Cazorla sale a ser alcalde y, ¿por qué no obispo?


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PASEO ABAJO/Juan Torrijos

Hay que reconocer que Miguel tiene ilusión, que no pierde la esperanza, aunque esta sea tan breve como un puñado de caramelos en las puerta de un colegio, que se decía en los años de nuestra infancia. Y ello es de agradecer. Ves la cara de Miguel y una sonrisa brilla en el fondo, no es el caso, por ejemplo, de su excompañero Burgos, que el hombre tiene siempre tiene cara seria, como de estar en contra de todo el mundo o tener un dolor de estómago. Pantecta, Burgos. Entre alguien que es capaz de dedicarte una sonrisa, y otro que con mala cara parece que no te aprecia en demasía, el de la sonrisa nos lleva a pensar que detrás de la misma puede haber alguna esperanza, breve como los caramelos…, pero esperanza.

La cuestión es que a veces se conoce tanto esa sonrisa, que cada vez nos hace menos ilusión. Uno entiende que Miguel salga para ser alcalde, lo acaba de decir, con un solo concejal puedo ser alcalde (y hasta obispo con la que tienen liada entre el emérito y el actual), optimista que es el hombre, pero al final se conformará con una concejalía, si es que la consigue, que llevará aparejada un sueldo mensual. “La familia siempre es la familia”.

Es cierto que en las municipales no importan demasiado las siglas, tiene toda la razón el candidato en ello, pero entiendo que son en los municipios más pequeños donde se vota al hombre, sin importar las siglas con las que se presenta.

Podría dar nombres de votantes de derecha que van a dar su voto a candidatos de izquierdas, y al revés en pueblos del Andarax y agua no encontrarás. ¡Ay, pantaneta, pantaneta! Lo que no estoy muy seguro es que en la capital se pueda llevar este razonamiento hasta sus últimas consecuencias. A Miguel lo votaran sus amigos, algunos conocidos y que comulguen con sus postulados y… en cuanto al resto, pues ya veremos, Miguel, ya veremos.

El señor Cazorla tiene unos cuantos amores en su vida. Sacando el familiar, dos, la política y la Iglesia se llevan la palma. Hay dos medallas que el privan a Cazorla, la del ayuntamiento que se cuelga en los actos oficiales del municipio y la de su cofradía de Semana Santa que luce con admiración y respeto en los días grandes de abril. Es cierto, sale a por la alcaldía el 28 de mayo, y si tuviera la posibilidad y le dejaran, saldría también a por el obispado de Almería. Por cierto, tras el obispo constructor que ahora anda de emérito y a vuelta con las cuentas que dejó en el obispado, nos ha tocado uno abierto a la integración de la inmigración, felicitando a los musulmanes la fiesta del Ramadán. A unos les ha parecido bien, hay otros que no lo entienden. Pero volvamos a Miguel, candidato a alcalde y si hubiera elecciones, a Obispo.

Personas así, no cabe duda, tienen un lugar en la política, y si no en ella, por lo menos en los comentarios que nos ofrece a los que nos dedicamos con algunas letras diarias a contar las cosillas políticas de nuestra tierra. Qué sería de nosotros sin los “Cazorlas” de turno, no solo el llamado Miguel, los hay del mismo calibre repartidos por los demás partidos, sin las salidas de tono en algunas ocasiones de estos padres y madres de la patria, sin sus esperanzas y promesas tan difíciles de cumplir cuando les llega el momento de gobernar.