Un nuevo libro en el mercado: ‘Vida y milagros del dios Indalo’


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CLEMENTE FLORES

Cuando este artículo salga a luz, seguramente estará en la calle o a punto de salir el libro de este título del cual soy autor. No parece normal, aunque sea real y coherente, que alguien que se ha pasado la vida haciendo proyectos y obras, que en los últimos 20 años de vida profesional han estado relacionadas con el urbanismo, los servicios urbanos y el medio ambiente, haya escrito, con éste, tres libros relacionados con la sociología y la historia contemporánea del Levante Almeriense.

Nací en Mojácar en plena postguerra y como a todas las personas, a mi me ha marcado el lugar, el contexto y la cultura dominante de la época en que nací. Para mi sería difícil precisar cuál es el peso de cada una de estas variables en la formación de mi personalidad, aunque creo que queda reflejado en mi anterior libro ‘Nacer en los cuarenta’, donde hablo de mi niñez.

Tengo claro cuál es mi patria chica, porque de acuerdo a lo escrito por algunos grandes autores, como Albert Camus, la patria chica coincide con el lugar donde uno vive su niñez y donde se inicia, se experimenta y se graba por primera vez el conocimiento de la naturaleza, del lenguaje, de los colores, de las cosas y de las personas.

Huyendo de la cultura de escaparate, siempre será el pueblo de uno su patria chica, donde más se pueda disfrutar de la amistad de esas cosas, que a veces no son materiales y tangibles sino redes etéreas donde se enmarañan ideas, conocimientos y sentimientos muy difíciles de describir. Ésa creo que es la motivación que me ha llevado a escribir y publicar varios libros y muchos artículos en los que he recogido las conclusiones de las investigaciones que he realizado sobre la comarca. Motivado inicialmente por la curiosidad, he escrito una serie de artículos de temática variada sobre riadas, minería, urbanismo, problemas medioambientales, historia y personajes, relacionados todos, de alguna forma, con el Levante Almeriense.

Creo que esa misma curiosidad por conocer me empujó, siendo niño, para obtener una beca y poder estudiar lejos de mi pueblo y llegar así a la Universidad, rompiendo una tradición familiar que no pasaba de la enseñanza primaria. Empujado por el ansia de saber, creo que no he dejado desde entonces de estudiar, simultaneando estudios de ciencias y humanidades, cosa que comencé a hacer de forma autodidacta, pese a que, años atrás, este tipo de formación no estaba bien entendida. Curiosamente, ahora se recomiendan los estudios pluridisciplinares en muchos planes formativos porque se entiende que una formación pluridisciplinar permite afrontar conjuntamente los problemas técnicos y humanos con una visión más rica en matices. Como consecuencia de esa curiosidad hoy soy titulado de las Universidades Politécnica, Complutense y Autónoma de Madrid habiendo obtenido mis titulaciones en los años 1966, 1978 y 2008 estirando como el chicle las horas de muchos días.

Hace más de una década, razones de salud y de calendario, ambas coincidieron en el tiempo, me aconsejaron que dejase de trabajar y decidí que merecía la pena cambiar de actividad e intentar disfrutar de la lectura y la escritura entre otras actividades lúdicas todos los años que mi salud me lo permitiese. En ese momento decidí escribir fundamentalmente sobre la temática comarcal y hacerlo en los medios locales donde pudiese exponer mis ideas con mayor libertad consiguiendo que pudiesen llegar a los lectores de forma gratuita.

Desde entonces, escribo asiduamente y, admitiendo que lo pueda hacer con mayor o menor calidad literaria, todos mis artículos “están trabajados” y me cuesta mucho escribirlos, aunque, en esencia, todos se reducen a un corta y pega. El corte y pega que yo hago es un tanto peculiar puesto que leo mucho y asiduamente lo hago de forma atropellada cambiando continuamente de lectura. De esta manera, cuando alguna idea o información me llama la atención o me gusta, la meto en mi mochila mental y la mezclo con otras para, luego, buscarlas y utilizarlas como cuando buscas las cosas entre un rimero de trastos en el baúl de los recuerdos, en el trastero o en un altillo.

