Lo afirma Carlos Arribas, licenciado en Ciencias Físicas y coordinador del Área Confederal de Residuos de Ecologistas en Acción.
Carlos Arribas |
ALMERÍA HOY / 01·06·2019
“La cementera de Carboneras cobra por quemar en sus hornos residuos peligrosos y cancerígenos que, en muchos casos, podría evitarse porque son susceptibles de regenerar y usarlos de nuevo, y lo hace con la connivencia de una Administración que permite que los controles de emisiones los realicen, con cita previa, laboratorios pagados por la empresa”. Lo afirma Carlos Arribas, licenciado en Ciencias Físicas por la Universidad de Barcelona, con diversos másteres en su curriculum, como el de Detección de Contaminación Ambiental, y autor de numerosos trabajos de investigación sobre neumáticos y lodos de depuradoras. Hemos hablado con él porque es un reconocido experto en industria cementera y coordinador del Área Confederal de Residuos de Ecologistas en Acción.
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Antes que nada, dígame, ¿qué está quemando Holcim en Carboneras?
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Básicamente, desechos procedentes de instalaciones industriales que
generan residuos peligrosos a centenares de kilómetros.
Prácticamente de toda España y de diversos lugares de Europa. Buena
parte vienen de la planta de Geocycle en Albox, que pertenece a la
misma corporación, Lafarge Holcim, dos grandes cementeras que se
fusionaron hace años. En su factoría de Albox preparan y
homogeneizan residuos industriales peligrosos generando un combustible
que, posteriormente, se incinera en la fábrica de Carboneras.
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¿Cuáles son estos componentes peligrosos?
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En primer lugar, los denominamos así porque es como los clasifica la
normativa internacional, ya que contienen sustancias peligrosas,
halogenadas y otras que están categorizadas de esa manera. Hay
diversos tipos de peligrosidad. Lo pueden ser para la vida acuática,
las personas. Todas son sustancias cancerígenas o que pueden
provocar mutaciones. Desde la H1 a la H15 existe una amplia gama de
características que agrupan a los residuos por las amenazas que son
capaces de causar.
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¿Y Holcim está quemando desechos que son peligrosos para la salud
de las personas?
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Sí. Está incinerando sustancias que, en algún caso, generan cáncer
en las personas que entran en contacto con ellas de forma
inapropiada. Los diversos tipos de peligrosidad están definidos en
la normativa europea, y la planta de Lafarge Holcim en Carboneras es
una de las cementeras que más residuos peligrosos está quemando en
España. Es asombroso la cantidad de desechos que se queman ahí, así
como su origen.
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¿Dice que es una de las que más residuos peligrosos quema?
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La mayor parte de las cementeras están quemando residuos no
peligrosos. De las 33 que hay en España, 29 cuentan con
autorización. Buena parte de ellas, tienen permiso, pero no
desarrollan esa actividad de incineración de desechos porque
comportaría tener, además, la acreditación de gestor de residuos,
un título que no todas poseen. Pero incluso hay algunas que lo
tienen y no lo están ejerciendo. Hay comunidades, como Extremadura,
Galicia o Asturias, en las que se quema una cantidad insignificante.
Por otra parte, en algunas plantas, la propia dirección se niega a
utilizar esos residuos como combustible debido a los problemas que
generan a sus procesos de producción. Parte de esos desechos están
contraindicados. De hecho, es incompatible su uso con la fabricación
de cemento blanco.
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¿Esos residuos se queman gratis o las plantas reciben alguna
contraprestación por parte de las empresas que los generan?
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Las plantas como la de Holcim en Carboneras son gestoras de residuos
y cobran por sus servicios. Es lo que llaman en su jerga
‘valorización energética’, pero la denominación técnica,
científica y jurídica es ‘coincineración de residuos”, porque
es la utilización del calor residual generado en la combustión de
esos desechos en un proceso productivo que, en este caso, es la
fabricación de clinker. Evidentemente cobran. La planta de Geocycle
en Albox, y son datos propios de la corporación Lafarge Holcim, en
2018 trató 50.000 Tm de residuos peligrosos, es decir, los
acondicionó para ser quemados posteriormente en la planta de
Carboneras, y facturó 2,5 millones de euros por ello. Es decir, el
valor medio de la gestión de cada tonelada le supuso 50 euros de
ingresos. Además, el negocio es doble. Por un lado se acondiciona el
residuo y después se usa como combustible. Pero en la planta de
Carboneras no sólo se queman los que provienen de Geocycle. Una
parte importante llega a la planta directamente desde las fábricas
que los generan, y el emisor paga por ello. Se trata de residuos
peligrosos que son muy difíciles de hacer desaparecer. Hay otras
técnicas para regenerarlos, como en el caso de los aceites, pero son
más costosas.
