![]() |
.. |
PASEO ABAJO/Juan Torrijos
Cada vez es más complicado en esta sociedad en la que nos ha tocado vivir poner la mano en el fuego por alguien. Lo más normal es que te quemes. Y si se trata de un político, aunque en este caso sea una ministra, las escondemos con celeridad. ¿Por qué será?
A la hora de creer lo que nos cuentan los unos y los otros, lo que asegura la ministra Ribera y lo que manifiestan los regantes, solo nos puede llevar a creer a una u otra opción la fe. Y no me hablen de la de nuestros mayores, que esa parece que la hemos olvidado hace tiempo.
La ministra dice que en la historia del agua sobra testosterona y falta frialdad en la cabeza. Y pueda que tenga razón. Así como que todas las medidas que el gobierno ha tomado en esa relación han sido con el acuerdo de los regantes. Lo mismo es que los regantes comen mucha granada, y de ahí la testosterona que producen sus órganos genitales.
¿Se olvida usted de las ostras?
Es por el precio, siguen siendo para políticos y sindicalistas.
¡Mentira!
Dicen los regantes. Mentira y cien veces mentira. Los regantes no han participado en ningún acuerdo sobre caudales ecológicos.
¿Quién miente? ¿La ministra, los regantes? ¿Mienten las dos partes?
La verdad está ahí fuera. ¿Y cómo llegamos a ella? Solo nos queda la fe. O creemos a la ministra, que es política, o en la palabra de los regantes que son los que padecen la sequía en sus campos. Pero es evidente que las dos partes no pueden tener la verdad. O la ministra le está tomando el pelo al personal, o los regantes se quejan sin motivo alguno.
La ministra tiene la presión y la testosterona de los ecologistas, (unos que deben comer muchas granadas, y ostras subvencionadas), de sus compañeros de partido de las comunidades con agua y de partidos extremos que apuntan a que se prohíban los trasvases, se derriben pantanos y se deje que los ríos sigan convirtiendo sus aguas en saladas al fundirse con las del mar. (Entre unos y otros nos van a dejar sin granadas y sin ostras).
Si es a esa testosterona a la que se refiere la señora Ribera, estoy de acuerdo con ella. Tiene razón la señora ministra, sobra testosterona en la cuestión del agua. Hay que hacer una ley urgente prohibiendo la venta y el consumo de granadas y el de las ostras. ¿Qué personal nos ha tocado?
Los regantes tienen la presión de cientos, miles de familias que se pueden quedar sin trabajo, sin un sueldo que llevar a sus casas, campos que no se van a poder regar, ingresos que no van a llegar a esos pueblos o ciudades.
No sé quién miente, pero si tengo que poner mi fe por delante, aunque poco creyente últimamente, me inclino por poner la mano en el lado de la balanza de los regantes. Y una cosa señora ministra, si los regantes de Almería, Murcia y Alicante tuvieran la testosterona de que les acusa, los campos, las calles de Madrid, los alrededores de la Moncloa y el congreso de los diputados y las ciudades mencionadas no estarían lo tranquilas que las vemos cada día. A los ciudadanos españoles nos falta algo de testosterona. Habrá que pedírsela prestada a los franceses.
A la hora de creer lo que nos cuentan los unos y los otros, lo que asegura la ministra Ribera y lo que manifiestan los regantes, solo nos puede llevar a creer a una u otra opción la fe. Y no me hablen de la de nuestros mayores, que esa parece que la hemos olvidado hace tiempo.
La ministra dice que en la historia del agua sobra testosterona y falta frialdad en la cabeza. Y pueda que tenga razón. Así como que todas las medidas que el gobierno ha tomado en esa relación han sido con el acuerdo de los regantes. Lo mismo es que los regantes comen mucha granada, y de ahí la testosterona que producen sus órganos genitales.
¿Se olvida usted de las ostras?
Es por el precio, siguen siendo para políticos y sindicalistas.
¡Mentira!
Dicen los regantes. Mentira y cien veces mentira. Los regantes no han participado en ningún acuerdo sobre caudales ecológicos.
¿Quién miente? ¿La ministra, los regantes? ¿Mienten las dos partes?
La verdad está ahí fuera. ¿Y cómo llegamos a ella? Solo nos queda la fe. O creemos a la ministra, que es política, o en la palabra de los regantes que son los que padecen la sequía en sus campos. Pero es evidente que las dos partes no pueden tener la verdad. O la ministra le está tomando el pelo al personal, o los regantes se quejan sin motivo alguno.
La ministra tiene la presión y la testosterona de los ecologistas, (unos que deben comer muchas granadas, y ostras subvencionadas), de sus compañeros de partido de las comunidades con agua y de partidos extremos que apuntan a que se prohíban los trasvases, se derriben pantanos y se deje que los ríos sigan convirtiendo sus aguas en saladas al fundirse con las del mar. (Entre unos y otros nos van a dejar sin granadas y sin ostras).
Si es a esa testosterona a la que se refiere la señora Ribera, estoy de acuerdo con ella. Tiene razón la señora ministra, sobra testosterona en la cuestión del agua. Hay que hacer una ley urgente prohibiendo la venta y el consumo de granadas y el de las ostras. ¿Qué personal nos ha tocado?
Los regantes tienen la presión de cientos, miles de familias que se pueden quedar sin trabajo, sin un sueldo que llevar a sus casas, campos que no se van a poder regar, ingresos que no van a llegar a esos pueblos o ciudades.
No sé quién miente, pero si tengo que poner mi fe por delante, aunque poco creyente últimamente, me inclino por poner la mano en el lado de la balanza de los regantes. Y una cosa señora ministra, si los regantes de Almería, Murcia y Alicante tuvieran la testosterona de que les acusa, los campos, las calles de Madrid, los alrededores de la Moncloa y el congreso de los diputados y las ciudades mencionadas no estarían lo tranquilas que las vemos cada día. A los ciudadanos españoles nos falta algo de testosterona. Habrá que pedírsela prestada a los franceses.