“La realidad electoral ha sido una profunda decepción para mí”

El exportavoz socialista en el Ayuntamiento de Vera, Martín Gerez, ha abandonado la política local “decepcionado”, pero con el “orgullo” de haber realizado un trabajo de fiscalización municipal “ingente y minucioso”



ALMERÍA HOY / 01·07·2023

Lamenta que su esfuerzo no haya sido reconocido en las urnas y presume de haber mantenido una relación “exquisita” y “cordial” con sus adversarios políticos. Vera puede vanagloriarse de haber tenido excelentes alcaldes. Martín Gerez podría haber sido uno de ellos. En cualquier caso, ha sido un magnífico edil.

- ¿Tanto le han dolido los resultados como para abandonar la política local?
- Considero que no hemos merecido este resultado. Yo esperaba crecer al menos hasta los seis concejales, partiendo de los cinco que teníamos. Creía que era lo razonable. Todos dábamos por hecho que la irrupción de UCIN cambiaría el panorama político local, pero, aun así, estaba convencido de que alcanzaríamos ese objetivo. Pensábamos que el desgaste del PP sería mucho mayor y que la oposición exhaustiva, minuciosa y absolutamente fiscalizadora que habíamos desarrollado a lo largo del mandato sería apreciada y recompensada por el electorado. La realidad ha sido una profunda decepción. Hemos perdido 700 votos con un censo electoral que había crecido en 500 personas con respecto a 2019. Eso quiere decir que los grandes sacrificados hemos sido nosotros.
- ¿Entiende que le han echado?
- Hemos obtenido 900 votos, pero la ley D’Hont no es un sistema proporcional. Vox tiene la mitad de concejales que nosotros con tres veces menos sufragios y UCIN, con sólo 300 papeletas más, ha conseguido el doble de ediles. No me echa nadie, pero me falta el apoyo que considero necesario para continuar realizando el trabajo decente que he desarrollado en estos cuatro años. Además, creo que, ahora, con una oposición tan fragmentada liderada por otro partido, le corresponde tirar del carro a UCIN y llevar a cabo el trabajo exhaustivo que he venido haciendo yo.
- ¿Cuál habría sido el resultado justo para usted?
- Si los ciudadanos hubieran recompensado el trabajo realizado durante los últimos cuatro años, habríamos obtenido la mayoría absoluta.
- ¿Qué ha fallado?
- Nuestra actuación ha estado fuertemente condicionada por tres factores. Uno fue el covid. Nos afectó de una manera especialmente dura. Mientras el equipo de gobierno tenía a su disposición todas las redes sociales municipales y el gabinete de prensa difundiendo continuamente información propagandística, nosotros no contábamos con nada de eso. Mi domicilio habitual está en Almería, un hándicap que no tengo por qué ocultar. Durante la pandemia hubo días en que ni siquiera pude salir de casa. En esas circunstancias, pulsar la vida del pueblo era muy complicado, por no decir imposible. El coronavirus hizo polvo nuestra planificación de contactos y actos sectoriales programados. Pensábamos ser muy activos en el tratamiento de temas puntuales, pero no pudimos hacerlo y, cuando todo volvió a la normalidad, había trascurrido la mitad del mandato. Otro problema es consecuencia de la realidad de nuestro partido. Estamos muy por debajo en número de militantes del caudal de votos que obtuvimos en las elecciones de 2019, que fue un tercio del electorado. La agrupación es bastante endeble. Basta con contrastar el despliegue de apoderados que hacen el PP y nuestro partido en cada proceso electoral. La última variable es la personal. Tengo 62 años.
- Hay políticos en activo con más edad. Fíjese en Gabriel Amat.
- Toda mi vida laboral la he desarrollado en la banca. He tenido que salir a buscar clientes durante muchos años. He dirigido importantes oficinas de la capital y he sido apoderado general pero, en definitiva, buscando clientes, y, a estas alturas, uno no tiene ganas de ir rogando el voto. Ésa es también la realidad. Tampoco tengo la necesidad vital de otros porque su sueldo depende de ganar unas elecciones. Eso me condiciona. Alguien podría pensar que soy alguien lejano y fuera de los cánones de la política. Es cierto. No estoy en política por dinero. No he cobrado y tampoco pensaba hacerlo.
- ¿Y su equipo? ¿No podría llegar allí donde usted no alcanza?
- En tiempo de éxito sobran voluntarios. En el fracaso sólo queda el candidato y poco más. Pudimos verlo en la calle el 28 de mayo. El PP desplegó un ejército de apoderados e interventores. Han hecho decenas y decenas de militantes en los últimos cuatro años, en muchos casos detrás de un contrato de trabajo. En la oposición es muy difícil hacer eso. No puedes ofrecer nada. Incluso te cuesta un trabajo inmenso tomarte un café con alguien estando en la oposición. Es muy duro. A la gente le resultaba incómodo sentarse conmigo en un espacio público por miedo a que lo sepan los gobernantes.
- Yo me hubiera tomado más de uno, pero usted no es de salir mucho.
