“He escrito un cuento para adultos sobre el desmedido afán de algunos por acumular riqueza”

Nativel Preciado presentará en un acto organizado por la librería Espacio Lector Nobel, este sábado en Vera, a las 19:00 en el Palmeral, su última novela, ‘El santuario de los elefantes’, una obra que habla de la “venganza” de África sobre aquellos “insaciables” que acuden a ella con el único fin de esquilmarla


Nativel denuncia a "los tahúres de la política que se esfuerzan en mentir y retorcer la realidad". Foto: Victoria Iglesias.

ALMERÍA HOY / 06·08·2021

- Creo que es la primera vez que escribe con África como escenario, ¿por qué ahora?
- Es cierto. He elegido este escenario porque pensé que era lo más opuesto a los personajes que protagonizan la novela. La naturaleza africana, los animales, la generosidad de sus habitantes, que soportan que les quiten todo lo que tienen y les esquilmen dejándoles con lo más precario para vivir. A veces ni siquiera lo tienen y han de marcharse de su país porque carecen incluso de lo básico para vivir.
- Dicen que Porfirio Díaz lamentaba que México estuviera demasiado cerca de los EEUU y demasiado lejos de Dios. ¿Es un problema para África estar tan cerca de Europa?
- Entonces, en la época de la revolución mexicana, tenían toda la razón. Hoy vivimos un fenómeno nuevo. La globalización ha acercado a todos los países. La pandemia lo ha evidenciado notablemente. Lo que sucede en cualquier rincón del planeta nos afecta a todos. Ya no es solamente Europa la que actúa de la manera que describo en el continente africano. Ahí también han metido sus manos los chinos y EEUU. No hay nadie ajeno a lo que sucede en África. Es un asunto de las grandes potencias, estatales y económicas, contra los más desposeídos, los que menos renta per cápita tienen, los países en desarrollo. El enemigo de hoy no es el más cercano. Los que esquilman son los poderosos de cualquier parte del mundo que someten a África a un régimen casi de esclavitud.
- ¿Cuál es el origen del problema?
- La insaciabilidad de los poderosos. Es el eje central de ‘El santuario de los elefantes’. No les basta con lo muchísimo que tienen. Quieren siempre más y más. Esa avaricia es lo que me llama la atención. Tienen de sobra para vivir. Si no fueran tan insaciables, no existiría esta pobreza extrema. Parece una fábula, pero es la realidad. Yo les diría que paren ya. Lo tienen todo, ¿qué más quieren? Lo que sucede en esta novela, que se ha puesto en evidencia con la pandemia, es que la naturaleza es mucho más poderosa que los intereses de las multinacionales. Al final hay, en cierto modo, una venganza de África contra un grupito que va a esquilmar una parte de su territorio.
- ¿Venganza o defensa propia?
- En principio actúan por defensa propia. El hecho de que no tengan para vivir en sus países y se vean obligados a cruzar las fronteras lo vemos como una amenaza desde los países desarrollados. Sin embargo, esa actitud defensiva, aquí se interpreta como oleadas de inmigrantes dispuestos a quitarnos lo que tenemos. Rara vez tenemos en cuenta que los están obligando a abandonar sus países. No quiero utilizar la primera persona, porque ni tu ni yo tenemos nada que ver en esto. Les han quitado lo elemental para vivir y tienen que buscarlo en otra parte. Y, encima, aquí se les mira con desdén y un racismo intolerable después de que les han despojado de lo que es suyo.
- Sin embargo, ese desdén que usted denuncia es propagado masivamente por los menos poderosos de aquí.
- Es necesaria una labor didáctica en todos los frentes. No solamente en la prensa, también en las escuelas y en todos los medios en que se puedan explicar las cosas con suficiente claridad para que no se aprovechen los populistas que mienten con un descaro impresionante. Son los que ofrecen soluciones fáciles culpando a quienes no tienen culpa de nada. Manipulan por intereses espurios. Los inmigrantes africanos que llegan a España o a cualquier otro país, no vienen a quitarle el pan a nadie. Trabajan en empleos que nadie quiere desempeñar aquí y contribuyen a que la Seguridad Social pueda mantener un régimen de pensiones. La integración ordenada hace posible que exista mano de obra de todas partes. Es una realidad clarísima y elemental que algunos se esfuerzan en retorcer para elaborar un discurso tramposo, como tahúres de la política. Si las multinacionales no usurparan las materias primas de esos países para hacernos la vida más cómoda fabricando teléfonos, coches o baterías. Sin una labor de rapiña tan potente por parte de las grandes potencias y multinacionales, los africanos podrían vivir en sus respectivos países.
- Usted habla de rapiña y otros dicen que proporcionan empleos allí.
- En condiciones muy próximas a la esclavitud. No digo que se reparta todo de manera equitativa. Lo que critico en esta novela es la insaciabilidad y la avaricia. El exceso de ambición. Lo hago a través de unos personajes alegóricos, muy esquemáticos e hiperbólicos. Es como un cuento para adultos en el que muestro el desmedido afán de unos individuos para acumular más riqueza sin importarles un alto coste innecesario en vidas humanas y esquilmación de un territorio para llevarse la tanzanita, un tesoro que no puede faltar en toda novela de aventuras. Es lo que he pretendido, además de aclararme yo misma.
- Escribir es una forma de organizar las ideas.
- Así es. A mí me sirve para aclarar mi mundo. Porque me pregunto con frecuencia cómo es posible que esta gente sea así, reaccionen de esta manera y tengan determinadas conversaciones, aficiones y manera de ser. Buscar las respuestas me sirve para entender la vida.
- ¿Es la avaricia el pecado más grave?
- Eso va por épocas. Sin embargo, en este momento sí que me parece el más grave de todos. Es el que provoca las mayores desigualdades. Por una parte, genera millones de personas que carecen de lo básico para vivir. Mientras tanto, algunos se gastan una fortuna en viajar diez minutos fuera de la atmósfera terrestre. Son esos mismos que, después, tal vez por algún remordimiento de conciencia, crean fundaciones para repartir una mínima parte de lo que previamente han esquilmado. No encuentro sentido a la riqueza ilimitada ni a la pobreza igualmente ilimitada de la mayoría de la población.