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Entonces, ¿el negocio lo hace Holcim en Carboneras o Geocycle en
Albox?
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No sé exactamente cuál de las dos factorías gana más dinero con
esto, pero, en cualquier caso, ambas forman parte de la misma
corporación empresarial. Geocycle se dedica a homogeneizar los
residuos, porque provienen de fuentes distintas y poseen diferentes
propiedades caloríficas. Es importante que el residuo a quemar en la
producción de clinker sea lo más homogéneo posible tanto para
disminuir las emisiones como para favorecer el proceso industrial.
Eso es lo que se hace en Albox. Por su parte, la fábrica de
Carboneras utiliza ese producto como combustible, cobra por ello y se
ahorra de pagar por otro convencional.
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Hemos escuchado que, cuando se producen determinadas operaciones en
la cementera, las emisiones son mayores de las habituales, ¿es
cierto eso?
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Completamente cierto. Todas las plantas de producción de cemento
generan muchísimo material muy fino, pues la materia a calcinar se
ha de moler hasta alcanzar unas dimensiones muy pequeñas antes de
entrar en el horno. Esa manipulación ya genera gran cantidad de
polvo que, en parte, es retenida en los filtros de la propia
industria, pero otra se difunde por el medio ambiente. Esa
contaminación difusa existe en todas las fábricas de cemento y, con
el régimen de vientos, se esparce a largas distancias. A esa
contaminación hay que añadir la que aportan los gases de
combustión, porque por las chimeneas también salen partículas más
pequeñas de una micra que no son recogidas por ningún filtro de
mangas de los que disponen la mayoría de las fábricas de cemento,
que sólo retienen las mayores de una micra.
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¿Y qué pasa con las más pequeñas?
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Salen por la chimenea. Y, por si fuera poco, están los gases
propiamente dichos. Con frecuencia, la combustión de sustancias
peligrosas genera otras que lo son más aún.
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¿Son las fábricas de cemento las instalaciones más adecuadas para
quemar esas sustancias peligrosas?
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Ni mucho menos. Ni siquiera la incineración es siempre el método
más recomendable para deshacerse de esos residuos, aunque en otros
casos sí. En el caso de los ‘pcb’ [bifenilos policlorados], que
son los líquidos refrigerantes que se utilizaban antes en los
transformadores eléctricos y son sustancias enormemente peligrosas,
su único tratamiento es la incineración, pero en España no existe
ninguna planta de tratamiento para esos líquidos y se envían a
Francia. En cualquier caso, los residuos peligrosos deberían ser
incinerados en instalaciones específicas, no en las cementeras.
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En cualquier caso, es preciso señalar que la quema de residuos,
incluso los peligrosos, en las cementeras es legal y cuenta con las
bendiciones administrativas necesarias. Incluso se les permite saltar
los límites de emisiones durante algunas maniobras, ¿es así?
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Así es. Existen una serie de parámetros de los gases que salen por
la chimenea que se miden de manera continua. Sin embargo, otros se
registran en ocasiones puntuales, durante 6 u 8 horas cada trimestre.
Es el caso de los metales pesados como el cadmio o el mercurio,
precisamente unas de las emisiones más peligrosas que provocan
cáncer. Además las concentraciones de estos elementos se miden
únicamente cuando la planta funciona en régimen estable, jamás
durante el encendido o apagado de los hornos. Por la literatura
científica existente, sabemos que una de las sustancias más nocivas
emitidas en los procesos de calcinación en las cementeras son las
dioxinas y furanos. Son enormemente peligrosas, las más tóxicas que
se han generado, y surgen de forma accidental. No se trata de
sustancias industriales que tengan algún uso. No sirven para nada y
la mayor parte de ellas aparecen durante los encendidos y apagados de
los hornos, justo en los momentos en que no se miden esas sustancias.
- ¿Debemos
entender que no se miden de manera consciente, para que no quede
registro de esas emisiones?
-Podemos
asegurar que la medida de emisiones de metales pesados, dioxinas y
furanos se realiza durante 24 o 32 horas al año, cuando los hornos
de la cementera funcionan 8.000 horas en ese periodo de tiempo.
Además, cuando se realizan esas mediciones, la planta se cuida muy
bien de elegir lo que quiere que se queme, es decir, se organiza
para incinerar los desechos menos peligrosos para asegurarse de que
no se van a registrar parámetros que puedan hacer saltar las
alarmas. Saben cuándo se van a medir esas sustancias y planifican
el escenario más favorable para sus intereses. Y, aún así, los
registros sobrepasan en ocasiones los valores límite permitidos,
pero ni siquiera entonces se sanciona a la cementera, sino que se
repiten las mediciones hasta que salen bien.