- No soy persona de calle. Soy muy de despacho y trabajo metódico, pero en política es necesario estar mucho en la calle. Me considero coherente y con ideas, sin embargo, está claro que no lo ha percibido el electorado.
- Usted sabe, por su profesión, lo que es vender un producto.
- He sido director de márketing de una entidad financiera. No es un puesto que esté al alcance de mucha gente. Conozco la diferencia entre la identidad y la imagen, es decir, la que existe entre lo que uno proyecta y lo que perciben los demás. Pero es cierto que yo no soy de venderme. Me cuesta un trabajo enorme. No soy de andar mendigando. Pienso que si me acerco a alguien voy a invadir su mundo. Han sido muchos años trabajando en banca, tanto en los servicios centrales como en oficinas. Sé lo difícil que es.
- Entiendo que la prudencia y la humildad aconseja muchas veces no darse uno autobombo, pero en política…
- Quizá por eso, muchas personas valiosas y humildes no han encontrado su lugar en la política. Los grupos políticos necesitan hoy más que nunca, debido a la enorme cantidad de medios de difusión, saber y poder divulgar sus propuestas. Cuesta un trabajo descomunal encontrar ese hueco, incluso a los grandes, como PP y PSOE. Necesitas profesionales, y eso significa dinero. Aunque parezca una ironía, la financiación de los partidos es uno de los grandes problemas de este país. Carecemos del soporte adecuado. Enfrentarse desde un modesto grupo municipal en la oposición a difundir lo que estás haciendo requiere un trabajo inmenso que no siempre encuentra resultado. Yo he emitido notas de prensa casi a diario, Algunas de un importante valor periodístico. He destapado graves irregularidades en el Ayuntamiento y en el Consorcio que no han tenido ninguna trascendencia. No me han hecho ni caso.
- No se contenga, siga.
- Intento ser comedido incluso a la hora de irme, pero es muy frustrante que, ante el esfuerzo permanente de intentar difundir cuestiones trascendentes, acaben pasando absolutamente desapercibidas. Se te quitan las ganas. Me he encontrado con medios que me han masacrado sin piedad sólo por ser la oposición al gobierno municipal de Vera. Me ha parecido muy curioso que por criticar unos presupuestos, que forma parte del cometido de la oposición, algún periódico te ponga como lo peor de la política local. Es paradójico y quita mucho las ganas de trabajar que te puedan quedar. Me ha faltado ha sido coger una pancarta y salir a la calle diciendo que esto ha estado pasando. Tuve que sacar un boletín porque no encontraba manera de llegar a la gente. Aun así, no ha valido de nada.
- ¿Le alivia abandonar la política?
- Me ha liberado. Tenía un compromiso con Vera que me impedía ciertos lujos que tampoco podía realizar antes de jubilarme. Fundamentalmente poder decir en cada momento lo que me dé la gana. Trabajar en un banco me obligaba a ejercer un autocontrol constante. Yo escuché en mi despacho mucho más de lo imaginable. Incluso historias de divorcios y separaciones. Cuando me prejubilé podía decir lo que quería, pero me metí en política y tuve que volver a contenerme. Sin embargo, ahora me he liberado completamente, con los únicos límites que impone la ley. No hablo de disciplina de partido, a la que nunca me he plegado, sino a la social. Luego está la autodisciplina, que es la educación y siempre debe prevalecer. Ahora mando yo en mi mensaje.
- ¿Cómo ha sido su relación con José Carmelo Jorge Blanco, el alcalde popular que gobernó Vera casi todo el anterior mandato?
- Siempre exquisita. Él ha referido a amigos comunes sentirse admirado por mi forma de hacer oposición.
- Si el alcalde estaba contento, igual es que le ha faltado a usted fuerza en la mordida.
- No creo. Significa que las relaciones eran cordiales. Nada más. Con algunos otros miembros del equipo de gobierno, han sido mucho más fluidas. Con otros menos, pero siempre ha existido una excelente relación personal entre todos los concejales de la Corporación. Tenemos muy claro que una cosa es la crítica y la divergencia política y otra muy distinta la relación personal. Aunque no seamos todos de la misma generación, nos conocemos. Soy amigo de unos y de los padres de los más jóvenes. Nunca ha sido mi intención convertir la política municipal en una guerra civil. Un ejemplo es que no he querido judicializar ninguna de las irregularidades que hemos detectado.
- ¿Ni siquiera las referentes a adjudicaciones vinculadas a algún concejal del gobierno?
- Querrá decir a una concejala. Se abordaron en un pleno extraordinario convocado a instancia nuestra. Uno de los puntos consistía en la reprobación de esa edil. Había favorecido a empresas representadas por su pareja. Solicitamos el pleno extraordinario tres días antes de que se decretara el estado de emergencia y quedó en el aire. Pero en julio de ese año volvimos a reiterar la petición y se convocó un día de agosto a las 8 de la mañana. Instamos la revisión de oficio de los expedientes en que observamos irregularidades y, además, la reprobación de la concejala. No he llevado casos como éste a la Fiscalía porque para eso están los funcionarios que firman reparos a esas actuaciones anotando un posible fraccionamiento de contratos y otras graves irregularidades. Creo que alguien debería hacer algo desde el propio Ayuntamiento, no siempre la oposición que, como en mi caso, no disponíamos de un gabinete jurídico. También pensé que era más importante la reprobación moral y ética que la jurídica.
