Carmen Crespo, a veces es mejor estar callada


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PASEO ABAJO/ Juan Torrijos

Siempre he sentido una cierta simpatía y afecto por Carmen Crespo. Guardo una pluma que me regaló siendo alcaldesa de Adra por la presentación de…ya no me acuerdo, pero la conservo. Conocí a Carmen cuando era diputada de cultura en el palacio de la calle Navarro Rodrigo, y con todas las sombras y luces que tienen los políticos durante sus mandatos, Carmen se despidió de la diputación con el aprecio de la gran mayoría de los funcionarios que la trataron.

No crean que le ha sido fácil a Carmen mantenerse en el candelero político, ha tenido enemigos en Roquetas (dicen que a los ochenta sigue pensando el señor Amat en presentarse en mayo a la alcaldía de la segunda ciudad de la provincia. Esta visto, el hombre se quiere morir de alcalde), en la capital y otros puntos del Poniente. Pero ahí la tienen ustedes, luchando en contra de navajas y zancadillas. Y uno se alegra por ello.

A veces desearía que los políticos se mantuvieran calladitos. En bocas cerradas no entran… Y doña Carmen Crespo, la consejera de agricultura y otras especies, en lo tocante al Ifapa y a la presidencia o dirección otorgada a doña Marta Bosquet, creo que nos ha tratado a los ciudadanos como si fuéramos tontos. Iba a escribir “gilipollas”, pero no me he atrevido, por los señores lectores, que quizás no se merecen leer estos epítetos un poco subidos de todo.

El problema es que uno se siente tratado así cuando desde el poder político, una persona a la que crees, o por lo menos confías, sale a la palestra pública y para defender un nombramiento te dice que esa es la persona “idónea”, que tiene todos los “requisitos” para estar en ese cargo.

Si no supiéramos como se reparten o se regalan esos cargos públicos lo mismo los ciudadanos pasábamos por el aro y nos creíamos las palabras de la consejera, pero doña Carmen, por Dios y la patrona de su pueblo, no cree que habría sido mejor estar calladita, no decirnos idiotas a los votantes (aunque algunas veces lo seamos a la hora de votar), hacer el nombramiento de Marta como un favor debido a Juan Marín por parte del presidente Moreno Bonilla y dejar que el tiempo nos lo haga olvidar a los demás.

Si es que no pueden estar callados, si es que les ponen una alcachofa delante y pierden el oremus, y si es una cámara ya es la locura, toque en el pelo y a decir todas las tontería que se les ocurra. Reconozco que tienen una ventaja, que cada vez nos preocupa menos lo que dicen, pero a veces… a veces es muy difícil no poder sentirnos como idiotas al cuadrado si no dejamos constancia de lo que le oímos o leemos a estos hombres y mujeres que conforman y se sienten como los padres de la patria.

Vaya, vaya. Doña Marta es la idónea, tiene todos los requisitos. Lo mismo los tiene, pero sabes de sobra querida Carmen que no son sus méritos, requisitos e idoneidad los que la han llevado a la dirección del Ifapa. Por Dios, Carmen, no quieras tomarnos el pelo a los amigos.