¿Amor de Moreno a Marín o estrategia?


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PASEO ABAJO/ Juan Torrijos

Que los hombres se aman es algo que no duda nadie. Que entre los políticos hay hombres que se aman, es algo más extraño, pero se dan circunstancias que vienen a demostrarlo.

Es el caso de Moreno Bonilla y de Marín. Que esto políticos se aman parece evidente. Durante tres años y medio han compartido la misma cama, el mismo colchón, no han tenido que cambiar las sábanas y, las mantas, ya se sabe que en esta tierra no se usan demasiado.

Con la llegada de la campaña el vecino de Málaga desde chiquitito, señor Moreno Bonilla, candidato del Pp, le ha dedicado a su compañero de catre durante años una frase que lleva implícita todo el amor que siente por él.

“Si Juan Marín no consigue escaño el día diecinueve por Sevilla, no lo dejaré en la cuneta, le ofreceré un buen puesto a mi lado”.

Eso es amor, señores. No lo voy a dejar, tendrá siempre un puesto a mi lado. Eso no pasa ni en los matrimonios mejor avenidos. Ahí tienen estos días a Piqué y la colombiana Shakira (aquella que movía las caderas como nadie en un mundial de fútbol ¿se acuerdan?), que andan devolviéndose las cartas y los rosarios de su madre. No me lo pregunten, no sé si lo hacen en catalán o en castellano, pero por esos valles de la discordia caminan.

No es el caso de Moreno y Marín. Qué hermoso es saber que siguen siendo fieles el uno al otro. Es maravilloso comprobar que la política los unió y que la política, aun estando en frentes distintos no los va a separar. Amores así solo se ven en las telenovelas turcas, donde las uniones son eternas, por mucho que se opongan intereses familiares, económicos o como en este caso políticos.

Lo de Juanma ¡Juanma de mi alma, dirá Marín! es toda una declaración de amor e intenciones con la persona a la que unió su vida hace cuatro años y que no quiere que desaparezca de su entorno.

¡Qué bonito, Juanma, qué bien suena, chiquillo, qué arte el tuyo a la hora de demostrar el cariño que se siente por alguien que encima es rival durante la campaña!

“No pienso dejarte solo, Juan”. Eso solo lo dice una persona enamorada, locamente enamorada. Y eso que Juan tiene más bien cara de vinagre, rostro que en estos últimos días se comprende ante las encuestas que dicen que se puede quedar sin escaño en el Parlamento Andaluz. Pero ya se sabe que en lo tocante al amor los ojos de los enamorados solo ven aquello que quieren ver, y Juanma debe ver a su Marín como un don Juan con capa, embozo y espada rota colgada, asomado a la reja de su casa malagueña-sevillana, con flores en las manos y dedicándole los tres mejores años de su vida.

No hay nada más hermoso que el amor, incluso en la política.

¿Y si fuese una estrategia para que el embozado no se meta con ese enamorado que le ofrece un puesto a su lado?

En el pasado debate lo pareció. Marín estuvo siempre pendiente de defender a su enamorado Moreno.

A partir del domingo 19 saldremos de dudas.

Pero aún me queda una pregunta que quiero exponerles a ustedes. Si Moreno le ofrece a su enamorado Marín un puesto tras ese domingo de alegrías y penas, ¿alguien le va a ofrecer a nuestra Marta Bosquet un cargo donde disfrutar de sueldo público?

¿No tiene Martita quien la ame con la misma fuerza que Moreno a Marín?

Otra duda a descifrar a partir de ese domingo.