Historia negra de Bédar

Todos los pueblos tienen un lado oscuro en su Historia. Extorsiones, amotinamientos, asesinatos, robos, suicidios, accidentes… hasta vecinos fulminados por rayos. Revelamos algunos sucesos que ocurrieron en un municipio del Levante almeriense



JUAN ANTONIO SOLER JÓDAR* / ALMERÍA HOY / 18·02·2023

En este capítulo destacan algunas noticias que han trascendido más y han tenido cierta difusión, como el tristemente célebre asesinato de la leñadora o la del recaudador de contribuciones de 1914, otras son más desconocidas, como el robo (de guante blanco) de los jornales de los mineros de la Compañía de Águilas o un aparatoso accidente que sufrió el ferrocarril de Chávarri en el que la locomotora acabó boca abajo en un bancal con la chimenea clavada en la tierra.

Sin embargo, la mayor parte de las noticias del lado oscuro de Bédar se referían a asuntos más sencillos, relacionados con robos de comida en épocas de escasez, riñas y el uso de armas de fuego sin licencia. Algunos ejemplos tuvieron su eco en la prensa de la época.

En 1917 detuvieron a Juan Tapias Haro, quien, en completo estado de embriaguez, había agredido al guardia municipal Juan Carrique Ibáñez. En el mismo año fue arrestado por la Guardia Civil de Serón el minero de Bédar José García Herrerías por haber herido con una faca a su convecino Emilio Beltrán Cano.

En 1918, la Benemérita denunciaba ante el Juzgado municipal de Bédar a seis mujeres por el hurto de nueve arrobas de higos. Más curioso fue el robo cometido por Ana Ureña Carrión también en 1918, pues aprovechando que Cayetana Pérez Cano se había quedado “a dormir” en casa de Francisco Ramos Mañas, se coló por la ventana de su casa y se llevó efectos de comer y de vestir; el botín consistió en una fanega de trigo, arroba y media de harina, media arroba de jabón, un celemín de almendras, dos panes y unas 7 u 8 prendas de vestir.

En 1919 fue arrestado Francisco Castaño Álvarez por hurtar siete arrobas de esparto. En 1923, la Guardia Civil de Los Gallardos de Bédar denunciaba a dos conductores de carros que no cumplían con el Reglamento de carreteras… ¿Tal vez las primeras multas por exceso de velocidad en la comarca?

En 1924, la Benemérita de Cuevas del Almanzora detuvo a Francisco Martínez Ros, natural de Bédar, “afecto de idiocia y mendigo de profesión”, por estar en búsqueda: Se creía que había muerto en el sitio denominado Castillicos, en el término del pueblo. También en 1924 se interponía una denuncia por parte del Sindicato de Riegos de Turre a los vecinos de Bédar Luis Guerrero Cano, José Martínez Martínez y María García Fuentes por haber sustraído aguas de su propiedad.

En 1925 Alonso Martos Meca, alias ‘Lázaro’, hurtaba de la casa de su hermano político, Pedro Meca Contreras, una arroba y media de tocino, seis kilos de longaniza y una arroba de patatas.

En aquellos años era habitual que la gente llevara armas de fuego sin licencia, por lo que no es extraño encontrar noticias referentes a su requisa por la Guardia Civil, como las aprehendidas a Juan Marín Gallardo y Juan Castaño Sánchez en Los Gallardos de Bédar en 1918. En 1925 incautaban otra a Salvador López Cánovas, cuando se encontraba en el paraje de la mina Santa Catalina, en Serena. Y, cómo no, las armas a veces se utilizaban. En 1919, Pedro Martín Castaño disparaba en la Carrasquica a Andrés López García, un vecino de Orce (Granada), que estaba pastoreando su ganado en ese lugar. La herida fue de gravedad y tuvo que ser atendido por el Dr. Renovales.

EL ASESINATO DE LA LEÑADORA

Algo menos habitual, pero mucho más serio, eran los homicidios. También los hubo.

Uno de ellos fue tristemente célebre, el conocido como asesinato de la leñadora, por su especial crueldad y porque no se pudo detener al autor del crimen. El asunto fue tratado ampliamente en la prensa. Así lo recogió ‘El Imparcial’ el 18 de enero de 1901:

Crimen horrible.

En el pueblo de Bédar (Almería) se cometió el día 10 del corriente un espantoso crimen, del cual no se han tenido detalles hasta ahora, gracias á una carta de un pariente de la víctima, que ha sido una pobre anciana de sesenta y tres años de edad. De dicha carta, dirigida á un colega de Sevilla, son los siguientes párrafos:

«Según parece María fué á coger leña á un barranco llamado del Curato, y el malhechor la cogió, dándola un puntapié en el lado izquierdo del pecho, que la hizo caer á tierra, y con la misma soga que llevaba la amarró del cuello ó la cintura, y desde lo alto de un cerro, tirando de ella, la arrastró por unas lastras, quedando la pobre descuartizada, con la ropa hecha girones, y vino á dejarla en la cruz de un olivo, donde la amarró, después de convencerse de que estaba muerta.

El sitio donde ha sido realizado tan horrendo crimen está muy cerca del pueblo y en sitio elevado, por lo cual no es verosímil que no haya nadie visto cometer tan repugnante hecho.

El asesino no ha sido capturado.

Otro de los asesinatos, menos célebre pero no menos deleznable, fue el de Francisco, en 1928. La historia fue contada así en la prensa:

La Vanguardia, a 14 de enero de 1928

En la cortijada de Humbrías (Bédar) Juan BS, de 30 años, casado y con tres hijos, se escondió debajo de la cama de su esposa BC, de 26 años y al llegar su suegro Francisco C, de 50 años, con su familia, observó que habían ensanchado un agujero en el pajar y que el perro no cesaba de ladrar.

Comenzó a reconocer la casa y al levantar la colcha de la cama de su hija, salió Juan y le asestó una puñalada en el vientre, perforándole los intestinos. También hirió a su suegra y se fugó, presentándose después en la cárcel.

Francisco murió. El suceso fué motivado por resentimientos, por estar el asesino conceptuado como gandúl y ser separado de la família.

EL PÁRROCO ACRIBILLADO Terribles fueron también los crímenes cometidos durante la Guerra Civil española, como el triste fin del párroco de Bédar, José Castaño Galera.

Al estallar la contienda fue detenido y obligado a realizar trabajos forzados entre golpes e insultos, sin apenas comida ni bebida. Finalmente, el anciano párroco no pudo más «…don José se encontraba ya muy débil por los duros trabajos, el poco alimento y su avanzada edad; por la tarde se sentó en el suelo y soltó el azadón con el que trabajaba; entonces los milicianos le amenazaron diciéndole que, si no picaba, lo iban a matar, y él respondió: ‘Haced lo que queráis, muero gustoso por Cristo’. Le pusieron varias veces el astil del azadón en las manos, pero ya no tenía fuerzas para sujetarlo, y allí mismo entre insultos, blasfemias y golpes lo acribillaron a tiros.

*Publicado originalmente en ‘El Faro de Bédar’.