Hay que limitar las hectáreas cultivadas


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PASEO ABAJO/Juan Torrijos

Los expertos nos dicen, nos recomiendan, al final nos aseguran, uno de estos días convencerán a algún partido político para que, ante la sequía que se viene produciendo en nuestro país no hay otra alternativa que limitar las hectáreas que se vienen cultivando en la provincia almeriense.

No han dicho nada de trasvasar el agua de las zonas húmedas a las secas del este o del sur peninsular. Para qué, si los lobbies de presión han convencido a los rojos y los azules para acabar con los trasvases, las presas y en el fondo con la propia agricultura.

Hace más de treinta años ya se intentó, desde la subdelegación del Gobierno en la calle Arapiles, para que no se pusieran más hectáreas de invernaderos en Almería. La excusa era la misma que sacan ahora los expertos, la sequía de esta tierra, el agotamiento de nuestros acuíferos. Entonces ya estaban agotados.

Han pasado más de treinta años, se aumentaron los cultivos, creció el número de agricultores, de familias que trabajan en los invernaderos, la economía de la provincia proyectaba las cuentas de la comunidad y se fue encontrando el agua necesaria para el riego de los productos, eso sí, sin demasiado apoyo desde las administraciones.

Aquellos agoreros acallaron sus voces. Dejaron vivir el sueño almeriense, se logró la autovía que sacaba nuestros camiones camino de Europa, olvidando el famoso y muy almeriense puente de Rioja.

Han pasado los años, y aquellas voces, expertas ellas, vuelven a la actualidad. Ante la sequía que padecemos no hay otra alternativa que limitar las hectáreas cultivadas.

¿Quién paga estas voces? ¿Quién alimenta estas recomendaciones? ¿A quién le interesa que la agricultura almeriense no se desarrolle? ¿Quién quiere ponerle puertas al campo de esta tierra?

Parecen estar más interesadas, las expertas voces, en el desarrollo agrícola de los vecinos del sur. Esos vecinos a los que se les acusa de comprar diputados en Bruselas, a los que nadie pone freno a la hora de enviar productos a UE, a los que les damos subvenciones para que desarrollen su agricultura, mientras que a la nuestra le vamos poniendo límites.

Los tornillos y demás herramientas se los compramos a China (son baratos, pero qué malos por cierto), como los teléfonos, televisores y el resto de la tecnología, la agricultura, con los tomates y el aceite aumentando cada temporada, nos empieza a llegar del reino alauita.

¿A qué se van a dedicar los españoles? Pregunto. ¿A camareros? Pues el personal dice que va a ser que no. Más del ochenta por ciento de los parados apuntados en el Inem no están por la labor de ser camareros. Ya me dirán ustedes a qué se va a dedicar el españolito de a pie, el que no se dedica a la política o no tiene enchufe entre los políticos para que María del Mar Vázquez o Javier Aureliano los haga asesores en el Ayuntamiento o en Diputación.