La mirada de Ceaucescu


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JUAN LUIS PÉREZ TORNELL

25 años del asesinato de Miguel Ángel Blanco. Arnaldo Otegui estaba en la playa.

Hoy reescribe la historia con la ayuda del Gobierno de España.

Veo en los ojos del presidente del gobierno y en alguno de su ministros más obnubilados, la misma expresión de estupefacción que tenía la mirada de Ceaucescu cuando convocó, en los días previos al derrocamiento de su dictadura, un apoyo popular en la balconada de su propio Palacio de Oriente, buscando una adhesión inquebrantable, que se transmutó sobre la marcha en insultos y vejaciones nunca vistas en una población hasta ese momento sumisa.

La misma expresión de incredulidad e incomprensión que tenían sus ojos y los de su mujer en la pantomima de su juicio e inmediato fusilamiento.

A veces la historia se acelera a tal punto que a sus protagonistas les sorprende con el pie cambiado.

La vocación cesarista de Sánchez, que no ha hecho sino incrementarse desde entonces, quedó demostrada cuando cruzó el Rubicón de aquellos que, viéndolo venir, lo expulsaron de la dirección de su partido, para volver ,envuelto en el populismo de unas tontas bases seducidas por su insufrible lenguaje de palabras vacías.

Es una reedición, hoy como tragedia, de lo que significó la farsa de Zapatero, el éxito inesperado de aquél bobo solemne, Peter Sellers de aquel “Bienvenido Mr. Chance”.

La diferencia es que Sánchez no es bobo. Sabe muy bien lo que quiere, pero nosotros no.

Continúa con la demolición de la Transición, que inició Zapatero, intentando cambiar el relato, soplando sobre las cenizas de la Guerra Civil e invocando los espantajos de un franquismo inexistente.

Da un paso más Sánchez, e involucra al PSOE para la eternidad, - imposible lo dejasteis para vos y para mi -, al pactar desvergonzadamente con Bildu, y cediendo hasta lo miserable con el independentismo catalán, y con cualquier nacionalismo que tenga a mano…, y no comprende, como Ceaucescu no comprendía, que la gente no entienda las cosas chulísimas que el gobierno hace, aunque no sabe explicar.

No comprende, que el populacho no entienda que hay cosas cuya finalidad no debe conocer: por ejemplo, las causas del cambio de política exterior, el bandazo que nos aparta de Argelia y nos acerca a Marruecos, dos países, a los que no debemos absolutamente nada, y que, antes bien, siempre nos han traicionado, y pese a lo cual tradicionalmente ,derechas e izquierdas nos hacen prosternarnos ante estos países, no sabemos tampoco por qué.

No sabemos, y por eso mismo tenemos derecho a elucubrar, si se trata de miedo a que se desvele algo que el poder entiende que no debe conocerse, o por alguna recompensa prometida. Nadie dice nada, nadie pregunta nada…

Que diferencia la del PSOE, cortesano y adulador, con el Partido Conservador británico que acaba de expulsar a esa especie de payaso que había llegado donde nunca debió llegar.

Por último, frente a tanto desapego a su modélica política, social, fiscal y económica, nos dice Sánchez, y corrobora presuroso el difunto Zapatero, emergiendo oportunamente de sus negocios, que “hay poderes” interesados en que fracase este gran hombre, esta alineación de planetas, que su partido admira hipnotizado y sin rechistar.

Y estos poderes ocultos e innominados se dedican a ponerlo verde… no es comprensible en verdad.

Hay una mano negra, quizá los judíos, quizá los bancos, quizá las compañías del IBEX, el capitalismo internacional, que graba su teléfono para buscar su ruina y chantajearlo, y suben al mismo tiempo los precios de las cosas… del gas argelino por ejemplo.

Muchos de los estalinistas que purgaban en Siberia crímenes inventados o sospechas infundadas de aquél gran paranoico, pensaban que el gran líder, padrecito de los pueblos, no podía estar al tanto de tanta infamia, y lo salvaguardaban, mientras picaban piedra, murmurando de los enemigos interiores y los exteriores.

Pedro Sánchez esta desnudo. De su traje nuevo de emperador se deshilachan todas sus costuras. Ha perdido en Andalucía y se ha quedado en shock. Va a perder y lo sabe, y ya se esta poniendo las vendas del enemigo en la sombra que no soporta su luz y su bondad.

La culpa la tienen unos enemigos sin rostro, más poderosos que sus leyes. Al final él se salvará, las mujeres, los niños y por supuesto él mismo primero, y está preparando ya un futuro mejor. Para él, que ha sufrido tanto por nosotros, como hizo Zapatero, que de Príncipe de la Paz y Aliado de las Civilizaciones ha pasado a asesor de una maltrecha América Latina.

En una democracia la gente tiene siempre lo que se merece.