Y Pablito cogió su fusil


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JOSÉ Mª MARTÍNEZ DE HARO

PRIETAS LAS FILAS las escuadras antifascistas alienadas a las órdenes del comandante Iglesias Turrión quieren tomar Madrid. Una ola de entusiasmo levanta la losa de la sepultura del camarada Iosif Stalin. La izquierda comunista desempolva himnos de victoria ante la inminente Batalla de Madrid. En tanto sacan lustre a las baterías de grueso calibre el fuego graneado con espumarajos verbales hace ya presencia cuando aún no ha comenzado la campaña: “hay que frenar a estos delincuentes y criminales”, clamaba el comandante Iglesias en relación a esa ultraderecha que, en su imaginario, acecha en la madrugada y le hace temblar el espinazo de puro miedo. Las huestes de Getafe han expresado su “profundo sentir democrático” en pancartas y carteles donde queda escrito “… odia a Ayuso”. Como es fácil entender son las mejores formas de presentar las credenciales ante unas elecciones democráticas. Pero así son estas escuadras antifascistas, totalmente pacíficas dando ejemplo de respeto y tolerancia.

Visto lo escrito y lo dicho, la política española avanza hacia el lodazal del subdesarrollo mental en expresiones como las anteriores. Y España se asoma al precipicio de un rancio comunismo con maquillaje rapero. No es el comunismo post muro de Berlín que se conoció como Eurocomunismo, es el viejo comunismo hispano que calca los gestos y las frases encendidas de agresividad que incendiaran aquellos años con la gasolina estalinista y acabó en una tragedia colectiva de la que parece que no aprendieron nada estos jóvenes adanistas, más que reavivar los rescoldos del enfrentamiento.

Madrid puede enorgullecerse de ser una región donde se aprecia una razonable capacidad de convivencia y una reconocida tradición de respeto y tolerancia a todos y cada uno de los que nos agrupamos en esta magnífica urbe. Y los sucesivos gobiernos autonómicos, incluyendo al socialista Joaquín Leguina, han procurado un grado de desarrollo económico, social y cultural que la sitúa entre las más prósperas regiones de Europa. Así han trascurrido en Madrid y en España los últimos cuarenta y dos años, sin mayores sobresaltos que el plomo y la sangre vertida por los asesinos de ETA, el GRAPO el FRAP y TERRA LLIURE, todos de extrema izquierda. Fueron años de sosiego en la ciudadanía y en la clase política, cuyo objetivo logrado fueron la democracia, el Estado de Derecho y garantías constitucionales; la libertad en definitiva por la que trabajaron todos los partidos.

Los comunistas Santiago Carrillo, Marcelino Camacho, Ramón Tamames y tantos otros fueron representantes dignos de sus votantes sin incitarles a la violencia contra aquella derecha, ni sus dirigentes algunos de ellos por lógica existencia vital de procedencia franquista y voluntad claramente democrática que se agruparon en UCD y Alianza Popular.

Pero como realidad lamentable todo ese caudal de tolerancia y democracia se ha perdido en el fragor de un discurso populista e incendiario donde ya no hay adversarios políticos, sino enemigos a batir. En las redes sociales se describe textualmente la manera de exterminarlos. Según el rapero Pablo Hásel se alegraría de que a José Bono (ex Ministro del PSOE) le clavaran un piolet en la cabeza. Las frases que dan salida a las próximas elecciones en boca del sargento Iglesias no pueden ser más descriptivas; “delincuentes y criminales”. Cuesta imaginar cuál sería el siguiente paso a esta escalada de violencia verbal. Se avecinan días de tensión y agitación si continúan los mensajes guerra civilistas con la factoría de la extrema izquierda convocando manifestaciones y saturando las redes de odio efervescente. Pero a la par se abre la oportunidad de conocer a cada cual bajo su máscara. Y eso ayuda mucho a reflexionar sobre el presente y el futuro de Madrid y de España.

Es por todo esto que Madrid y su presidenta son el enemigo a batir, incluso con la más soeces y temerarias alusiones personales. Madrid es el laboratorio de un proyecto largamente acariciado por jóvenes agitadores desocupados en busca de fortuna y satisfacción de un ego desmesuradamente narcisista. Escribe sobre esto un español que nació en Moscú y conoció la experiencia del “socialismo real”, hijo de un español republicano exiliado en la URRS de Stalin, Boris Cimorra, periodista y escritor residente en Madrid: “serán los votantes madrileños quienes puedan dar la batalla a la extrema izquierda comunista en defensa de la democracia y la libertad”. “He vivido 33 años en la URSS las miserias del comunismo triunfante y no me gustaría nada revivirlo de nuevo en España”. No hay duda, para los analistas políticos Madrid será la madre de todas las batallas y su presidenta lo ha dejado claro trazando una línea en la conciencia de cada madrileño: “comunismo o libertad”, de eso se trata.

En todo caso, el movimiento de fichas ha mostrado que la decisión de Iglesias de dejar su cargo en el Gobierno de España trasluce su escaso entusiasmo por la gestión, el compromiso y la responsabilidad de dar cuentas de esa Vicepresidencia. El balance de estos quince meses no puede ser más menguado sin resultado práctico que responda a aquella campaña electoral en sus inicios políticos “junto a la gente”. No ha engañado a nadie Pablo Iglesias, su labor redentora es la salvación de todo un pueblo oprimido y para ello todos los recursos son válidos incluidos los más radicales y revolucionarios. En este proyecto de evidente matriz comunista la democracia es un estorbo, la Constitución un lastre y la Monarquía un freno. Quedan claros sus propósitos por más que nunca los haya ocultado.

Y así comienza esta batalla por Madrid como laboratorio de un proyecto comunista y populista que ha activado su gabinete de intoxicación y las escuadrillas de agitación e intimidación, y que espera contar con la aquiescencia del PSOE, según sean los resultados para Ángel Gabilondo. Las sorpresas son meras circunstancias eventuales; la pujanza de Mas Madrid podría devenir en un pacto con Podemos después de las elecciones, porque en el fondo de la cuestión el objetivo es común.

Nada será ya igual en la política española tras el malabarismo entre partidos políticos con mociones de censura y adelanto electoral. La tranquilidad que imaginaba Iván Redondo y en la que se instaló Pedro Sánchez es ahora un escenario de política sucia y conjuros entre hogueras. La intención del centro derecha para mantener el Gobierno de la Comunidad parece ahora necesitada de los votos de VOX, partido que aumenta su presencia en cada convocatoria electoral.

El titulo de este artículo me lo ofreció un quiosquero: “Mire usted, parece que Pablo Iglesias se ha desperezado de la siesta y quiere volver al escenario, y lo primero que hizo fue disparar insultando y denigrando a otros partidos contendientes para anunciar su candidatura en Madrid”. Me hizo gracia esta descripción del penúltimo salto del comandante Iglesias. Añade el quiosquero, “lo tiene decidido, viene de caza y la presa es Madrid”.