Los niños, las mascarillas y los “tontos” que nos gobiernan


..

PASEO ABAJO/ Juan Torrijos

Las incongruencias de los políticos españoles rayan en la estupidez, en la idiocia y en el más rotundo de los espantos. No son más cipotes porque no pueden, porque lo que es por ellos, todos los días nos ofrecen una estupidez más que sumar al récord particular de cada uno de ellos.

Hace unos días, como toda la población sabe, el gobierno de nación decidió que las mascarillas dejaban de ser obligatorias en los interiores, con salvedades, algunas de ellas nos parecen de una lógica aceptable. Pero tocamos en el caso de los escolares, y estos líderes nuestros demuestran hasta dónde llega la estupidez más supina. Los críos ya no tienen obligación de estar en las aulas con mascarillas. Pueden jugar en los patios sin los tapabocas, en los comedores y todas las dependencias del colegio. Pueden saltar, brincar, jugar a la rayuela, hacer tik-tok y lo que les parezca bien sin la dichosa mascarilla.

Se pueden abrazar, besar, echarse la mano por encima de los hombros sin ningún problema y sin mascarilla; ponerse zancadillas en los partidos de fútbol, baloncesto y cualquier otro juego que practiquen en los patios o campos previsto para los mismos. Caminar juntos con sus mochilas en sus espaldas (algunas pesan más que los propios chavales), al salir de casa o de clase, pero cuando llegan al autocar, cuando se trata de coger el transporte escolar que los va a llevar al colegio, o de vuelta a casa, surge de nuevo el cipote político de turno y una más de sus muchas tontadas.

¿Y cuál es esa tontada política con la que salen los gobernantes de nuestro país? Que los críos pueden estar juntos sin mascarillas dentro del colegio, en las aulas, y como decíamos más arribas, en todas las dependencias del mismo, pueden andar por la calle todos juntos y sin la dichosa, pero cuando se suben al autocar ¡ay! cuando se suben al autocar esos chavales tienen que ponerse la mascarilla.

¿Qué me dice? Que esos niños y niñas que han estado juntos, sentados juntos en sus pupitres, que han jugado en el patio, que han comido uno al lado de otro, cuando se dice de subir al autocar escolar tiene el chaval que ponerse la mascarilla. Parece de risa, cuando no de soberano cachondeo político, pero así es. Estos son los padres de la patria, estos los que nos gobiernan, estos los que mandan en nuestras vidas, estos los que se gastan nuestros dineros.

Lo dicho, no son más cipotes porque no pueden, porque lo que es ejercer e intentarlo, cada día, oiga, cada día lo intentan y lo persiguen. Y como el que la sigue y la persigue al final la caza, la tontería campa en sus vidas con total libertad. Qué cierto es cuando se dice que en la política no cabe un tonto más, que está repleta de ellos y de ellas. Y al que no lo es, los demás lo echan, o se marcha él mismo ante tanto cipote como le rodea.

No me digan que no es una pena. Pobre país, pobres ciudadanos, pobretes los pequeños críos.