Carboneras: La Alcaldía más disputada

Los candidatos y sus partidarios se enzarzaron en larga y obsesionada lucha por conseguir los apoyos que les encumbraran en el poder municipal



ALMERÍA HOY / 16·07·2023

Tras una combatida campaña y más votos por correo de los que recomendaría una hipotética Organización Mundial de la Salud Democrática, los candidatos y sus partidarios se enzarzaron en larga y obsesionada lucha por conseguir los apoyos que les encumbraran en el poder municipal. Una lectura pausada nos deja entrever que tanto fregado perseguía más controlar la Concejalía de Urbanismo y Obras y Servicios que la Presidencia de la Corporación municipal. Los hechos aproximados son lo siguientes…

El 28 de mayo ganó el PP en Carboneras, pero sólo en número de votos. Populares y socialistas salían de la partida electoral empatados a seis concejales después de una ‘pelea a navaja’ por el voto por correo. Lo habitual en el Pueblecico. Consiguieron que 1 de cada cuatro votantes lo hiciera. Ciudadanos, gran perdedor con un único representante, adquiría sin embargo un papel principal dispuesto a hacerlo valer.

Suele ocurrir que para configurar mayoría nadie mueve ficha durante los días siguientes a conocerse los resultados. Unos esperan la llamada de los otros y viceversa. El jaleo político se ralentiza, pero sólo aparentemente. Porque el asunto se complicó al presentarse dos denuncias que instaban a la repetición de los comicios por supuesta compra de votos. Así pues, el Ayuntamiento de Carboneras no se constituyó el 17 de junio, fecha en que sí lo hicieron la práctica totalidad de consistorios españoles.

Unos y otros esperaron hasta que el 3 de julio el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía declaraba la validez de los resultados despejando el camino para la convocatoria el viernes, 7 de julio, de la sesión de Constitución y la designación de alcalde. Alcanzar acuerdos de gobierno adquirió entonces una velocidad endiablada. Los de partidos distintos que no se hablaban dejaron fluir las dedicatorias más amables y las más dislocadas propuestas defendidas con el mayor entusiasmo en la mesa de negociación. Todo por WhatsApp y encuentros furtivos.

Lo que sigue es una ordenación aproximada de las reuniones y contenidos que han tenido lugar en Carboneras a partir del inicio de la cuenta atrás para designar quién iba a presidir el Ayuntamiento los siguientes cuatro años.

EMPIEZA LA CUENTA ATRÁS

Como exponíamos más arriba, los tres partidos en liza dejaban pasar los días, confiando en que todo se agilizaría en el momento en que la Justicia se pronunciara sobre las dos denuncias presentadas por presunta compra de votos –una por el PSOE y la otra por Ciudadanos, ambas poniendo en el punto de mira al PP- y fijara la fecha de Constitución de la Corporación y votación de alcalde.

El viejo líder en la sombra del PSOE carbonero, Cristóbal Fernández, ya había iniciado movimientos para acercarse a Salvador Hernández, cabeza de lista de Ciudadanos. Fue a través de Ambrosio, un conocido empresario, en una fecha que podríamos fijar sobre el 13 de junio. El empresario contacta con Pedro El Jarana, hombre de confianza de Salvador Hernández, pero de aquello no sale nada. Alguna foto robada pulula por ahí.

La ofensiva de los socialistas para conseguir las simpatías de Salvador Hernández se incrementa provocando otra reunión. Un frente a frente de Hernández con el número uno del PSOE y candidato a repetir como alcalde, José Luis Amérigo, acompañado de su fiel Ramón Soto, que iba de siete en la lista y se había quedado sin acta de concejal. Soto, en cualquier caso, es hombre muy de partido y sufre verdaderos dolores por cualquier contingencia que le ocurra a su PSOE. Quedarse sin el poder municipal le causa verdadera zozobra. Así que, allí, citados en Vícar, lejos de miradas curiosas, estaban el sábado 1 de julio –otros dicen que fue la jornada anterior viernes, 30 de junio- Amérigo, Soto y Salvador Hernández, éste último con gran deseo de dejarse querer y vender caro su voto, y los otros por comprarlo.

