“Estaba convencido de que si cerraba los ojos me llevaban al cementerio”

Tras dos meses en la UCI en estado crítico a causa del coronavirus, el regidor albojense consiguió superarlo gracias a su “forma física, los sanitarios y la Virgen del Saliente”. Ahora cuenta una experiencia que le ha convertido “en otra persona”


El alcalde de Albox, Francisco Torrecillas, pocos días después de recibir el alta.

ALMERÍA HOY / 04·06·2021

- Después del susto, ya incluso ha vuelto a aparecer por las redes sociales y a Albox, ¿cómo se encuentra?
- Vamos recuperando. Trabajando con los fisioterapeutas. Los 60 días que estuve en la UCI acabaron con toda mi masa muscular, pero me fui manejando con el andador primero y ya doy algunos pasos solo. Poco a poco. Pasaron más de dos semanas desde que salí del Hospital hasta que me atreví a subir un tramo de escaleras, ¡ocho escalones! Eso sí, con ayuda. Puede parecer una tontería, pero para mí fue un triunfo. Darme la vuelta en la cama era una auténtica proeza. Sujetar el teléfono, todo un mundo.
- Es de imaginar lo que debe suponer cada logro en esas circunstancias.
- Supone ver cómo me recupero, porque ha sido terrible. Por eso quiero hacer un llamamiento a los jóvenes, y a los que no lo son tanto, que aparecen muchos cuarentones y cincuentones en los vídeos de los botellones que se celebran en toda España. Han levantado el estado de alarma, pero el virus continúa aquí y hemos de seguir protegiéndonos. Cuando el bicho entra en una persona como lo hizo en mí, es muy duro. Sin embargo, no ponen nunca esas imágenes de las UCIs con enfermos entubados boca abajo, como estuve yo durante 60 días.
- ¿Qué recuerda de esos días que pasó en la UCI?
- No mucho, porque estuve sedado en estado crítico. En dos ocasiones dijeron a mi familia que fueran preparando las cosas porque me moría. Sin embargo, los sanitarios lograron sacarme adelante. Yo era un firme candidato a meterme en el saco. Cuando se está permanentemente boca abajo, con la tráquea abierta, se pierde toda la masa muscular, como me pasó a mí.
- ¿Le alimentaban también por la sonda?
- Todo por el tubo que me metieron por la garganta. Gracias a Dios, acabaron con la enfermedad y ahora toca hacer músculos y dieta.
- ¿Es muy dura esa dieta?
- No puedo comer nada de grasas. Sólo pescado y proteínas que no sean grasas.
- ¿Qué fue lo último que comió antes de ingresar en el Hospital?
- Un aperitivo con vino y unas tapas de lomo de caña ibérico de bellota. El virus lo contraje a primeros de febrero. Sobre el día cinco o seis empecé a notar algunas molestias. El séptimo se apoderó de mí una fiebre altísima y me llevaron al Hospital.
- ¿Cómo recuerda ese momento?
- Yo ya iba sin conciencia. Lo último que recuerdo es que me metieron en una ambulancia para enfermos críticos. Creo que me sedaron allí mismo.
- ¿Y el despertar posterior?
- La primera semana que estuve consciente en la UCI, no dormí nada. Estaba convencido de que si cerraba los ojos me llevaban al cementerio, porque de allí no hacían nada más que desaparecer compañeros. Ya en la planta, me despertaba por las noches y me parecía que había una persona en la puerta. Era una alucinación.
- ¿Qué ha cambiado en usted esta experiencia?
- Mucho. Ahora seré otra. Sin duda. Empiezo a valorar otras cosas que me pasaban desapercibidas. He vuelto a nacer. Debo la vida a los sanitarios y a la familia, sobre todo a mi mujer. También a la Virgen del Saliente. Alguien metió una estampa de la Pequeñica en mi cama y me insufló fuerza suficiente para sobreponerme.
- No me dirá que se ha curado de milagro.
- Yo sabía que me curaba la medicina, pero las cosas se complicaron. Hasta pillé el llamado virus de los quirófanos. Sin embargo, la Pequeñica me dio fuerzas. El fisioterapeuta dice que me he escapado por mi forma física. Quiero insistir en llamar al cumplimiento de las medidas sanitarias. Esto es muy hondo. Si sigue adelante, la ruina será increíble. Es verdad que la vacunación va a buen ritmo. Si en verano se ha conseguido inmunizar a la mayor parte de la población será un gran alivio, porque el bicho no se acaba este año.
- ¿Qué diría a las personas que leerán esta entrevista? Además de que tengan cuidado.
- Que nos estamos frivolizando en exceso. Pensamos que nunca pasa nada y sí que pasa. Tenemos que dar valor al ser humano; a la familia. Evitar conflictos por tonterías. Cuando ves a la parva de cerca aprendes a valorar otras cosas.
- Con la imagen de duro que transmite, se le ve ahora muy sensible.
- A veces la imagen que se percibe de uno no es la real. Yo soy muy sentimental. Mi mujer dice que romántico; un hombre del siglo XIX. Pero también soy firme y fuerte. Muy disciplinado, y por eso tal vez desprenda una imagen de duro. Cuando creo en algo, lo defiendo a capa y espada. No me gusta que me engañen. En política he tenido rifirrafes, y no pequeños. Cuando he llamado a algunos vagos e inútiles lo he hecho porque no se puede dejar a un pueblo con más de 30 millones de euros de deuda y engordando el déficit un millón por año.
- Usted entró en política obteniendo una sola acta de concejal, llegó a ser alcalde porque ninguno de los grandes partidos permitió que gobernara el otro y su pueblo le premió con diez concejalías en las siguientes elecciones.
- Es cierto que fui alcalde por la rivalidad entre PSOE y PP. Los socialistas me votaron para que no saliera un regidor popular. Tuve esa oportunidad y demostré a mis vecinos que un ayuntamiento se puede dirigir de otra manera. Trabajé como siempre he hecho. Levantándome a las 6:00 y al pie del cañón hasta la hora que hiciera falta, administrando el poco dinero que había, pero sin parar de hacer cosas. A los albojenses les debió gustar el cambio, porque dos años y medio más tarde, como usted dice, de un concejal pasamos a ser diez.
- ¿Es cierto que descubrió que a sus predecesores en el cargo les gustaba el buen comer?
- Hay facturas de un solo restaurante que superan los 200.000 euros en farras. Pero yo sigo con el mismo sueldo que tenía en el instituto. Pude habérmelo subido y no lo hice. Le di al secretario del Ayuntamiento la última nómina del IES y le dije “como ésta”. Además, el teléfono que llevo es el mío. No he sacado ninguno a cuenta del pueblo. Campoy y yo nos pusimos a trabajar y a atender a los vecinos, que es lo que debe hacer un alcalde. Por eso en dos años y medio ganamos las elecciones con un resultado escandaloso.