AUDIO: “Al Rubio le cortaron los cables para que se estrellara y aquí os estamos permitiendo cosas”

Un forestal llamó al agente que denunció el presunto absentismo de sus compañeros del Levante. Le acusó de destapar supuestas irregularidades cometidas en el Cuerpo y le explicó que en Cádiz sabotearon el coche de otro “para que se fuera”


El coordinador comarcal de los agentes de Medio Ambiente en el Levante suele permanecer estacionado en el barrio de El Zapillo, en la capital almeriense, donde parece contar con una segunda residencia.

ALMERÍA HOY / 07·06·2021

Si la información que trasciende sobre lo que ocurre en el seno de la Unidad de Agentes de Medio Ambiente del Levante almeriense resulta cuanto menos sorprendente, más chocante aún resulta la pasividad mostrada por la Delegación ante los hechos denunciados.

La última vez que los responsables de la Junta han preferido mirar hacia otro lado ha sido tras conocer que a un forestal que prestaba servicio en Cádiz, sus compañeros le manipularon los frenos del vehículo de trabajo “para que se estrellara y se fuera”. Sin embargo, la nueva coordinadora provincial, María de los Ángeles Lázaro, informa que “no procede investigación” alguna al respecto.

El nuevo capítulo de las andanzas de los agentes de Medio Ambiente arranca hace aproximadamente un mes. ACTUALIDAD ALMANZORA y ALMERÍA HOY publicaron entonces un artículo informando que el intento de controlar la jornada laboral de los forestales mediante geolocalizadores en sus teléfonos oficiales había quedado en ‘gatillazo’. Los forestales se negaron a instalar la aplicación por venir de una comunicación del departamento de informática y no por orden de un superior.

El artículo explicaba que el Estatuto de los Trabajadores introdujo la obligación del control y registro de la jornada laboral de todos los empleados por cuenta ajena, incluyendo a los de la Administración. Únicamente exceptúa del cumplimiento de esa norma a algunos colectivos muy concretos. Entre ellos cita expresamente al personal de alta dirección, los penados en instituciones penitenciarias, deportistas profesionales o los artistas en espectáculos públicos. Al no citar a los forestales, el redactor se preguntaba retóricamente a cuál de estos grupos pertenecen los agentes de Medio Ambiente, y si, tal vez, era al de ‘artistas’.

“MANGURRINOS”

Precisamente esta última palabra fue el detonante que empujó a un agente próximo a la jubilación, Ángel Ramos, a llamar el pasado 3 de mayo a su colega Álvaro Ramos, el que denunció el 13 de septiembre de 2019 el presunto absentismo reiterado de sus cinco compañeros en el Levante, así como otras irregularidades, entre ellas el uso privado de los vehículos de trabajo. Ángel decía irónicamente sentirse “eufórico” esa mañana porque había leído que ALMERÍA HOY –diario digital de nuestro grupo que reprodujo el artículo mencionado- “nos llama ‘artistas del espectáculo’. Ya sólo les falta llamarnos ‘mangurrinos’”. Durante la conversación, acusaba a Álvaro de “estar alimentando a la fiera”, es decir, de facilitar información al medio sobre las supuestas anomalías en el funcionamiento del Cuerpo.

El tono de la conversación fue subiendo de temperatura hasta un momento en el que Ángel, tras apercibir a Álvaro sobre “la suerte” que tiene por no estar en otro sitio, le recordó lo que le pasó en Cádiz al Rubio: “Le cortaron los cables para que se estrellara y se fuera de allí. Se tuvo que venir aquí, ¿sabes? Y aquí os estamos permitiendo tantas cosas que a algunos les van a dar por culo y no se van a enterar”.

Álvaro repuso que lo ideal hubiera sido abrir “expedientes” a partir de la denuncia que puso en conocimiento de sus superiores, acompañada de “pruebas fehacientes, en lugar de “taparlo todo como os taparon a todos los que fuisteis [como público] a un juicio en horario laboral, vestidos de paisano y con el coche oficial”.

Pero Ángel, tras insistir en reproches de “falta de vergüenza y orgullo” y conminar a su compañero a dirigirse “con dos cojones” al medio para decirle que “no somos ‘artistas del espectáculo’”, dio por concluida la conversación, a voz en grito, con un sonoro “¡me voy a cagar en la madre que te parió!”, colgando a continuación el teléfono.

“NO PROCEDE INVESTIGACIÓN”

Una vez concluida la llamada, Álvaro Ramos se dirigió a la coordinadora provincial, María de los Ángeles Lázaro Pérez, a la que puso al tanto de la conversación por escrito, adjuntándole un archivo con la grabación de la llamada de Ángel. Además, añadió el informe del médico de Urgencias informando sobre el estado de “ansiedad” en que llegó a la consulta y el parte de baja emitido por su facultativa de cabecera.

Al día siguiente, y ante la falta de respuesta –“ni siquiera me ha llamado por teléfono”- volvió a dirigirse a la coordinadora provincial recordándole que, “como responsable”, debía comunicar lo sucedido a la Unidad de Prevención “lo antes posible”.

En esta ocasión, Lázaro sí contestó. No obstante, la respuesta consistió en comunicar, lacónicamente, que la asesora técnica de Prevención de Riesgos Laborales le ha transmitido que “no procede” abrir ningún expediente “para la notificación, información e investigación”.

En síntesis, un incidente en el que un agente revela a otro, en unos términos que podrían interpretarse como amenazantes, que le cortaron los cables de los frenos a un tercero “para que se estrellara y se fuera”; todo por denunciar situaciones que consideraba anómalas, y el hecho no suscita en Medio Ambiente el más mínimo interés por intentar averiguar qué puede haber de cierto. Los británicos dicen que la curiosidad mató al gato. Tal vez sea ese el mal a evitar.