BREVE MIRADA ATRÁS

La madeja política de Carboneras no se entiende sin conocer que Salvador Hernández entra en la política en 2007 bajo las siglas de GIAL para acabar con casi treinta años de Alcaldía de Cristóbal Fernández, que es el tío carnal de José Luis Amérigo. Y lo consigue en 2011 con la plataforma independiente GICAR, que se apoya en el PP para sumar mayoría.

Los resentimientos de los Fernández hacia Salvador contaminan al conjunto de los socialistas más notables del pueblo. Ramón Soto es uno de ellos. Todo lo que ha conseguido Ramón de la política se lo debe a Cristóbal.

Salvador destrona a los Fernández en 2011 con la ayuda de su compañero Felipe Cayuela y el PP. Los años políticos que comparten –Salvador de alcalde y Cayuela con Tenencia de Alcaldía- son de claro y sincero entendimiento. Pero terminan en 2017, cuando los socialistas consiguen una sentencia de inhabilitación contra Salvador. Su fiel Cayuela le sustituye al frente del Ayuntamiento, sin embargo pronto aparecen serias diferencias, de tal manera que en 2019 concurren por partidos distintos. La desunión facilita el retorno del PSOE a la Alcaldía; ocurre con el voto de Salvador, que prefiere apoyar a sus enemigos históricos socialistas antes que olvidar el doloroso puñal de la deslealtad que, piensa, le clavó cruelmente Felipe Cayuela. Todo esto ocurre en un espacio de 12 años en los que figuras como los empresarios Alain Cacoub o Pedro El Jarana, amigos muy antiguos del omnipresente Cristóbal Fernández, y después irreconciliables enemigos del ‘padrino’ del PSOE carbonero, revolotean y apoyan a Salvador y a Felipe, que para Cacoub y Jarana, son los instrumentos más eficaces para empitonar a Fernández y a su linaje político, tantas veces como Fernández los empitonó a ellos.

Con estas claves es mucho fácil asignar un valor a cada uno de los hechos que se narran en la noticia.

A SIETE DÍAS DEL PLENO

Volvemos pues a la reunión de Vícar celebrada en la tarde-noche del 1 de julio. Vemos a Amérigo, Soto y Salvador Hernández en una mesa buscando compartir el poder municipal del mandato entrante; intentando encajar piezas de distintos puzles; tratando de hacer posible un imposible.

Los socialistas no se andan por las ramas, se olvidan de la turbulenta relación pasada con Salvador y le ofrecen ser alcalde los cuatro años. Desde el sillón presidencial dirigiría a los seis concejales del PSOE. Así, Cayuela no podrá gobernar nunca; el amigo ‘traidor’ recibirá su merecido, Salvador, al fin, volverá a reinar y el PSOE mantendrá el poder en Carboneras.

Salvador dice sí, pero… El pero es que quiere fuera del Gobierno al sobrinísimo Amérigo, que representa los ojos, los pies, los oídos y hasta el alma del tito Cristóbal Fernández. Y dirigiéndose a Soto, le suelta: “a ti tampoco te quiero cerca”. Tres horas estuvieron enquistados en ese debate. No fue posible avanzar. Acabaron levantándose, despidiéndose cordialmente –José Luis para eso es muy caballero- y cada uno a su casa. Nos vemos pronto.

De vuelta en el coche, Amérigo y Soto barruntan que, aunque Salvador no se ha decidido, ansía poder. Y venganza. Y redención. Y redimirse ante Carboneras, demostrar que el conjunto de calamidades políticas que ha sufrido son obra de enemigos de él y del pueblo. Y que no siendo más que un insignificante concejal, se le ha puesto sobre la mesa una propuesta insuperable. Y esa es: nosotros que somos el PSOE, te queremos, ven a nuestro lado y serás de nuevo alcalde.

