"La sociedad argárica se levantó contra un sistema injusto y ecológicamente insostenible"

Roberto Risch es uno de los más reputados investigadores de la arqueología actual. Doctor en Prehistoria y profesor en la Universidad Autónoma de Barcelona, ha participado en numerosas e importantes campañas en yacimientos de referencia como El Argar, Fuente Álamo, Gatas, La Almoloya o La Bastida.


Roberto Risch atiende a la prensa en el yacimiento argárico de La Bastida, en Totana

ALMERÍA HOY / 16·06·2019


- ¿Cuál fue la principal aportación de la Cultura Argárica al ordenamiento político?

- Era una sociedad excepcional, mucho más que un simple rosario de pequeñas aldeas aisladas. Tradicionalmente, se pensaba que núcleos como Fuente Álamo o El Argar estaban organizados como una especie de “jefatura” y, en cambio, ya lo advertimos con las excavaciones que hizo aquí el Instituto Arqueológico Alemán, pero ahora, en las que venimos desarrollando desde el 2009 en La Bastida, en Totana, y en La Almoloya, en Pliego de Murcia, estamos viendo la existencia de un sistema político que podríamos calificar como estatal porque la organización que tiene es suprarregional, abarca un territorio de 33.000 km2 que llega desde Alicante a Jaén y desde las sierras de Murcia hasta Almería y Granada, y se rige por una estructura uniforme sobre un territorio.

- Es decir, un sistema de organización completamente novedoso, al menos en este lado del Mediterráneo ¿no?

- Sabíamos que hace 4.000 años existían Estados en Egipto, Mesopotamia, Troya o Anatolia, y que ésas eran sociedades donde había clases dirigentes que organizaban la economía, el intercambio, las relaciones sociales, la ideología y, de pronto, encontramos en la zona más árida de Europa un desarrollo social insólito que sólo duró 600 años, desde el 2.200 antes de nuestra era hasta, aproximadamente, el 1.550 y, tan repentinamente como surgió, desapareció. Fue una época muy especial, única tanto en el espacio como en el tiempo, pues, hasta el mundo ibérico, con la llegada de púnicos y fenicios en Villaricos, por ejemplo, no tenemos nada que se parezca en escala política y social a este tipo de organización que encontramos en El Argar.

- ¿Tenemos idea de cómo y porqué se produjo el fin de esa civilización?

- Lo sabemos ahora bastante bien gracias a las excavaciones llevadas a cabo en los años 80 y a principios de los 90 en Fuente Álamo. Sabemos que este sistema conllevó una enorme desforestación de las zonas llanas. En parte, el paisaje desforestado que vemos en las llanuras es un impacto medioambiental que comenzó hace 4.000 años y, a esa crisis medioambiental, se unió una enorme desigualdad. Al final de esos 600 años, las diferencias entre las clases sociales se van ampliando a pasos agigantados y eso es fácilmente apreciable, porque las tumbas ricas son cada vez más ricas, tenemos una élite cada vez más poderosa y pudiente, y, para decirlo en términos actuales, la clase servil, trabajadora cada vez tiene tumbas más pobres o ni siquiera es enterrada; la mortalidad infantil aumentó en los últimos cien años exponencialmente, por lo que sabemos que la nutrición era peor, el cuidado de las personas mayores y de los niños recién nacidos también era más deficiente y todo eso desembocó en una revuelta social que tuvo como consecuencias más inmediatas la deserción e incendio de los poblados y el abandono de la costumbre de realizar los enterramientos dentro de las casas, justamente lo que caracteriza a la Cultura Argárica, porque esa es su particularidad ideológica, todo el sistema argárico se basa en esos enterramientos dentro de sus propias casas que nos dicen si el propietario es pobre o rico, toda ese acerbo, después del 1.550 a.n.e., desaparece por completo. Algunos poblados, como Fuente Álamo, siguen siendo habitados, pero toda la superestructura ideológica es anulada y eso, junto con los incendios y abandonos, nos está indicando que fue la sociedad misma la que tomó las riendas de la historia y acabó con ese sistema sumamente injusto y ecológicamente insostenible.

- ¿Está la avaricia humana en el origen del fin de la Cultura Argárica?

- No hay ningún gen de la avaricia, del egoísmo o de subyugar a otros en el ser humano, eso no está genéticamente codificado y, por eso, no todas las sociedades funcionan de esta manera tan desigual e injusta, sólo algunas. El Argar es como un libro que podemos leer y nos enseña mucho de nosotros mismos, porque, claramente, fue un Estado fallido, un intento, y, por eso, no sabemos ni el nombre que tenía. No nos ha llegado el nombre ni nada; las sociedades que le siguieron, que eran mucho más igualitarias y con unos accesos a los recursos mucho más directos que en El Argar, no nos han trasmitido nada, querían olvidar ese Estado fallido, esa situación claramente insostenible a niveles ecológicos y sociales.

- Habla usted acerca de hechos que ocurrieron hace 4.000 años y de los que no existen testimonios escritos con una precisión y una rotundidad categóricas.

- Podemos ser muy precisos en la actualidad gracias a los enormes esfuerzos hechos por las diferentes administraciones que han invertido en investigación de calidad. Sólo si tenemos una investigación de calidad podremos hacer de la arqueología un valor social para nuestra propia comunidad, para el mundo en el que estamos viviendo y, en ese sentido, soy arqueólogo y me gusta la arqueología porque pienso que tiene algo que enseñar. Sólo la arqueología tiene una visión a largo plazo, no a plazos inmediatos, sobre adónde nos llevan ciertas situaciones sociales y económicas y eso es lo que tratamos de explicar a partir de los datos arqueológicos y empíricos.

- ¿Se ha observado algún tipo de continuidad entre las civilizaciones que se suceden en el territorio ocupado por la Cultura Argárica?

- Entre el mundo ibérico y El Argar hay más de mil años de sociedades que estamos empezando a conocer. No hay constancia de que existiera una relación directa entre ellas, pero, obviamente, pensamos que si hubiese quedado algo de Cultura Argárica se hubiese trasmitido de alguna forma, igual que ocurre en Grecia o en Creta, con los mitos del Minotauro y otros, en cambio, ese no ha sido el caso. Un elemento muy especifico de El Argar es, por ejemplo, la metalurgia. Siempre pensábamos que El Argar, Fuente Álamo, Gatas o El Oficio explotaban las minas locales de Sierra Almagrera, la Sierra de Almagro o Bédar y, en cambio, hoy sabemos que no es así. Los análisis químicos que hemos realizado muestran que, tanto el cobre como la plata que están utilizando esos yacimientos y, sobre todo, su clase dirigente, vienen de la zona de Sierra Morena, en Jaén, a más de doscientos cincuenta kilómetros en línea recta. ¿Cómo podemos entender que unas ciudades como El Argar o La Bastida estén recibiendo materia prima en forma de lingotes desde Sierra Morena? Sin un sistema de mercado ni de circulación, esa distribución no sería tan fiable como estamos viendo que fue en esa época y, por otra parte, en la época postargárica, cuando El Argar termina en el 1.550 a.n.e., observamos que en todos los poblados empieza a desarrollarse una metalurgia doméstica. Vemos moldes, crisoles de fundición, y que todo el mundo, de pronto, accede a un recurso básico como fueron los metales para fabricar herramientas, adornos y, obviamente, también armas para poder defenderse. Algo que antes fue monopolio de unos pocos, comienza a democratizarse. De repente, pasamos a una sociedad donde todo el mundo accede a esos recursos tan necesarios que eran los metales.