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ALMERÍA HOY / 06·02·2023
Y la ilusión campó por tierras del sureste español.
¿Qué te paso, querido Indalecio? ¿Qué te habías tomado aquella mañana con el desayuno? ¿De qué era la tostada? Anda, pequeño saltamontes, y cuenta a los ciudadanos de esta esquinada tierra lo que aconteció en tu vida en esas horas, justo cuando alguien te dijo hay que vender un tren en Andalucía, y tú, sabedor de los necesarios que son las máquinas y los vagones por estos andurriales, dijiste, esta es la mía.
Y se te llenó la boca de tren, y la lengua se te hizo agua ante la buena que le traías a los pobres paisanos, ahítos de esperar, de recibir noticias negativas. Era tu momento campeón, y te erigiste en defensor de todas las calamidades que hemos sufrido, y seguimos sufriendo los almerienses por culpa del caballo de hierro.
Y empezó tu historia, y así la recogimos los medios. Estos políticos son…Hace unos años decidieron, así les convenía a ellos, nunca al ciudadano viajero, que el segundo tren que nos unía con Madrid, la capital del reino, debía desaparecer. Y como lo decían ellos, que son los que mandan para nuestra desgracia, desapareció. Nos quitaron una oportunidad más para llegar por tren a Madrid. Siempre nos queda el autobús.
El otro día, uno de los políticos que se sientan en los altos asientos del Congreso, al que le pagamos entre todos los almerienses su excelsa soldada cada mes, nos vendía con orgullo, con satisfacción, con la alegría saliéndole por las orejas, que gracias a la gran preocupación del Gobierno que hay hoy en España, el segundo viaje a Madrid volvería a nuestra ciudad a lo largo del mes de febrero. Este febrerillo el loco que estamos viviendo.
Y decía yo. Se nos devuelve algo que era nuestro desde hace años, que pagamos todo los ciudadanos con nuestros impuestos y se nos vende por parte de algún ¿responsable? político como una gracia del jefe de Gobierno y su equipo. Seguro que ha sido una lucha tremenda de los hombres y mujeres que votan junto al presidente la ley del “sí es sí”, y algunas otras que hacen sonrojar a media Europa, el que nos devuelvan a los pobres almerienses ese segundo tren que nos quitaron en su día.
Gracias, gente de buen corazón que habitáis en los escaños del Congreso, que pegáis vuestros culos unos cuantos días al mes esperando vuestro sueldo, que por todo trabajo tenéis el de apretar un botón, el que os diga vuestro jefe de partida, aunque sea en contra de los intereses de vuestra provincia, gracias por acordaros de vuestros paisanicos aunque solo sea para que nos devuelvan algo que ya era nuestro hasta hace unas fechas. Sois unos monstruos a la hora de trabajar por Almería.
Pero todo había sido un sueño de Indalecio, ese pequeño saltamontes que habita en los madriles. El tren no era para venderlo en Almería, era a otra ciudad del sur. Y así nos hemos quedado, si ese tren que fue nuestro, que nos lo quitaron los políticos, que por unas horas volvía a nuestras vías, pero que era un error por parte del hombre que no los vendió como la gran solución.
Lo extraño, todos los medios en primera página nos cantaron la llegada del segundo, a la hora de la ensoñación de Indalecio, de la metida de pata de nuestros Indalo, en el momento de la rectificación de nuestro pequeño saltamontes, costaba trabajo encontrar el desmentido. Cómo te quieren los medios, saltamontes, no todos, es cierto. Falta agua para no dejar a nadie sin riego.
¿Qué te paso, querido Indalecio? ¿Qué te habías tomado aquella mañana con el desayuno? ¿De qué era la tostada? Anda, pequeño saltamontes, y cuenta a los ciudadanos de esta esquinada tierra lo que aconteció en tu vida en esas horas, justo cuando alguien te dijo hay que vender un tren en Andalucía, y tú, sabedor de los necesarios que son las máquinas y los vagones por estos andurriales, dijiste, esta es la mía.
Y se te llenó la boca de tren, y la lengua se te hizo agua ante la buena que le traías a los pobres paisanos, ahítos de esperar, de recibir noticias negativas. Era tu momento campeón, y te erigiste en defensor de todas las calamidades que hemos sufrido, y seguimos sufriendo los almerienses por culpa del caballo de hierro.
Y empezó tu historia, y así la recogimos los medios. Estos políticos son…Hace unos años decidieron, así les convenía a ellos, nunca al ciudadano viajero, que el segundo tren que nos unía con Madrid, la capital del reino, debía desaparecer. Y como lo decían ellos, que son los que mandan para nuestra desgracia, desapareció. Nos quitaron una oportunidad más para llegar por tren a Madrid. Siempre nos queda el autobús.
El otro día, uno de los políticos que se sientan en los altos asientos del Congreso, al que le pagamos entre todos los almerienses su excelsa soldada cada mes, nos vendía con orgullo, con satisfacción, con la alegría saliéndole por las orejas, que gracias a la gran preocupación del Gobierno que hay hoy en España, el segundo viaje a Madrid volvería a nuestra ciudad a lo largo del mes de febrero. Este febrerillo el loco que estamos viviendo.
Y decía yo. Se nos devuelve algo que era nuestro desde hace años, que pagamos todo los ciudadanos con nuestros impuestos y se nos vende por parte de algún ¿responsable? político como una gracia del jefe de Gobierno y su equipo. Seguro que ha sido una lucha tremenda de los hombres y mujeres que votan junto al presidente la ley del “sí es sí”, y algunas otras que hacen sonrojar a media Europa, el que nos devuelvan a los pobres almerienses ese segundo tren que nos quitaron en su día.
Gracias, gente de buen corazón que habitáis en los escaños del Congreso, que pegáis vuestros culos unos cuantos días al mes esperando vuestro sueldo, que por todo trabajo tenéis el de apretar un botón, el que os diga vuestro jefe de partida, aunque sea en contra de los intereses de vuestra provincia, gracias por acordaros de vuestros paisanicos aunque solo sea para que nos devuelvan algo que ya era nuestro hasta hace unas fechas. Sois unos monstruos a la hora de trabajar por Almería.
Pero todo había sido un sueño de Indalecio, ese pequeño saltamontes que habita en los madriles. El tren no era para venderlo en Almería, era a otra ciudad del sur. Y así nos hemos quedado, si ese tren que fue nuestro, que nos lo quitaron los políticos, que por unas horas volvía a nuestras vías, pero que era un error por parte del hombre que no los vendió como la gran solución.
Lo extraño, todos los medios en primera página nos cantaron la llegada del segundo, a la hora de la ensoñación de Indalecio, de la metida de pata de nuestros Indalo, en el momento de la rectificación de nuestro pequeño saltamontes, costaba trabajo encontrar el desmentido. Cómo te quieren los medios, saltamontes, no todos, es cierto. Falta agua para no dejar a nadie sin riego.
