechos históricos, convertidos en poemas mitológicos, en los que enseñaba la historia, que tanto le gustaba.
A lo largo de su vida pasó del mundo real del trabajo al ideal poético y su bibliografía así lo demuestra paso a paso, libro a libro con títulos como: ‘Sombras del Destino’ (su primer libro en 2007), ‘Ante toda condición’, "La razón de los sentidos", ‘Lo que nos da la vida’ o ‘La razón de ser’…, escritos a lo largo de su fecunda vida. Sus libros no quedaron marginados ya que tenía un amplio sector de ciudadanos como seguidores asiduos de su obra, deseosos siempre de encontrar la siguiente publicación.
En los actos de presentación de sus libros, siempre había un aforo completo de ‘fieles’ a su obra. Y, qué decir más de este mensajero de la belleza poetizada, un ser carente de vanidad, volcado hacia los demás. Todo está reflejado en los prólogos que realizamos para sus libros.
Cuando en 2019 le diseñé la portada de su último poemario: ‘Los entornos de la vida’, con la fachada tan querida de su iglesia y la rosa en homenaje a su esposa Isabel (como siempre aparecía en todos sus publicaciones), me decía -como premonición en el tiempo- que sería su último libro para donarlo a Cáritas y Manos Unidas, como así fue. Después nos invadió la epidemia que lo mantuvo enclaustrado y, ya no volvió a hacer volar su pluma de oro, falleciendo el 15 de agosto en una fecha que él mismo hubiese versificado: el Día de la Asunción de la Virgen María. Su cuerpo ha quedado entre nosotros y su alma ha subido al cielo, que tanto anhelaba, reposando en el cementerio de Antas junto a sus padres, pero su memoria estará siempre revivida en nuestro corazón.
“Corre a encontrar la muerte antes de que te quiten el sitio, porque la vida te la ganaste y el cielo es tu destino…”