El banquete funerario en las sociedades argáricas

La diferencia entre los diferentes niveles sociales en El Argar eran visibles tanto en los ajuares hallados en las tumbas como en los alimentos que se servían en los funerales


Reconstrucción de un banquete funerario argárico. 


GONZALO ARANDA JIMÉNEZ* / ALMERÍA HOY / 11·09·2021

Uno de los elementos culturales más significativos de las sociedades argáricas son sus rituales funerarios. Ahora las personas son enterradas de forma individual en el interior de los poblados, habitualmente bajo los suelos de las viviendas.

Junto a las personas fallecidas se situaban diferentes ofrendas que conocemos como ajuares funerarios. Se trata fundamentalmente de vasijas cerámicas, objetos metálicos (armas, adornos y herramientas) y ofrendas relacionadas con la alimentación. Tradicionalmente, la interpretación de los ajuares funerarios se ha realizado en términos sociales. La coexistencia de sepulturas que no presentaban ningún objeto junto a otras tumbas con ricos ajuares se ha considerado el reflejo de comunidades socialmente jerarquizadas y por tanto controladas por determinadas élites sociales.

No obstante, los ajuares permiten explorar otros aspectos culturales de enorme interés. Recientemente se ha planteado que, como parte de los rituales funerarios argáricos, se desarrollarían fiestas basadas en el consumo colectivo de comida y bebida. Se trataría de reuniones sociales, de auténticos banquetes funerarios que ofrecían la posibilidad de establecer o afianzar relaciones entre individuos, familias y grupo sociales. El consumo de alimentos y bebidas sería el aspecto central de estos denominados ‘rituales de comensalidad’.

Pero, ¿cuáles son las evidencias arqueológicas que nos permiten conocer estas prácticas sociales? Los ajuares funerarios nos ofrecen dos hechos fundamentales. Por una parte, las vasijas cerámicas que son los objetos más habituales en las sepulturas.

A partir de los estudios formales y tecnológicos sabemos que se trata de cerámicas realizadas exclusivamente para el ritual funerario en las que se buscó que fueran muy llamativas, como corresponde a una vajilla creada para ocasiones especiales. Para ello se decoraron con intensos bruñidos que les confiere a sus superficies un brillo metálico que, aún hoy día, provoca un poderoso impacto visual. Además, las formas de estas cerámicas están especialmente concebidas para el consumo de alimentos y bebidas. Este sería el caso de la famosa copa argárica, todo un símbolo de esta sociedades. Aunque todavía en una etapa inicial, los estudios sobre los contenidos de estas vasijas apuntan a la presencia de posibles bebidas alcohólicas y restos de adormidera, una planta que tradicionalmente ha tenido usos medicinales pero también alucinógenos. El consumo de sustancias estimulantes para facilitar la interacción social y acentuar las experiencias sensoriales es una de las características más habituales de las prácticas de comensalidad.

Pero además de vasijas cerámicas, en los ajuares funerarios también aparecen ofrendas de alimentos, especialmente habituales son las porciones de carne. Como parte de los ritos mortuorios se sacrificaron vacas, ovejas y cabras de las que una porción siempre perteneciente a una pata fue depositada como ajuar para el difunto. Lo que los arqueólogos/as nos encontramos en las sepulturas son precisamente los huesos de estos trozos de carne. De esta forma y con motivo de los rituales funerarios, las personas participantes en estas ceremonias consumirían importantes cantidades de carne, un alimento que debió ser especialmente apreciado.

Un aspecto interesante es la relación de las ofrendas con la edad y condición social de los individuos. Las ofrendas de vaca aparecen asociadas de forma exclusiva a las élites sociales de los diferentes poblados argáricos. Por el contrario, las ovejas y cabras serían las especies típicas de aquellos sectores sociales menos favorecidos. De esta forma, especialmente los bóvidos debieron ser un auténtico símbolo social cuya función fue más allá de su potencial aporte nutricional hasta tal punto que probablemente, como sucede en otras sociedades etnográficas e históricas, su sacrificio se realizó exclusivamente con motivo de celebraciones y acontecimientos de especial significación. El consumo de carne parece que fue un aspecto central del banquete funerario argárico aunque claramente diferenciado según la condición social de las personas.

En las sociedades argáricas los banquetes funerarios habrían servido para diferentes propósitos. Por una parte para fomentar un sentimiento de cohesión social y pertenencia a la comunidad mediante la celebración de una práctica simbólica unitaria –en tanto que argáricos y argáricas celebramos banquetes funerarios que nos identifican como tales y nos diferencian de otras comunidades-. Por otra parte, marcarían importantes diferencias sociales que beneficiarían a las élites. El tipo de animales que fueron sacrificados y consumidos separó a las personas según su posición social. El banquete funerario argárico fue probablemente uno de los rituales más importantes mediante el cual se establecieron y fomentaron lazos de cohesión social y se construyó la identidad cultural argárica.

*Gonzalo Aranda es profesor de la Universidad de Granada. Departamento de Prehistoria y Arqueología.