Un extravagante experimento lingüístico


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AMANDO DE MIGUEL

En casi todos los países europeos, se hablan varias lenguas, aunque, solo, una ellas sea la común u oficial. Es la que sus habitantes consideran que se entienden mejor. En el caso de España, hay varias regiones, que se dicen “bilingües”, pues, aparte del idioma común (el castellano o español), se asientan otras lenguas privativas o propias. Son estas: Galicia, País Vasco, Cataluña, Valencia y Baleares. Así ha sido durante siglos, con la particularidad de que el castellano, aunque llegara más tarde que las otras lenguas, se impuso como lengua común. Se benefició mucho de los préstamos del árabe o del vascuence. A partir del siglo XVI, se produjo una gran expansión del castellano en los territorios de ultramar, unida a una potente literatura.

En la España actual, la proporción de españoles que pueden entenderse en castellano es la más alta de los últimos quinientos años. Junto a ese hecho estadístico, asistimos a un inaudito experimento, centrado, sobre todo en Cataluña. Las autoridades catalanas (independendistas) de esa región se han propuesto, nada menos, que erradicar la lengua castellana para dejar el catalán como único idioma. El último episodio esa decisión autoritaria es que a los niños de las guarderías se les hable, solo, en catalán. Seguramente, a la mitad de ellos sus padres y familiares les hablen en castellano en casa.

Es evidente el tinte totalitario del sueño indicado. Es la culminación de la política de inmersión lingüística, ideada por el Gobierno de la Generalidad catalana hace una generación. El propósito es que, en todos los grados de la enseñanza, las asignaturas se den en catalán; es algo, abiertamente, anticonstitucional. Desde luego, no se ha cumplido.

El dato que se oculta es que, a lo largo de toda la democracia, Cataluña ha ido perdiendo el gran peso que tuvo en la economía española. Mi impresión es que, rebus sic stantibus, el castellano se erradicará de Cataluña. Otra cosa es determinar quién saldrá ganando o perdiendo con el experimento.

No disponemos de un censo lingüístico en España. Podemos imaginar que, dejando aparte unas briznas de extranjeros no asimilados, los castellano hablantes y los catalanoparlantes se distribuyen mitad por mitad. No se trata de dos comunidades lingüísticas exentas. Casi todos los habitantes entienden el otro idioma que no es el familiar. Lo peculiar es que casi todos los que mandan en Cataluña, en la política, la economía, el fútbol, etc. son catalanoparlantes. Por eso, digo que acabará imponiéndose la decisión oficial de erradicar el castellano en la vida social. Mientras, Cataluña seguirá perdiendo peso económico en la Península Ibérica y en el mundo.