A CINCO DÍAS DEL PLENO

Pasan dos días y Pedro el Jarana recibe la llamada de un socialista. No es de Carboneras. Se presenta como negociador, como persona de confianza de sus compañeros de Carboneras. Lleva apellidos ilustres del progresismo en el Levante almeriense y se mueve en la discreta segunda fila. Nunca está quieto, sobretodo si el partido le llama.

Son poco más de las 8 de la tarde del lunes, 3 de julio. El mediador pide a El Jarana una reunión urgente. “En una hora en Retamar”. De nuevo lejos de los indiscretos. Que nadie sepa hasta que llegue el momento de anunciar la buena nueva. Si es que llega. “Y tráete a Salvador, Pedro”.

En Retamar el mediador llega sobre 9 y cuarto de la noche. Ya está Pedro El Jarana sentado en a la mesa. Sin muchos preámbulos adelanta que no habrá acuerdo a no ser que Amérigo entregue el acta de concejal y se largue. A esto aparece Salvador, se saludan cordialmente y hasta bromean. De nuevo salta a la mesa el ofrecimiento de un gobierno presidido por Salvador escoltado por el séquito de ediles socialistas.

“Para ti, Salvador, la Alcaldía, y para nosotros las delegaciones”. “¡¿Todas?!”, exclama Salvador. “Todas”, responden el mediador. La posición del de Ciudadanos es menos algo menos firme y deja un delgado espacio para el acuerdo, si bien propone que será él quién reparta las competencias a los concejales. “Eso nunca”, le responde el mediador. Conscientes de que pueden entrar en un callejón sin salida aparcan el tema y se despiden –“buenas noches”, “buenas noches”- con el compromiso de reflexionar.

A CUATRO DÍAS DEL PLENO

A las 5 de la tarde del día siguiente, martes 4 de julio, Salvador y el candidato del PP Felipe Cayuela se ven en el café Preston de Almería. Los dos viejos compañeros, que apenas habían cruzado palabra desde las elecciones (a una reunión anterior con Cayuela en la Venta de El Pobre asistió Pedro El Jarana y no Salvador), coinciden en que se acerca el momento del pleno y es conveniente mirarse, al menos, a los ojos. La reunión, sin testigos, apenas dura veinte minutos. Salvador quiere dos años de Alcaldía. Cayuela dice no. “6/1 da para un pacto que respete la voluntad popular. No te puedo dar lo que me pides”. Se levantan y se van.

Cuatro horas después Salvador está en Cuevas del Almanzora. Había sido citado el día anterior. Él y su amigo Pedro El Jarana estaban convocados por el mediador -en nombre de los socialistas carboneros- en el restaurante El Perejil. Otra vez todos mirándose de frente. Inoportunamente, el móvil de uno de los de Ciudadanos suena y delata que Alain Cacoub está al tanto e impaciente. Pero al francés no se le responde. En ese momento no procede. Más tarde sí. Son las 9 de la noche.

Frente a Salvador y el Jarana se sientan los socialistas: el sobrinísimo Amérigo y su leal Ramón Soto, y los cinco nuevos concejales del PSOE. El grupo municipal entero se ha presentado allí. Y hay un octava persona, el mediador; el de absoluta confianza y dotes para la persuasión; el que porta apellidos ilustres del progresismo levantino. Si el partido lo necesita, acude y él disfruta haciendo lo que hace.

Los convocados vuelven a reír y bromear como amigos, camaradas, colegas de siempre; compañeros que jamás han reñido. ¿Quién lo iba a decir? Observados desde fuera podría decirse que entre los hostiles contrincantes existe aprecio. Pero no. Cualquier cosa menos eso. Se han cruzado una docena de querellas para liquidarse –con resultado de muertos, muertos políticos- que nadie quiere recordar porque ahora es agua pasada. Saber estar es un arte y un deber del buen político con dotes diplomáticos. Hay un tiempo para matar y otro para compartir cervezas. Y no son incompatibles. He aquí la prueba. Aquí, en El Perejil, y apartados para que nadie de fuera diga. ¿Pero esto no iba de algo personal e irreconducible? Pues no.