Suelo escribir artículos largos y “espesos” de difícil lectura que requieren un cierto esfuerzo para ser leídos. Es algo premeditado, aunque no lo parezca, y al director de Actualidad, Miguel Ángel Sánchez, le llevan los demonios cuando tiene que encajarlos en una página. Es una licencia reprochable que me permito, porque sabiendo que al lector le cuesta “meterle el diente” a esos artículos tan largos y densos, pienso en que le cuesta poco leer y obtener una información comparándola con lo que me cuesta a mi proporcionársela. Es como una pequeña contribución que hago a la “cultura del ego” que tanto se practica en nuestro país por muchos “escritores” que creyéndonos cuando menos un Cervantes, no pasamos de ser unos pedantes más, en esta sociedad de techos tan bajos. Mejor dejarlo.

Como mi interés por las cosas es vehemente y apasionado, al escribir, trato de ceñirme a hechos contrastados con fuentes de información fiables, cosa que cada vez me resulta mas difícil. Procuro, pensando en quien me pueda leer, ser didáctico y poco hiriente y dejar que el lector pueda hacer sus propios juicios y sacar sus propias conclusiones. Por eso, cuando en otro libro, “Nacer en los cuarenta”, que ya he citado, aparentemente estaba contando mi niñez en la época de la posguerra, pretendía contar la niñez de una generación, que en estos pueblos aislados del Levante tenía que sobreponerse y tirar adelante superando la dureza y la miseria del medio, de forma que cada cual pudiese revivir la suya.

Hoy toca hablar de un nuevo libro relacionado con la comarca “Vida y milagros del dios Indalo”, donde el relato enlaza la prehistoria con el presente.

La idea de escribir este libro ha surgido por el hecho de que desde hace algún tiempo vengo trabajando en un ensayo sobre el poder, la verdad, la historia y las mentiras que muchas veces, como si fueran verdad, forman parte de la historia que nos han contado. Escribiendo sobre este tema ha surgido insistentemente una y otra vez la palabra ‘posverdad’, en el sentido de que, desde hace algunos años, estamos en una etapa histórica de posverdad. Creo que siempre ha existido el fenómeno de posverdad si lo ligamos a las manipulaciones y propaganda del poder Cuando escucho que vivimos la época de la posverdad, me pregunto ¿fue la anterior una época de verdad? ¿cómo explicar hasta qué punto la Historia es una ciencia inventada, sesgada y pactada que casi siempre la han escrito los vencedores? La solución que encontré fue contar la Historia de una historia inocua, si es que alguna historia puede ser inocua, como podía ser la de ese “muñeco mojaquero”, elevado a la categoría de Dios, que es el Indalo.

Lo que vino después fue fácil. He hablado del baúl donde guardo el rimero de las “basuras culturales” fruto del síndrome de Diógenes que me produce mi agobiante curiosidad. Es un baúl que, por mis muchos años está dotado de un fondo suficientemente profundo como para encontrar restos de tantos años atrás como para dudar si me estoy moviendo en la memoria o en la Historia. Sólo quedaba “cortar y pegar” poniendo en orden los datos de la vida de este “monigote” y contar de paso algo sobre las personas, las circunstancias y los lugares que han forjado la historia de Indalo.

Quizás hubiese podido sacar del baúl algunas de las antiguas explicaciones rebuscadas sobre una sociedad oprimida, empobrecida, desanimada e inculta que tejía argumentos en torno a una figura idealizada porque necesitaba creer en algo, antes de perder totalmente la fe. Para esa tentación estaba vacunado.

Me he limitado a narrar la historia tratando de seguir el hilo conductor que enlaza un dibujo realizado por algún hombre de cuya vida no sabemos nada, sobre la pared de una cueva, en lo alto de la sierra; con la entronización de esa figura, difundida como si fuera un dios y convertida en la representación más conocida de la provincia de Almería.

Este libro, de edición reducida, especialmente puesto a la venta para coleccionistas y curiosos, cuestiona algunos relatos tradicionales sobre la vida y milagros de Indalo y al mismo tiempo aporta los datos necesarios para salvar algunas lagunas de la historia que eran poco conocidas. No me he resistido a reflejar mi visión personal sobre algunos personajes populares, hoy desaparecidos, por los cuales siento respeto e incluso admiración, aunque no idolatría. El poeta Nicanor Parra escribió “Que no fue Dios quien nos creó a nosotros sino nosotros quienes lo creamos a él”. No seré yo quien me dedique a crear dioses.

(En el próximo numero contaremos de forma resumida la historia completa de Indalo).