De qué recuperación estamos hablando


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AMANDO DE MIGUEL

La palabra talismán del momento, emitida, pomposamente, desde el poder, es “recuperación”. Indica el ejercicio de volver al estado anterior, tenido por normal, después de algún percance o crisis, que constituyó un retroceso. Los estudiantes, cuando suspenden un examen o una asignatura, pueden recuperar el fallo con una nueva prueba. El término es, más bien, clínico, pues los enfermos se recuperan de sus dolencias con los oportunos tratamientos. El objetivo es volver al equilibrio homeostático, que llamamos “salud”.

La recuperación colectiva, de la que hablan los gobernantes, consiste en un acto voluntarista, por el que se trata de convencer a los contribuyentes (oficialmente, “ciudadanos”) de que, ahora mismo, se está superando la crisis económica o la pandemia. Ya, se sabe: “se hace camino al andar”. La verdad es que, examinados los datos actuales, (por otra parte, manipulados), no hay razón para concluir que la sociedad española ha vuelto a la normalidad económica o sanitaria. Por eso, los que mandan en la esfera política necesitan engatusar a la población con las palabras talismán, las que acarrean un carácter taumatúrgico, aunque, realmente, oculten trampantojos.

Todavía, se maneja un equivalente más cultista para indicar que España va por buen camino. Es la “resiliencia”, un término de la Física para indicar que un cuerpo, tras una deformación, vuelve a su primitivo estadio. (Nota: los médicos, siempre, dicen “estadío”). Dudo de que tal principio físico pueda aplicarse a la sociedad, donde las distorsiones, siempre, dejan huella.

Hace dos generaciones, el equivalente de los talismanes dichos fue el “desarrollo”, que se comprende un poco mejor. Los “planes de desarrollo económico y social” (varios tomos rebosantes de estadísticas) trataban de hacer ver que la sociedad, ya, estaba cambiando. Era el clásico ardid de la profecía que se cumple a sí misma. Es claro que España, en el decenio de los años 60 del siglo pasado, experimentó una transformación, verdaderamente, espectacular. También, los gobernantes actuales aspiran a que se produzca el mismo fenómeno, pero, la historia nunca se repite de un modo preciso. Además, ahora, se junta una verdadera hecatombe económica con una feroz pandemia; son circunstancias únicas. El presidente Sánchez ha aludido al “gran salto hacia adelante”, para indicar el gran cambio que nos espera a los españoles, si seguimos bajo su tutela. Quizá, no sepa que la expresión “el gran salto hacia adelante” la hizo famosa el dictador Mao, arengando a sus fieles del Partido Comunista Chino. El volatín costó varios millones de muertos.

Extraña recuperación, la nuestra, con unas tasas de paro, nunca, vistas, con miles de empresas quebradas, con unas proporciones de infectados por el virus chino, que continúan ascendiendo, sin que nadie sepa cómo detenerlas. Sería más propio decir que la sociedad española sigue en la “unidad de cuidados intensivos”, si es que se acepta la metáfora clínica.