- Ya que habla de moral, ¿cómo asume que una buena parte de los españoles se sienta molesta con la deriva que ha emprendido el PSOE a nivel nacional y esté deseando que abandone el Gobierno cuanto antes?
- No soy fanático y Pedro Sánchez, que es el blanco de los dardos diarios de gran parte de los medios, tampoco es mi hijo. No lo apoyé a nivel interno, pero eso no significa que repruebe su acción en general, que está muy por encima de la imagen del presidente. No creo que la percepción de los ciudadanos sobre la situación de España y las leyes que se han aprobado durante los últimos años sea la misma que tienen de Pedro Sánchez. No se me ocurre pensar que un gobierno que ha puesto en marcha el ingreso mínimo vital, la mayor revalorización de pensiones, que supone 300 euros más de media al mes para 11 millones de españoles, que fue capaz de poner medidas tan importantes para salvar el empleo como los ertes en tiempos de crisis sanitaria… Todo eso y 50 medidas más no puede reducirse a la percepción de la ley del ‘sólo sí es sí’ o de si Bildu ha apoyado los presupuestos. La imagen del presidente es la que es, y puede haber diferencias con su identidad real, pero la gestión del Gobierno es absolutamente positiva. Lo tengo muy claro y la defenderé a rajatabla. Las críticas que recibe desde muchos medios son fruto de errores de percepción.
- Volvamos a Vera, ¿aconsejará a su sucesor que apueste por una oposición ilustrada, como la que usted ha ejercido, o que añada algo de populismo?
- Está claro que, si una oposición ilustrada no ha dado fruto, para dar la vuelta a la situación habrá que aportar algo de populismo y estar más en la calle. Ya lo hemos hablado a nivel interno. Nunca he tenido problemas en analizar qué he hecho mal y qué han hecho bien los demás para conseguir mejores resultados que nosotros. En márketing se utiliza la técnica de comparación con las mejores prácticas. Nosotros lo hemos hecho y reconocemos haber estado menos en la calle que el PP. Pero no podemos olvidar un matiz importante. Es muy fácil estar en la calle cuando cobras 3.700 euros del Ayuntamiento. Mientras tanto, mi gente tenía que buscarse la vida en el mundo real, con contratos complicados. Algunos ni siquiera podían asistir a los plenos porque se arriesgaban a perder el empleo. Sin embargo, los veratenses han visto cómo el alcalde, concejales del Partido Popular y asesores se han prodigado repartiendo sobres durante las mañanas de campaña. Los demás debíamos esperar al término de la jornada electoral para poder hacerlo. Partíamos todos los días con doce horas de desventaja. Ésa es también la realidad.
- ¿Habría puesto sueldo a todos sus concejales?
- Yo no cobraría. Me paga mi empresa por un acuerdo de prejubilación, pero a los demás si les habría puesto un sueldo. La gente tiene que cobrar por trabajar.
- ¿Los liberaría a todos?
- Sólo a los seis que completan la Junta de Gobierno, y hasta un máximo de 2.600 ó 2.700 euros brutos, el nivel de un profesor. Durante el pasado mandato han estado cobrando del erario once concejales más dos cargos de confianza con sueldos muy por encima de las cifras que he apuntado.
- En definitiva, ¿siente que los veratenses no han valorado suficientemente su trabajo?
- Estoy convencido de que no lo han hecho y es buena parte de mi gran decepción. Como ya he dicho, he realizado una tarea de oposición ingente y minuciosa. Le contaré unos ejemplos. En el Pleno en que se debatían los presupuestos de 2021 se modificó uno de los 70 documentos que componían el expediente, el dedicado a las bases de ejecución presupuestaria, un tocho de 65 páginas. Era un cambio muy pequeño desde el punto de vista cuantitativo, pero inmenso desde el cualitativo. Consistía en que los contratos menores incluyeran siempre presupuestos de tres empresas diferentes. Se eliminó y, según sospecho, deliberadamente. Lo señalé durante el debate y los empleados municipales que conocían tal circunstancia llegaron a plantearse cruzar apuestas sobre si era capaz de detectar el cambio. Y lo descubrí. En la sesión en que se aprobó el presupuesto de 2023, insistí en que faltaba una previsión para poder hacer frente, cuando llegue el momento, a las facturas de agua desalada que Codeur no está pagando a Acuamed por las divergencias sobre el precio. El Ayuntamiento es el garante de la empresa mixta y debe prever la partida. Presenté un recurso y se debatió en otra sesión. La aplastante mayoría que sustentaba al Gobierno local rechazó mi propuesta, sin embargo, meses más tarde ya contemplaban la provisión de una cantidad con ese fin en las cuentas municipales. Hasta hoy van 1,8 millones en facturas impagadas a Acuamed por parte de Codeur. Ya le digo. He realizado una minuciosa labor de oposición. Hasta el más mínimo detalle, y estoy muy orgulloso. En cierta manera, eso también es gobernar.