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PASEO ABAJO/Juan Torrijos
No podemos contarles que, al delegado de colores de la Junta, Ramón Fernández Pacheco, se le notara contento el pasado lunes, trece de marzo, no es hombre que demuestre en su voz o en su cara esa sensación, pero se le veía con la satisfacción del deber cumplido. Las Salinas de Cabo de Gata han vuelto a su imagen de siempre. ¡Albricias!
Han vuelto las aguas a la charca y con ellas las aves. La calma reina entre los ecologistas y los defensores del Parque. Todo ha vuelto a la normalidad, la empresa a sacar sal, la aves a disfrutar de su espacio, los amantes de la fotografía a sus puestos y los pescadores a la búsqueda de los caramoños para sus cebos. El tiempo transcurrido para su solución ha sido, dentro de lo cabe, menor de lo que nos esperábamos cuando las manos de los políticos andan de por medio.
Aunque en este caso la responsabilidad de las obras a realizar no estaba en el frente de los dilectos, todo hay que decirlo, recaía sobre la empresa privada que tiene la concesión de las Salinas. Medalla para el pecho de Ramón por el trabajo realizado, pero anotemos que ella, la que luce, es gracias a los concesionarios de Las Salinas. Claro que, si se trata de medallas, el verde-azul de nuestros delegados quiere ponerse una de un millón de euros.
¡Un millón de euros!
Es lo que piensa donar, entregar, gastarse la Junta en las hermosas Salinas de Cabo de Gata. Nada que objetar a que se cuide el patrimonio ambiental que tiene la provincia, y no hay duda de que las salinas se merecen ese celo político demostrado por Ramón y ese millón de euros prometido.
Lo que no entiendo demasiado, que quieren que les diga, es ¿a quién se le da ese milloncejo de euros anunciado? Ojo, estamos hablando de unas salinas que son explotadas económicamente por una empresa privada. Privada. ¿Lo leen? Privada, señor delegado de colores.
¿Ese millón que sale de los bolsillos de los ciudadanos se van a poner a disposición de la empresa?
¿En qué condiciones se le va a entregar alegremente a una empresa que saca beneficios de Las Salinas?
Es lo que nos gustaría saber.
Si hay que cuidar y mejorar Las Salinas, es de imaginar que lo debe hacer quien de ellas se aprovecha. Eso dice la lógica. No parece de recibo que unos señores ganen dinero con la sal que de ellas extraen y encima los ciudadanos tengamos que ayudarles con nuestros impuestos al mantenimiento de las mismas. Algo que también ocurre con la diputación y nuestros dineros para las iglesias de nuestros pueblos. Con sus diferencias, cierto, pero de eso hablaremos otro día.
Es de imaginar que el medio ambiente almeriense tiene otros proyectos a los que ese millón de euros les vendría de perlas, los echaría a volar, vamos, cuestión esta que no deben necesitar unas salinas que ya tienen a una empresa privada que vuela por encima de ella con sus beneficios.
¿Nos contaran en qué y quién se van a beneficiar las salinas con ese millón que alegremente le damos los ciudadanos de nuestros impuestos?
No creo que sea mucho lo que pedimos. ¿Quién se lleva y en qué se gastan ese millón que les ofrece el delegado en colores?
Han vuelto las aguas a la charca y con ellas las aves. La calma reina entre los ecologistas y los defensores del Parque. Todo ha vuelto a la normalidad, la empresa a sacar sal, la aves a disfrutar de su espacio, los amantes de la fotografía a sus puestos y los pescadores a la búsqueda de los caramoños para sus cebos. El tiempo transcurrido para su solución ha sido, dentro de lo cabe, menor de lo que nos esperábamos cuando las manos de los políticos andan de por medio.
Aunque en este caso la responsabilidad de las obras a realizar no estaba en el frente de los dilectos, todo hay que decirlo, recaía sobre la empresa privada que tiene la concesión de las Salinas. Medalla para el pecho de Ramón por el trabajo realizado, pero anotemos que ella, la que luce, es gracias a los concesionarios de Las Salinas. Claro que, si se trata de medallas, el verde-azul de nuestros delegados quiere ponerse una de un millón de euros.
¡Un millón de euros!
Es lo que piensa donar, entregar, gastarse la Junta en las hermosas Salinas de Cabo de Gata. Nada que objetar a que se cuide el patrimonio ambiental que tiene la provincia, y no hay duda de que las salinas se merecen ese celo político demostrado por Ramón y ese millón de euros prometido.
Lo que no entiendo demasiado, que quieren que les diga, es ¿a quién se le da ese milloncejo de euros anunciado? Ojo, estamos hablando de unas salinas que son explotadas económicamente por una empresa privada. Privada. ¿Lo leen? Privada, señor delegado de colores.
¿Ese millón que sale de los bolsillos de los ciudadanos se van a poner a disposición de la empresa?
¿En qué condiciones se le va a entregar alegremente a una empresa que saca beneficios de Las Salinas?
Es lo que nos gustaría saber.
Si hay que cuidar y mejorar Las Salinas, es de imaginar que lo debe hacer quien de ellas se aprovecha. Eso dice la lógica. No parece de recibo que unos señores ganen dinero con la sal que de ellas extraen y encima los ciudadanos tengamos que ayudarles con nuestros impuestos al mantenimiento de las mismas. Algo que también ocurre con la diputación y nuestros dineros para las iglesias de nuestros pueblos. Con sus diferencias, cierto, pero de eso hablaremos otro día.
Es de imaginar que el medio ambiente almeriense tiene otros proyectos a los que ese millón de euros les vendría de perlas, los echaría a volar, vamos, cuestión esta que no deben necesitar unas salinas que ya tienen a una empresa privada que vuela por encima de ella con sus beneficios.
¿Nos contaran en qué y quién se van a beneficiar las salinas con ese millón que alegremente le damos los ciudadanos de nuestros impuestos?
No creo que sea mucho lo que pedimos. ¿Quién se lleva y en qué se gastan ese millón que les ofrece el delegado en colores?
