La División Azul


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ADOLFO PÉREZ

Es muy complicado escribir sobre la segunda República española, lo mismo que de la guerra civil que le siguió o del régimen del general Franco que después se instauró, pues la ideas políticas y sentimientos que se derivan de tales hechos están y estarán por mucho tiempo a flor de piel de bastantes personas. Mi pretensión es que este artículo sobre la División Azul sea objetivo, más por el recuerdo y simpatía hacia aquellos jóvenes altruistas españoles, partícipes voluntarios a favor de Alemania en la Segunda Guerra Mundial (1939 – 1945), reclutados para una guerra ajena.

Es bien sabido que durante de la Guerra Civil de España (1936 – 1939) ambos bandos recibieron importante ayuda extranjera. El Gobierno de la República la recibió del Gobierno comunista de la Unión Soviética de José Stalin; o sea, de las siete repúblicas que integraban la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas de entonces, la URSS, siendo Rusia la cabeza. El bando sublevado del general Franco recibió ayuda del Gobierno nazi de la Alemania de Adolfo Hitler y del Gobierno fascista de la Italia de Benito Mussolini.

La Guerra Civil de España terminó el 1º de abril de 1939 con la victoria del general Franco, la del bando nacional como así se le conocía. Cinco meses después, el 1º de septiembre de 1939, dio comienzo la Segunda Guerra Mundial con la invasión de Polonia por parte de Alemania. Y la guerra se extendió por Europa y otros lugares con victorias continuas de Hitler sin que nadie lo parara. El Gobierno español se declaró neutral mientras le hacía frente a una dura posguerra, aunque Franco no podía olvidar la importante ayuda que Hitler le había prestado en nuestra guerra. Era una deuda que el Gobierno español tenía con los alemanes que los convertía en virtuales aliados.

Casi catorce meses después del inicio de la guerra mundial, el 23 de octubre de 1940, Adolfo Hitler y Francisco Franco se entrevistaron en la estación de ferrocarril de la ciudad fronteriza de Hendaya (Francia), en el vagón de Hitler de su tren. Según dicen las crónicas de la época Hitler pretendía que Franco tomara parte en la guerra para lo que le ofreció la vuelta de Gibraltar a España y dominios en África, así como alimentos y otros productos para paliar la escasez que se padecía en la posguerra española. Por lo visto Hitler pretendía apoderarse de Gibraltar para dominar el Mediterráneo. Al respecto se cuenta que Franco estuvo poco receptivo a las propuestas de Hitler. La entrevista terminó con ambos líderes decepcionados y la firma de un protocolo lleno de vaguedades, sin nada en concreto. Al parecer a Hitler le disgustó la actitud de Franco. Lo importante para España es que no entró en la guerra.

Y se llegó al 22 de junio de 1941 cuando Adolfo Hitler, engreído por sus victorias en Europa rompió el pacto de no agresión firmado con José Stalin, atacó por sorpresa a la Unión Soviética en el marco de la Segunda Guerra Mundial en la llamada Operación Barbarroja que ocasionó enormes daños a los soviéticos en todos los aspectos. Sin embargo, la Operación Barbarroja, que terminó el 5 de diciembre de 1941, fue un fracaso de Hitler debido a la contraofensiva soviética y a los rigores del crudo invierno ruso (el llamado general invierno en argot militar) que ocasionó graves destrozos en el ejército alemán. No obstante, continuó la guerra contra la Unión Soviética hasta la derrota final de Hitler y sus aliados en la guerra mundial en 1945.

La invasión de la Unión Soviética por parte de la Alemania de Hitler y la subsiguiente campaña bélica fueron el origen de la División Azul, una unidad militar de voluntarios españoles que lucharon con el ejército alemán en la Segunda Guerra Mundial entre los años 1941 y 1943.

Cuando el 22 de junio de 1941 Hitler dio vía libre a la Operación Barbarroja Franco consideró que era la ocasión de ayudar a los alemanes y luchar contra el comunismo soviético que tanta aversión le producía al régimen franquista debido a la política que tal ideología realizó en la España de los años treinta. Fue la razón para que el 23 de junio de 1941 el Gobierno español aprobara reclutar una división de voluntarios para ir al frente ruso. La iniciativa fue bien acogida, de modo que el 27 de junio comenzó el reclutamiento mediante una gran campaña y muchos puntos de enganche a nivel nacional. Pronto se cumplieron las expectativas, en poco tiempo se reclutó la llamada División Española de Voluntarios, la conocida División Azul por la camisa azul que llevaban con el uniforme militar. Se acordó que su jefe fuera el general Agustín Muñoz Grandes (falangista), que los mandos militares fueran profesionales del ejército español y que la tropa fuera de voluntarios a los que se les ofrecieron ventajas en el sueldo, subsidios familiares, derechos laborales, etc. Se alistaron voluntarios de todo tipo y condición, con muchos estudiantes y falangistas.

