Es el primero de los 5 ‘Secret Show’ que se celebrarán dentro del programa de más de 50 conciertos
ALMERÍA HOY / 12·04·2021
Emociones, risas, diálogo, miradas, buena música, grandes canciones… El ciclo de conciertos de Cooltural Go! que traerá más de 50 conciertos y actividades a la ciudad de Almería desde el presente mes de abril hasta el próximo mes de septiembre echó a andar ayer con la celebración de una de las líneas más atractivas del programa, un ‘Secret Show’, en el que el público adquiere su entrada sin conocer dónde es el concierto hasta 24 horas antes y no sabe a quién va a ver hasta que aparece en escena. Tras la Tetería Aljaima y Alice Wonder, el Museo de la Guitarra ‘Antonio de Torres’ y Carmen Boza, y la terraza del Centro de Interpretación Patrimonial, en el Ayuntamiento, con El Niño de la Hipoteca, ayer se sumaron a la nómina el auditorio del parque construido frente a las míticas Cuevas de Conan, en las que se rodaron escenas de la película de Arnold Schwarzenegger y, como artista, Travis Birds.
Acompañada por Álvaro Espinosa, productor y guitarrista de su disco, cabeza visible del grupo The Pink Tones o el más personal The Sleeping Philosophers, la artista madrileña superó con apenas unos acordes y dos estrofas de ‘Tananana’, una de las canciones de su último álbum, esa intangible sensación de sorpresa que se genera en el público cuando no reconoce a la artista a simple vista. Así comenzó una relación de mutuo descubrimiento, pero tan sencillo y veloz como el que se produce entre dos amantes cuando el amor y la pasión que sienten están inmensamente por encima de todo lo conocido hasta el momento. “Bueno, no sé si sabéis quien soy”, dijo con timidez tras ella, hasta que de entre los 100 asistentes que colgaron el cartel de ‘entradas agotadas’ se oyó “¡Travis!”.
La cantautora ha irrumpido con fuerza en los últimos años desde que un viaje a Londres le marcara el camino de la canción. Desde entonces ha sido reconocida por ser la autora de la canción de cabecera de la serie ‘El Embarcadero’ o por ser la protagonista de la otra cara de la historia de ’19 Días y 500 Noches’ en la versión escrita por Benjamín Prado en el disco de homenaje a Joaquín Sabina. De esta forma, Travis Birds basaría su repertorio en su más reciente ‘La Costa De Los Mosquitos’, pero con algún guiño a su debut, ‘Año X’, con en el segundo tema, ‘Azul Noche’. A dos guitarras, trasladaron la intensa producción de arreglos de su último trabajo a canciones como las pasionales ‘Madre Conciencia’ o ‘Lagarto Rojo’, “muy apropiada para cantarla aquí como estamos, al sol”, o la delicadeza de ‘Claroscuro’, entre ellas.
Con influencias que van del carácter coplero más arraigado, a la canción latinoamericana o el rock transgresivo, la canción de autor americana también tiene su hueco en temas como ‘Maggie 1983’, interpretada antes de la citada canción televisiva, titulada ‘Coyotes’. También hay espacio para la música negra como en ‘Acordes de Jazz’ o esa adaptación de ‘Bolero Para Un Trompeta’ en la que, a falta del instrumento de viento metal, hizo las líneas melódicas con tarareos y sílabas, al más puro estilo de Alberto Pérez, el menos mediático de los tres de La Mandrágora, que compartía con Krahe y, de nuevo, Sabina. Para los bises, quedaría la divertida ‘Eduardo’, un irónico canto de amor libre, en el que el novio acaba enamorándose del primo de ella en plena boda y la urbanita y veraniega ‘Creature of the Night’, que enlazaría con una versión sucinta del ‘Walk On The Wild Side’ de Lou Reed, pero intercalando estrofas de canciones propias. Un animoso cierre para una artista que sin enarbolar ninguna bandera emerge como una triunfante y talentosa referencia de brillante futuro.
Acompañada por Álvaro Espinosa, productor y guitarrista de su disco, cabeza visible del grupo The Pink Tones o el más personal The Sleeping Philosophers, la artista madrileña superó con apenas unos acordes y dos estrofas de ‘Tananana’, una de las canciones de su último álbum, esa intangible sensación de sorpresa que se genera en el público cuando no reconoce a la artista a simple vista. Así comenzó una relación de mutuo descubrimiento, pero tan sencillo y veloz como el que se produce entre dos amantes cuando el amor y la pasión que sienten están inmensamente por encima de todo lo conocido hasta el momento. “Bueno, no sé si sabéis quien soy”, dijo con timidez tras ella, hasta que de entre los 100 asistentes que colgaron el cartel de ‘entradas agotadas’ se oyó “¡Travis!”.
La cantautora ha irrumpido con fuerza en los últimos años desde que un viaje a Londres le marcara el camino de la canción. Desde entonces ha sido reconocida por ser la autora de la canción de cabecera de la serie ‘El Embarcadero’ o por ser la protagonista de la otra cara de la historia de ’19 Días y 500 Noches’ en la versión escrita por Benjamín Prado en el disco de homenaje a Joaquín Sabina. De esta forma, Travis Birds basaría su repertorio en su más reciente ‘La Costa De Los Mosquitos’, pero con algún guiño a su debut, ‘Año X’, con en el segundo tema, ‘Azul Noche’. A dos guitarras, trasladaron la intensa producción de arreglos de su último trabajo a canciones como las pasionales ‘Madre Conciencia’ o ‘Lagarto Rojo’, “muy apropiada para cantarla aquí como estamos, al sol”, o la delicadeza de ‘Claroscuro’, entre ellas.
Con influencias que van del carácter coplero más arraigado, a la canción latinoamericana o el rock transgresivo, la canción de autor americana también tiene su hueco en temas como ‘Maggie 1983’, interpretada antes de la citada canción televisiva, titulada ‘Coyotes’. También hay espacio para la música negra como en ‘Acordes de Jazz’ o esa adaptación de ‘Bolero Para Un Trompeta’ en la que, a falta del instrumento de viento metal, hizo las líneas melódicas con tarareos y sílabas, al más puro estilo de Alberto Pérez, el menos mediático de los tres de La Mandrágora, que compartía con Krahe y, de nuevo, Sabina. Para los bises, quedaría la divertida ‘Eduardo’, un irónico canto de amor libre, en el que el novio acaba enamorándose del primo de ella en plena boda y la urbanita y veraniega ‘Creature of the Night’, que enlazaría con una versión sucinta del ‘Walk On The Wild Side’ de Lou Reed, pero intercalando estrofas de canciones propias. Un animoso cierre para una artista que sin enarbolar ninguna bandera emerge como una triunfante y talentosa referencia de brillante futuro.