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JOSÉ Mª MARTÍNEZ DE HARO
DEFINICIÓN DE “MARRAJO” según la RAE en su segunda acepción: “Cauto, astuto que encubre dañada intención”. En la tercera acepción: “Tiburón de dientes desarrollados y agudos… Animal peligroso abundante en las costas de España”.
El prudente Feijoo, nostálgico de queimadas y muñeiras en la quietud de su querida Galicia, y sacudido ahora con improperios e insultos hilvanados desde el mátrix de toxicidad que alberga La Moncloa. La campaña para frenar a Feijoo señala miedo, pánico a imaginar el probable desalojo de tanta guarida bien pertrechada cuando llegue el temido momento. El Marrajo observa, acecha y asesta su golpe mortal con certeza mecánica. Se anuncian meses de elevada tensión emocional y política cuando acabe septiembre, se apaguen las luces y comience el espectáculo.
El duelo a espadas en el Senado, una barraca de feria muy costosa al erario público. Todo previsible menos las dos horas y cuarto de lanzamiento de dardos. Feijoo tampoco salió a hombros, pero ya avisó de que no se traga el anzuelo, huele la maniobra, su olfato gallego le avisa de la trampa. El fondo del asunto no es tanto el Consejo General del Poder Judicial, esto encubre con sutil apariencia la pieza mayor: el Tribunal Constitucional. Se trataría de la penúltima invasión, si acaso hubiera tiempo para la definitiva invasión en la cúspide del Estado. Y se trata de colocar piezas clave en el TC cuando ya se anuncian recursos sobre las condenas a prisión por corrupción de nueve altos cargos del PSOE de Andalucía, entre ellos un ex presidente de la Junta y del PSOE. Según los mentideros madrileños el nombre cuajado de enigmas sería Cándido Conde Pumpido, he aquí la cuestión. Aquel que animaba a jueces y magistrados a “mancharse las togas con el barro del camino”. Habría que descifrar el significado preciso de barro, muy genérico y aplicable a diversas acepciones, entre otras la suciedad.
El caso es que el Marrajo huele a desalojo cuando los felices beneficiarios de la “pax sanchista” puedan cantar su felicidad en las urnas. Eso no estaba entre las previsiones de los augures mejor situados junto a su cabecera. Pero los avisos se suceden y el cabreo y la mala leche ya se hace notar en las redes sociales, vertedero de las más bajas pasiones. Así que urgentemente hay que salvar al “bueno de Griñán”, tal que “salvar al soldado Ryan”. No ha sido muy ingeniosa la estrategia de Sánchez y del PSOE. Repetición coral del argumentario de todos los políticos corruptos cogidos en plena faena, juzgados y condenados: “mantengo mi absoluta honradez, se trata de una maniobra de persecución política”. Y siempre añaden: “Yo no me he llevado nada”.
El personal perjudicado por el manoseo y la mangancia de dinero público muestra cansancio y bastante asco cuando escucha tan absurda defensa. Pero aquí se trata del “bueno de Griñán”, condenado por hechos probados ante el Tribunal Supremo por prevaricación y malversación de fondos públicos por un montante de 679 millones de euros, no para beneficio de los desempleados andaluces, como se quiere hacer creer, sino que fueron desviados a sabiendas para beneficio exclusivo del amiguismo socialista. Menos mal que el “el bueno de Griñán” era bueno y sólo fueron 679 millones malversados, ¿cuánto podría ascender la malversación de los fondos púbicos si Griñán hubiera sido “el malo de Griñán”?
¿Qué interés inusitado causa la condena a Griñán en el Gobierno de España y en el PSOE para tanto agobio promoviendo esta causa de beatificación? Algo más allá de la lógica corporativista podría mover las fichas entorno al recurso de amparo ante el TC y la consiguiente solicitud de indulto ante el Gobierno. Diabólico dilema al que habría de enfrentarse el Marrajo antes de las elecciones municipales y autonómicas de 2023. Quiere atar la pieza para que no salte del TC a la magnanimidad del indulto. Esta filigrana política y jurídica habría de hilvanarla el “experimentado” Conde Pumpido con millones de espectadores atentos al desenlace. Para eso está el barro, para mancharse cuando toque. Pero en este caso se pondría en juego, otra vez más, la utilidad cierta del TC y la independencia de sus resoluciones en asuntos tan escandalosos como la corrupción de quien fuera presidente de Andalucía y presidente del PSOE. Sánchez, en su etapa virginal, aseguraba en TV estar en contra de los indultos políticos. El Código ético del PSOE señala en su artº 8: “los cargos públicos del PSOE se comprometen a no proponer ni apoyar el indulto de cargos púbicos condenados por delitos ligados a corrupción”. Griñán es el prototipo de aplicación de este Código Ético.