En El Perejil –y en las otras citas- El Jarana habla más que Salvador. Se mueve con soltura, es más político que los políticos. No cede, es férreo en sus posiciones. O casi, porque aquí y ahora ya no importa que el sobrinísimo Amérigo sobreviva a la quema, le dejan vivir, que sea concejal. La batalla se dirime en el campo del Urbanismo… y las Obras. ¡Pero si desde hace muchos años el Urbanismo es una ruina de concejalía! Pues no. En Carboneras despierta los más intensos deseos. Y se lanza la última apuesta, el resto: “Si queréis acuerdo, la Alcaldía y Urbanismo son para Ciudadanos”. El PSOE no retrocede. “De eso nada. La Alcaldía entera para vosotros los cuatro años. Pero el resto de competencias para nosotros, es nuestra última oferta”.

Receso de Ciudadanos. Receso de Socialistas. El persuasor de insigne apellido se emplea a fondo. Habla en un aparte con Amérigo, en otro con Salvador y El Jarana. El acuerdo se acaricia. Basta con que alguno ceda un poquito. Las yemas de los dedos parecen tocar un acuerdo que todos quieren.

Nunca Ciudadanos podría aspirar a más con su sólo concejal, ni el PSOE a menos con todas las seis actas que le han concedido las urnas.

Y fue de nuevo el Urbanismo, el viejo urbanismo, el maldito urbanismo, la llave de las licencias y las recalificaciones. Y las Obras. Ni uno ni otro renunciaron a ser los tutores del porvenir del ladrillo carbonero. ¿Pero qué ladrillos? Algo se mueve bajo la manga del mago que los demás no vemos. Como mucho, intuimos. Cacoub, El Jarana, los agradecimientos al concejal de Urbanismo… Y aquello no dio más de sí. “Adiós”. “Adiós”. Se levanta la sesión.

A TRES DÍAS DEL PLENO

Otro amanecer, es miércoles, 5 de julio, a tres jornadas de constituir el Ayuntamiento y Carboneras sigue sin acuerdos políticos que garanticen un gobierno estable.

Sobre la 1 de la tarde, el número dos del PSOE, Paco Capel, se ve en las inmediaciones del Llano de Don Antonio con el número uno del PP Felipe Cayuela. Hablan sobre si es cierto el rumor de que Capel piensa dimitir para que corra la lista y Ramón Soto sea concejal. Charlan brevemente y se despiden. Será por poco tiempo.

Al filo de la medianoche suena el teléfono de Cayuela, al otro lado está el socialista Capel. “Felipe tenemos que vernos ahora”. “¿Ahora? ¿Sabes la hora que es?”, responde el del PP. “Te espero en el mismo sitio del Llano de Don Antonio. No tardes. Yo estoy allí en veinte minutos”.

Cayuela no tiene tiempo a decir que no, se viste y se dirige al punto de encuentro. En casa le han advertido sobre lo intempestivo de la hora y las encerronas. Sobre la seguridad personal.

Al llegar, la noche lo cubre todo. Apenas unos minutos después visualiza las luces de un coche que se acerca. La ventanilla del acompañante se baja y para sorpresa de Cayuela recibe el saludo cordial de José Luis Amérigo, que le invita a entrar en el automóvil.

Capel y Amérigo tratan de convencer a Cayuela de que, comprobada por ambas partes la imposibilidad de concertar con Salvador de Ciudadanos, lo mejor es que PP y PSOE se repartan la Alcaldía dos años para cada uno. “Mi gente y mi partido no lo van a aceptar”, corta Cayuela. “Nosotros tampoco lo vamos a tener fácil con los nuestros, pero me da igual si me expulsan”, replica Amérigo. Quedan en hacer consultas y contestarse al día siguiente.

