¿Dónde estaba escondido este Ramón?


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PASEO ABAJO/ Juan Torrijos

Hay que reconocer que no solo los de Bilbao nacen donde les da la gana. Los de Almería también tienen esa posibilidad, ganada en esos años en los que las familias tuvieron que emigrar a otras tierras de España. Pero vayamos a lo importante, y no es otra cosa que el repaso que le dio el consejero almeriense, Ramón Fernández Pacheco, a doña Encarna Martínez, portavoz en su comisión del PSOE.

“Sería bueno que los socialistas almerienses, le dijo Ramón, opinaran sobre la crítica que usted está haciendo aquí”. Y tiene razón el consejero azul.

Soy de Almería, y lo dijo con ganas, sin esconderse, no levantó en exceso la voz, no es lo suyo, pero lo hizo con convencimiento, con seguridad y orgullo, que es lo importante. Cosa que no le habíamos visto en sus tiempos de alcalde. Parece que el cargo de consejero está abriendo un Ramón desconocido. Ramón, ¿qué te dan las aguas del padre Betis? A las gentes de estas tierras tan lejanas de la Sevilla política les gustó la valentía y texto que dejó el almerienses en el ambiente.

Y les recordó a los socialistas los años que han estado en el gobierno de la Junta y el “puteo”, lo del “puteo” es mío (Ramón estuvo más fino, más en su papel de consejero de Juanma, hay que entenderlo), en que han tenido a Almería y a los almerienses durante casi cuatro décadas. Ni siquiera cuando montaron el “tinglao” de los Eres se acordaron de Almería y de algún ciudadano de esta al que beneficiar, si es que ellos no se lo llevaron, ni dicen que se beneficiaron.

La cuestión era que de siete proyectos que se estaban criticando cinco venían a nuestra provincia, y doña Encarna decía que debía esconder el consejero que era de Almería, ante lo que para ella era un claro alarde de partidismo.

Y Ramón no se arredró. ¡Muy bien! Hora era de que algún político dejara de ser cobarde y le dijera abiertamente un par de cosas a los rivales en la propia Sevilla. Y Ramón dijo:

¡Soy de Almería! y lo hizo con un tono alto de voz no demasiado alto, y no satisfecho por si alguien no lo había oído, lo volvió a repetir:

¡Soy de Almería!

¡Toma “pal pelo”, Encarna!

Y lo dijo sin miedo, con orgullo, sabiendo que la razón estaba de su parte. Ha sido la primera vez que, en ese parlamento que se dice de todos los andaluces, uno levantaba con orgullo el ser de Almería, el defender a Almería sin ambages, sin preocuparse de lo que puedan decir en Sevilla, o en cualquier otro punto de Andalucía. Y no se escondió, mirando de frente a la persona que lo estaba interpelando.

Puñetas, este Ramón, nos gusta. ¿Dónde estabas escondido?