Ante la previsible generosidad del Gobierno para conceder el indulto, las asociaciones mayoritarias de la magistratura se han pronunciado reivindicando los límites de la medida de gracia en casos de políticos, como es el de los condenados por el TC por corrupción en los ERES ilegales. Reclaman estos magistrados que habría de manifestarse primero un arrepentimiento público y también la devolución del dinero malversado. Las probabilidades de que un político condenado por corrupción devuelva un solo euro es sencillamente nula. Con esta premisa cabe imaginar la disposición de los condenados por los ERES para devolver los 679 millones de euros malversados. Y por esta cuestión precisa, Susana Díaz, que fuera presidenta de la Junta de Andalucía y ahora acomodada en una tumbona del Senado, entró en escena ante el oscuro futuro judicial de Griñán, Chaves y otros dirigentes del PSOE andaluz, mediante una maniobra de los abogados de la Junta que impidió que la Junta de Andalucía, como perjudicada directa, pudiera reclamar ante los juzgados los 679 millones de euros malversados y que los Tribunales pudieran obligar a devolver hasta el último euro a la Administración andaluza, una vez identificados uno a uno los beneficiarios de la trama corrupta.
Será por lo ejemplar del caso que Felipe González proclama la honradez a prueba de ERES del “bueno de Griñán”, afirmando que volvería a nombrarlo ministro si estuviera en su mano. Felipe soporta una larga lista de condenados por corrupción nombrados por el que resultaron auténticos chorizos. Tal vez volvería a nombrar director general y casi ministro de Interior a Luis Roldán huido de España tras robar el dinero de los huérfanos de la Guardia Civil, y también puede que volviera nombrar a tantos otros altos cargos de su gobierno condenados por corrupción. A estas alturas, con los juzgados repletos de procedimientos por corrupción, abochorna el subidón de Felipe González. Será por ello que el secretario General del PSOE de Andalucía, Juan Espadas, se niega a firmar la solicitud de indulto a Griñán tratando de evitar daños electorales en las municipales y autonómicas de 2023.
Se anuncia un otoño especialmente efervescente. El Marrajo muestra su afilada dentadura mientras Feijoo ensaya con la gaita y el “bueno de Griñán” prepara su mejor gesto de impecable honradez. Ocurre que para ejercer ahora de Robin Hood lo primero sería un sincero acto de contrición .Y frotarse las manos con hidrogel.
El prudente Feijoo, nostálgico de queimadas y muñeiras en la quietud de su querida Galicia, y sacudido ahora con improperios e insultos hilvanados desde el mátrix de toxicidad que alberga La Moncloa. La campaña para frenar a Feijoo señala miedo, pánico a imaginar el probable desalojo de tanta guarida bien pertrechada cuando llegue el temido momento. El Marrajo observa, acecha y asesta su golpe mortal con certeza mecánica. Se anuncian meses de elevada tensión emocional y política cuando acabe septiembre, se apaguen las luces y comience el espectáculo.
El duelo a espadas en el Senado, una barraca de feria muy costosa al erario público. Todo previsible menos las dos horas y cuarto de lanzamiento de dardos. Feijoo tampoco salió a hombros, pero ya avisó de que no se traga el anzuelo, huele la maniobra, su olfato gallego le avisa de la trampa. El fondo del asunto no es tanto el Consejo General del Poder Judicial, esto encubre con sutil apariencia la pieza mayor: el Tribunal Constitucional. Se trataría de la penúltima invasión, si acaso hubiera tiempo para la definitiva invasión en la cúspide del Estado. Y se trata de colocar piezas clave en el TC cuando ya se anuncian recursos sobre las condenas a prisión por corrupción de nueve altos cargos del PSOE de Andalucía, entre ellos un ex presidente de la Junta y del PSOE. Según los mentideros madrileños el nombre cuajado de enigmas sería Cándido Conde Pumpido, he aquí la cuestión. Aquel que animaba a jueces y magistrados a “mancharse las togas con el barro del camino”. Habría que descifrar el significado preciso de barro, muy genérico y aplicable a diversas acepciones, entre otras la suciedad.
El caso es que el Marrajo huele a desalojo cuando los felices beneficiarios de la “pax sanchista” puedan cantar su felicidad en las urnas. Eso no estaba entre las previsiones de los augures mejor situados junto a su cabecera. Pero los avisos se suceden y el cabreo y la mala leche ya se hace notar en las redes sociales, vertedero de las más bajas pasiones. Así que urgentemente hay que salvar al “bueno de Griñán”, tal que “salvar al soldado Ryan”. No ha sido muy ingeniosa la estrategia de Sánchez y del PSOE. Repetición coral del argumentario de todos los políticos corruptos cogidos en plena faena, juzgados y condenados: “mantengo mi absoluta honradez, se trata de una maniobra de persecución política”. Y siempre añaden: “Yo no me he llevado nada”.