-¿Esas
mediciones las realiza la propia cementera o algún organismo
externo?
- Las
toman entidades acreditadas externas, pero con cita previa y pagadas
por la multinacional propietaria de la planta. Tanto los técnicos
como los aparatos que se utilizan para medir están suficientemente
contrastados como para asegurar que los resultados que ofrecen son
correctos pero, claro, en unas condiciones preparadas para que sean
favorables a la empresa, en los momentos que ésta quiere que se
hagan y, por lo tanto, ofrecen muchísimas dudas sobre su carácter
representativo de la realidad de las emisiones que se realizan
durante todo el año.
- ¿No
se llevan a cabo nunca inspecciones por sorpresa para saber qué se
está emitiendo realmente por las chimeneas?
- La
Junta de Andalucía tiene un laboratorio propio que las realiza sin
necesidad de avisar a la empresa titular de la explotación, pero
las hacen una vez cada dos años o más. El grado de control por
parte de la Administración es muy laxo.
- ¿A
qué cree usted que puede deberse esa permisividad?
- Efectivamente
hay una connivencia importante entre la Administración autonómica,
que es la competente en Medio Ambiente, y los titulares de las
fábricas de cemento porque las ven como lugares en los que
'valorizan' residuos y, de esa manera, hacen desaparecer un
problema. La Junta de Andalucía tiene convenios firmados con estas
empresas. Los sindicatos, por medio de la Fundación Laboral de
Cemento y Medio Ambiente, también favorecen la incineración de
residuos. La llaman, falsamente, 'economía circular', cuando no lo
es.
- ¿Por
qué no lo es?
- Porque
la incineración consiste en la destrucción térmica de un residuo,
sin embargo, en muchos casos se trata de desechos muy valiosos que
son materias primas susceptibles de otro uso después de un
tratamiento oportuno. En la escala de tratamiento de residuos y
economía circular, en primer lugar se contempla la producción
limpia, es decir, sin generación de desechos. Lo fundamental es no
generarlos, sobre todo, los de carácter peligroso, porque luego hay
que tratarlos. En segundo lugar, hablaríamos de reutilización y
reciclado. Ambos deben estar siempre por delante de la incineración,
o 'valorización energética', como la denominan ellos. Pero las
Administraciones ven en este tipo de industrias una vía para
desembarazarse de esos residuos molestos. A veces no saben hacerlo
de otra forma.
- Entonces,
¿dice usted que es posible reutilizar algunas de las sustancias
peligrosas que Holcim incinera en Carboneras?
- Un
ejemplo es el de los aceites de los coches, que se cambian cada
cierto tiempo porque se contaminan con los metales del degaste
producido en los motores por la fricción. Se trata de residuos
peligrosos que se pueden regenerar mediante ciertas técnicas y
disponerse para un nuevo uso, sin embargo, se prefiere quemarlos
pagando a las cementeras por hacerlo al tiempo que ahorran
combustible obteniendo un rendimiento económico más.
- ¿Por
qué cree usted que Carboneras es el escenario de unas prácticas
que siempre situamos en países del llamado Tercer Mundo? Recordemos
que, además de la incineración de residuos peligrosos en Holcim,
Endesa quema ingentes cantidades de carbón y existe una planta de
biodiesel que está en los tribunales por vertidos al mar.
- Carboneras
es una 'zona de sacrificio'. Está claro. Se decide que en un
espacio muy reducido se concentren una serie de empresas
contaminantes que realizan emisiones peligrosas. Carboneras se ha
sacrificado en ese sentido y allí se han reunido una serie de
industrias de alto poder contaminante que tiende a incrementarse,
porque el estado ambiental que generan mueve a las administraciones
a rebajar las exigencias a otras nuevas dado el daño que ya existe
allí.
- Vaya
panorama que nos ha dibujado, ¿queda algún resquicio para la
esperanza?
- Claro
que lo hay. Existen 33 plantas cementeras en España, pero 4 de
ellas no tienen autorización para incinerar residuos y no es por
casualidad. Están situadas en lugares en los que han encontrado una
oposición muy fuerte por parte de la ciudadanía que ha impedido
que obtengan la acreditación legal para quemar esos desechos.
- ¿Dónde
están localizadas?
- En
Huelva, Navarra, una de las dos que hay en Extremadura y Alcalá de
Guadaira, donde Portland Valderribas consiguió el permiso en 2014,
pero lo ha paralizado un juez a instancias de la denuncia
interpuesta por una plataforma ciudadana y Ecologistas en Acción.
En otros sitios, aunque cuentan con autorización para incinerar, no
lo están haciendo.