A DOS DÍAS DEL PLENO

A la 1 de la tarde del jueves contactan de nuevo. Capel, en nombre del PSOE, mantiene la oferta de compartir Alcaldía. “Los dos primeros años para José Luis y los siguientes para ti, Felipe”, pero Cayuela contesta que es imposible. Punto y final.

A las 15,35, Felipe escribe en la página del Partido Popular en Facebook: “Mañana se celebra el pleno de Constitución y a día de hoy no sabemos quién será el alcalde. Hemos hecho todo lo que consideramos justo, honesto y normal para llegar a un acuerdo, pero hay un grupo que nos manifiesta que ‘no sabe’.

Sin conocer lo qué va a ocurrir mañana, nosotros siempre estaremos ahí, en el gobierno o la oposición. Mañana presentaremos nuestra candidatura como la fuerza más votada porque así lo han querido los carboneros”.

Ese mismo jueves por la tarde hay intercambio de mensajes entre los socialistas y Salvador de Ciudadanos. Quedan en verse después de la reunión nocturna de la ejecutiva del PSOE. El encuentro no se produce pero sí comunican, bien entrada la noche, a través de Whatsapp para intentar un “dos años para cada uno”. El intento fracasa.

Poco antes los socialistas en su sede habían debatido acaloradamente. Cuentan que ante la insistencia de José Luis Amérigo en hacer un último esfuerzo por captar a Salvador Hernández (Cs), el gran padrino Cristóbal golpea la mesa al tiempo que dice a su sobrino “¡ya está bien, José Luis!”.

A MENOS DE DOCE HORAS DEL PLENO

La jornada del jueves ya había agotado casi todos sus minutos cuando el número dos de Felipe Cayuela, Lorenzo ‘el machote’, recibe una llamada de Pedro El Jarana. Lorenzo y Felipe están sentados tomando el fresco en una terraza de la Calle Sorbas. El Jarana propone “para nosotros Urbanismo, Servicios Urbanos, Transición Justa y la liberación como asesor de Agustín” Cánovas –que es el segundo de Ciudadanos y no alcanzó el acta-. Mientras comentan la oferta, el Jarana vuelve a llamar a Lorenzo: “dile a Felipe que venga, estamos en mi cortijo”.

Felipe duda si ir, pero pasan a recogerlo. La noche es cerrada y el vehículo transita por caminos sin luz. Al llegar el reloj marca algunos minutos por encima de las 12 de la noche, Pedro le está esperando. Junto a él, Salvador y Agustín Cánovas. De inmediato se entra en el tema. Hablan con tranquila agitación casi dos horas. Al final Cayuela dice que es muy tarde, que se va, que son las dos de la mañana, que sólo faltan ocho horas para el pleno y está cansado. Los otros no tienen hartura, quieren seguir.

Felipe, a punto de cruzar la puerta para irse, escucha la voz de Pedro El Jarana a modo de última y definitiva oferta: “queremos Urbanismo, Servicios Urbanos y Transición Justa. Y Agustín liberado, ¿aceptas? ¿tenemos un acuerdo?”. Cayuela asiente y desaparece sin tener muy claro lo que va a ocurrir en el pleno.

Poco antes de que aterrizara Cayuela en casa de Pedro El Jarana, el socialista mediador de insignes apellidos progresistas llama a Pedro. Sabe que no queda tiempo y se la juega a todo o nada. “¿Llegamos a un acuerdo? Dos años para vosotros y dos para nosotros”. El mediador percibe con nitidez que la llamada llega tarde, que el tema y las contestaciones de El Jarana no se parecen a las del Jarana negociador de los días anteriores. Que, en definitiva, en Carboneras hay un pacto y el PSOE se ha quedado fuera.

Nadie durmió esa noche teniéndolas todas consigo. Pasadas las diez de la mañana y constituido el pleno, se inició la votación, secreta, como es costumbre, y terminado el recuento, Felipe tenía sus seis votos más uno, el de Salvador. El pobrísimo discurso que dio es la prueba de que, inseguro del resultado, ni siquiera se lo había preparado.