El personal perjudicado por el manoseo y la mangancia de dinero público muestra cansancio y bastante asco cuando escucha tan absurda defensa. Pero aquí se trata del “bueno de Griñán”, condenado por hechos probados ante el Tribunal Supremo por prevaricación y malversación de fondos públicos por un montante de 679 millones de euros, no para beneficio de los desempleados andaluces, como se quiere hacer creer, sino que fueron desviados a sabiendas para beneficio exclusivo del amiguismo socialista. Menos mal que el “el bueno de Griñán” era bueno y sólo fueron 679 millones malversados, ¿cuánto podría ascender la malversación de los fondos púbicos si Griñán hubiera sido “el malo de Griñán”?
¿Qué interés inusitado causa la condena a Griñán en el Gobierno de España y en el PSOE para tanto agobio promoviendo esta causa de beatificación? Algo más allá de la lógica corporativista podría mover las fichas entorno al recurso de amparo ante el TC y la consiguiente solicitud de indulto ante el Gobierno. Diabólico dilema al que habría de enfrentarse el Marrajo antes de las elecciones municipales y autonómicas de 2023. Quiere atar la pieza para que no salte del TC a la magnanimidad del indulto. Esta filigrana política y jurídica habría de hilvanarla el “experimentado” Conde Pumpido con millones de espectadores atentos al desenlace. Para eso está el barro, para mancharse cuando toque. Pero en este caso se pondría en juego, otra vez más, la utilidad cierta del TC y la independencia de sus resoluciones en asuntos tan escandalosos como la corrupción de quien fuera presidente de Andalucía y presidente del PSOE. Sánchez, en su etapa virginal, aseguraba en TV estar en contra de los indultos políticos. El Código ético del PSOE señala en su artº 8: “los cargos públicos del PSOE se comprometen a no proponer ni apoyar el indulto de cargos púbicos condenados por delitos ligados a corrupción”. Griñán es el prototipo de aplicación de este Código Ético.
Ante la previsible generosidad del Gobierno para conceder el indulto, las asociaciones mayoritarias de la magistratura se han pronunciado reivindicando los límites de la medida de gracia en casos de políticos, como es el de los condenados por el TC por corrupción en los ERES ilegales. Reclaman estos magistrados que habría de manifestarse primero un arrepentimiento público y también la devolución del dinero malversado. Las probabilidades de que un político condenado por corrupción devuelva un solo euro es sencillamente nula. Con esta premisa cabe imaginar la disposición de los condenados por los ERES para devolver los 679 millones de euros malversados. Y por esta cuestión precisa, Susana Díaz, que fuera presidenta de la Junta de Andalucía y ahora acomodada en una tumbona del Senado, entró en escena ante el oscuro futuro judicial de Griñán, Chaves y otros dirigentes del PSOE andaluz, mediante una maniobra de los abogados de la Junta que impidió que la Junta de Andalucía, como perjudicada directa, pudiera reclamar ante los juzgados los 679 millones de euros malversados y que los Tribunales pudieran obligar a devolver hasta el último euro a la Administración andaluza, una vez identificados uno a uno los beneficiarios de la trama corrupta.
Será por lo ejemplar del caso que Felipe González proclama la honradez a prueba de ERES del “bueno de Griñán”, afirmando que volvería a nombrarlo ministro si estuviera en su mano. Felipe soporta una larga lista de condenados por corrupción nombrados por el que resultaron auténticos chorizos. Tal vez volvería a nombrar director general y casi ministro de Interior a Luis Roldán huido de España tras robar el dinero de los huérfanos de la Guardia Civil, y también puede que volviera nombrar a tantos otros altos cargos de su gobierno condenados por corrupción. A estas alturas, con los juzgados repletos de procedimientos por corrupción, abochorna el subidón de Felipe González. Será por ello que el secretario General del PSOE de Andalucía, Juan Espadas, se niega a firmar la solicitud de indulto a Griñán tratando de evitar daños electorales en las municipales y autonómicas de 2023.
Se anuncia un otoño especialmente efervescente. El Marrajo muestra su afilada dentadura mientras Feijoo ensaya con la gaita y el “bueno de Griñán” prepara su mejor gesto de impecable honradez. Ocurre que para ejercer ahora de Robin Hood lo primero sería un sincero acto de contrición .Y frotarse las manos con hidrogel.