El viejo Monte de Piedad y Caja de Ahorros de Almería


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PASEO ABAJO/ Juan Torrijos

No es cuestión de poner en duda la labor que dentro de la entidad financiera habrá llevado a cabo el señor Medel, pero lo cierto es que su salida de la fundación ha sido, cuando menos, algo traumática para él. Solo defendido por el Partido Socialista, aquel que en su día lo encumbró. No es que por este rincón nos interese demasiado lo que le está ocurriendo al personaje, pero hace que nos acordemos de aquellos años en los que Almería perdió aquella Caja de Ahorros y Monte de Piedad que desde la plaza Marín se había extendido por toda la provincia.

No solo perdimos poder y capacidad en lo económico, algunas cosas más se dejó Almería en aquella operación en la que Málaga se quedaba con la dirección de parte de la economía almeriense. Los nostálgicos dicen que Málaga ya nos quitó en su día lo de la Costa del Sol, y que la puntilla fue la Caja de Ahorros.

Hay una historia paralela a aquella fusión, en lo que a la cultura se refiere, que ha quedado olvidada en los cajones de algunas redacciones de nuestros periódicos. Hubo intentos para que se contara a los almerienses lo que estaba ocurriendo, pero las páginas de la prensa no se abrían al expolio, que según se nos decía en aquellos años estaba teniendo lugar en las sucursales de la Caja por las tierras de Almería.

¿Se preguntan ustedes por qué? No es difícil de contestar, cuestión económica. La publicidad de una empresa ahorradora, de un partido que apoyó la fusión y de algunos prohombres almerienses que mandaban por estas tierras y que tenían vinculaciones políticas con la entidad.

No estoy en condiciones para hacer un balance de lo que pudo perder esta provincia, los hay con mayor conocimiento para el mismo. Lo que quería contarles es una denuncia que hicieron algunos de los hombres de la entidad, que vieron cómo se llevaban a la central de Málaga parte de la historia cultura de la vieja Caja de Ahorros de Almería y Monte de Piedad.

La central de la nueva entidad ahorradora, con sede en Málaga, decidió que era el momento de centralizar la gran pinacoteca distribuida por las sucursales, y se le pidió a cada una de ellas, con sede en Almería y provincia, que aquellos cuadros que colgaban de sus paredes, y que la Caja había ido consiguiendo a lo largo de los años, se descolgaran de las mismas y se mandaran a la central para la creación de una gran pinacoteca de la fundación.

Hubo quejas en Almería que nunca llegaron a los medios, nunca se sabrá si estas quejas no vieron la luz por algún motivo más o menos espurio, pero lo cierto es que la gran mayoría de los almerienses no se enteraron de que aquellos cuadros, muchos de ellos gracias a la gran labor que venía haciendo la entidad con los pintores almerienses, iban desapareciendo de las paredes de las sucursales para engrosar el gran catálogo de la central.

Almería no solo perdió su capacidad de decidir en parte de la economía, también dejó escapar parte de su cultura pictórica. Pero así es Almería, o mejor habría que escribir los almerienses.

No creen que nos dejamos pisotear demasiadas veces.

No creen que nos callamos demasiado, que no levantamos la voz lo suficiente.

Alguna vez me he preguntado, ¿si esta historia es cierta, como se nos ha venido asegurando por personas vinculadas en aquellos años a la caja, por qué no se han levantado las voces de las administraciones, de algún partido político, de alguna asociación cultural de la provincia?

¿Hay silencios comprados?