GABRIEL GUIRADO
11·05·2016
Hay noticias que por esperadas no dejan de sorprendernos. Recientemente, conocíamos que la Junta de Andalucía ha destinado al mantenimiento de la Alcazaba de Almería, entre los años 2010 y 2015, un total de 311.467 euros. Esta cifra supone una limosna de poco más de 62.000 euros al año para el principal monumento de la ciudad. Si tenemos en cuenta que la Alcazaba en el año 2015 superó los 230.000 visitantes, convirtiéndose en el segundo conjunto monumental andaluz más visitado después de la Alhambra de Granada, y que presenta un lamentable estado de abandono, está claro que este acto de caridad resulta insuficiente para atender las múltiples carencias que muestra el monumento.
En unas declaraciones recientes, la directora de la Alcazaba, María Luisa García, manifestaba, ingeniosamente, que la solución para suplir la falta de recursos y financiar el monumento pasaba por cobrar una entrada que debía revertir en el mismo espacio. Sorprendentemente el delegado de Cultura en Almería, Alfredo Valdivia, contradecía las afirmaciones de su directora, declarando que la Consejería no contempla el establecimiento de precios públicos para el acceso a la Alcazaba. Como ven, el flujo de comunicación entre los máximos responsables en Almería del monumento, para dirimir las diferencias o aunar opiniones, no parece formar parte de sus agendas. ¡Y así nos va!
Mientras tanto, el Ayuntamiento de Almería, como si no fuera con él, se limita a decir que «ahora no es el momento de abrir este debate»; respuesta más propia de estar en campaña electoral que de quien debería estar permanentemente al frente de las reivindicaciones sobre el monumento más importante de nuestra ciudad.
Pero parece que el debate se ha reavivado y las ocurrentes ideas de la directora de la Alcazaba han llegado hasta Sevilla, donde el Defensor del Pueblo Andaluz se ha interesado por las mismas y manifestando que «el cobro de entrada al monumento es un debate interesante ante el innegable recurso que supondría para obtener vías singulares de financiación para su mantenimiento o revertir en su puesta en valor».
La postura de Amigos de la Alcazaba es clara: cobrar entrada, sí; repercutir su importe directamente en el monumento, no. Pero no se alarmen, permítannos que nos expliquemos. ¿Han conocido ustedes en sus viajes muchos monumentos donde no se pague una entrada? La experiencia de otros lugares donde se ha tomado la decisión de cobrar el acceso, avala el hecho de que esta medida ha incrementado el número de visitas. El cobro de una entrada popular, de la que deben estar exentas determinadas personas, colectivos, días, etc., no supondría un rechazo, todo lo contrario, puede servir para que se reconozca y se valore más nuestro patrimonio; lo que es gratis, lamentablemente, en muchas ocasiones no se aprecia.
El cobro de la entrada debe estar ligado a un modelo de gestión alternativo al que ahora existe, que permite que el monumento malviva de la caridad de unos presupuestos vergonzosos que mantienen a la Alcazaba en la más absoluta indigencia para la investigación, la arqueología, la restauración, la difusión, las actividades culturales… Y todo ello, mientras se presume de que las cifras de visitantes baten récords año tras año.
Los ingresos derivados de las visitas no tienen por qué revertir directamente en el mismo, nos arriesgamos a que ello nos induzca a regir los monumentos y la cultura con criterios solo de rentabilidad económica como en la empresa privada. Lo que queremos es que se la dote de un presupuesto justo, acorde a las necesidades y la importancia del monumento y que esos beneficios, que aporten el pago de una entrada, revelen lo que aporta la Alcazaba a las arcas públicas y desenmascaren el déficit que presenta nuestro monumento más querido.
Es justicia y no caridad lo que pedimos para nuestra Alcazaba.
Gabriel Guirado es portavoz de la asociación de defensa del patrimonio histórico 'Amigos de La Alcazaba'.
En unas declaraciones recientes, la directora de la Alcazaba, María Luisa García, manifestaba, ingeniosamente, que la solución para suplir la falta de recursos y financiar el monumento pasaba por cobrar una entrada que debía revertir en el mismo espacio. Sorprendentemente el delegado de Cultura en Almería, Alfredo Valdivia, contradecía las afirmaciones de su directora, declarando que la Consejería no contempla el establecimiento de precios públicos para el acceso a la Alcazaba. Como ven, el flujo de comunicación entre los máximos responsables en Almería del monumento, para dirimir las diferencias o aunar opiniones, no parece formar parte de sus agendas. ¡Y así nos va!
Mientras tanto, el Ayuntamiento de Almería, como si no fuera con él, se limita a decir que «ahora no es el momento de abrir este debate»; respuesta más propia de estar en campaña electoral que de quien debería estar permanentemente al frente de las reivindicaciones sobre el monumento más importante de nuestra ciudad.
Pero parece que el debate se ha reavivado y las ocurrentes ideas de la directora de la Alcazaba han llegado hasta Sevilla, donde el Defensor del Pueblo Andaluz se ha interesado por las mismas y manifestando que «el cobro de entrada al monumento es un debate interesante ante el innegable recurso que supondría para obtener vías singulares de financiación para su mantenimiento o revertir en su puesta en valor».
La postura de Amigos de la Alcazaba es clara: cobrar entrada, sí; repercutir su importe directamente en el monumento, no. Pero no se alarmen, permítannos que nos expliquemos. ¿Han conocido ustedes en sus viajes muchos monumentos donde no se pague una entrada? La experiencia de otros lugares donde se ha tomado la decisión de cobrar el acceso, avala el hecho de que esta medida ha incrementado el número de visitas. El cobro de una entrada popular, de la que deben estar exentas determinadas personas, colectivos, días, etc., no supondría un rechazo, todo lo contrario, puede servir para que se reconozca y se valore más nuestro patrimonio; lo que es gratis, lamentablemente, en muchas ocasiones no se aprecia.
El cobro de la entrada debe estar ligado a un modelo de gestión alternativo al que ahora existe, que permite que el monumento malviva de la caridad de unos presupuestos vergonzosos que mantienen a la Alcazaba en la más absoluta indigencia para la investigación, la arqueología, la restauración, la difusión, las actividades culturales… Y todo ello, mientras se presume de que las cifras de visitantes baten récords año tras año.
Los ingresos derivados de las visitas no tienen por qué revertir directamente en el mismo, nos arriesgamos a que ello nos induzca a regir los monumentos y la cultura con criterios solo de rentabilidad económica como en la empresa privada. Lo que queremos es que se la dote de un presupuesto justo, acorde a las necesidades y la importancia del monumento y que esos beneficios, que aporten el pago de una entrada, revelen lo que aporta la Alcazaba a las arcas públicas y desenmascaren el déficit que presenta nuestro monumento más querido.
Es justicia y no caridad lo que pedimos para nuestra Alcazaba.
Gabriel Guirado es portavoz de la asociación de defensa del patrimonio histórico 'Amigos de La Alcazaba'.