Después de diez días de una breve instrucción militar, el domingo 13 de julio de 1941, desde la estación del Norte de Madrid, partió para Alemania el primer grupo de soldados de la División Azul. Igual sucedió en diversos puntos de España donde estaban acuartelados. Las despedidas fueron apoteósicas, con los andenes atiborrados de gente que los aclamaba, así se ve en las fotos. Todos los trenes cruzaron la frontera francesa por Hendaya, y después de un control sanitario la primera expedición continuó viaje a Alemania hasta llegar el 17 de julio a su destino: la base militar de Grafenwöhr, a la que seis días después, el 23, llegó la última expedición. De inmediato comenzó la preparación de adaptación a la formación y disciplina alemanas. La División Azul, encuadrada en el ejército alemán como la 250ª División de Infantería, el 31 de julio, en una solemne ceremonia, prestó juramento de fidelidad al Führer (Hitler) en la lucha contra el bolchevismo. Su uniforme era el reglamentario de la Wehrmacht (el ejército alemán) con la diferencia de la camisa azul de falange más el escudo heráldico con la bandera española y el yugo y las flechas adosado a la parte superior de brazo derecho.

Días después la división española, incluida en los ejércitos del centro, fue destinada al frente oriental para unirse en la ciudad de Smolensk al resto de los ejércitos. La llegada al destino la hicieron en dos fases, en la primera recorrieron 1.600 kilómetros en tren y en la segunda, una tropa sin experiencia, hubo de recorrer a pie los 900 kilómetros restantes, en los que debió salvar grandes dificultades físicas: bosques, lluvias, barro, pies y hombros heridos, etc. etc. Después de un viaje de más de cincuenta días por fin llegaron al frente de guerra donde el 12 de octubre la división sufrió un ataque y las tropas españolas entraron en combate, era la Operación Barbarroja, ya vista. A partir de entonces fueron numerosos los combates en los que tomaron parte, siendo uno de ellos el sitio de la ciudad de Leningrado.

En 1943, motivado por el ascenso del general Muñoz Grandes, cambió el mando de la división en favor del general Emilio Esteban Infantes. El general Franco, ante la mala situación de los alemanes en Rusia, máxime con la caída del frente de Stalingrado, y pensando en ganarse a los Aliados, ordenó la repatriación de la División Azul, que se llevó a cabo de forma escalonada a partir del 12 de octubre de 1943.

Según los datos solventes publicados el número de voluntarios de la División Azul fue de 45.482, habiéndose saldado la campaña con 4.954 muertos en el frente, 8.700 heridos, 2.137 mutilados, 372 hechos prisioneros por el Ejército Rojo y 7.800 que enfermaron.

Los prisioneros de guerra de la División Azul fueron llevados a campos de concentración de la Unión Soviética, los llamados Gulags, donde, en condiciones muy penosas, fueron obligados a trabajos forzados durante once años; un cautiverio en el que fallecieron 98 divisionarios. La muerte de Stalin en 1953 aclaró la situación de los cautivos. Fue la Cruz Roja Internacional, en especial la francesa, la que tras intensas negociaciones con el Gobierno soviético logró la repatriación de 248 voluntarios de la guerra de los que 219 eran de la División Azul, entre ellos Teodoro Palacios Cueto, el heroico capitán Palacios, al que en 1968 Franco en persona lo condecoró con la Gran Cruz Laureada de San Fernando en presencia del entonces príncipe Juan Carlos. Los repatriados embarcaron en el barco griego Semíramis atracado en el puerto de Odessa, que zarpó el 26 de marzo de 1954 rumbo a Barcelona a la que arribó el viernes 2 de abril, a las cinco de la tarde. En las fotos se ve el entusiasta recibimiento que les dispensó una multitud emocionada que aclamaba a los repatriados desde el abarrotado muelle del puerto.

Cerca de quince años tenía yo cuando llegaron los repatriados de la División Azul en el Semíramis, acontecimiento nacional del que tengo un grato recuerdo. Cada día pendientes de lo que decía la radio sobre la travesía del barco, pues uno de los repatriados era de Cantoria, mi pueblo, se llamaba Pedro Teruel López. Consultado el archivo de Yugo, entonces el periódico de Almería, dice que para recibir a los repatriados almerienses la Jefatura Provincial del Movimiento fletó dos autobuses el 30 de marzo de 1954 para que viajaran sus familiares de Almería a Barcelona. Días después, en la tarde del 10 de abril llegó a Cantoria Pedro Teruel donde, con gran entusiasmo, pancartas y banderas en los balcones, fue recibido como un héroe recién llegado del cautiverio ruso. Fuera del pueblo lo recibió la Corporación municipal, la centuria Amanecer del Frente de Juventudes y el reverendo cura Esteban Granero Pedrosa. Entró en el pueblo a las 18:15 horas seguido de la banda de música y mucha gente del pueblo. Llegados a la iglesia parroquial se cantó una salve popular y el cura párroco, reverendo Andrés Sánchez Galera, desde el púlpito, le dedicó una emotiva bienvenida. Ya en el Ayuntamiento, el alcalde Antonio Castro Balazote, que también era voluntario de la División Azul, de los repatriados en 1943, desde el balcón dedicó a su camarada Pedro Teruel un emocionado discurso, después se ofreció una copa de vino español. Ni que decir tiene que tuve la suerte de estar presente en tan emotivos actos.

Como homenaje a los soldados voluntarios de la División Azul, dos años después del retorno, en 1956, se rodó y proyectó en los cines la emocionante película española: “Embajadores en el infierno”, basada en la novela histórica: “Embajador en el infierno. Memorias del capitán Palacios (Once años de cautiverio en Rusia)”, del escritor español Torcuato Luca de Tena.