Televicio

Muchos de estos programas hacen tanto ruido que solo puedes soportarlos si tienes problemas de sordera, pero eso no es lo peor


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MARIO SANZ CRUZ

Estando de vacaciones, he pasado por casa de mis padres y de mis suegros, y he tenido la oportunidad de ver cómo la gente mayor, con movilidad reducida, pasa muchas horas frente al televisor. Lo que, si tuviesen una buena capacidad de selección, no sería un gran problema, lo es y muy gordo cuando se tragan los horrorosos programas que más enganchan y tienen más audiencia.

Muchos de estos programas hacen tanto ruido que solo puedes soportarlos si tienes problemas de sordera, pero eso no es lo peor. Sus contenidos machistas, retrógrados, soeces, alejados de cualquier atisbo de cultura o de educación, se centran en despellejarse unos a otros, rebuscar en las intimidades de presuntos famosos, que ellos mismos han lanzado a la fama sin ningún fundamento o mérito previo. Así, la gente que los sigue, a fuerza de verlos todos los días, empatiza con ellos y considera que eso es lo normal, lo que hace un flaco favor a esta sociedad.

Otro de los problemas de la estancia dilatada ante el televisor es que ven los noticiarios de diferentes cadenas, sucesivamente, por lo que las noticias manipuladas, sesgadas y archirrepetidas les crean una sicosis de inseguridad, que se ve incrementada con los sucesos incorporados desde cualquier parte del mundo o rescatados de los archivos, que meten en los “informativos” cuando escasean los problemas nacionales. Así la gente se preocupa y sufre por las personas que se han tragado las escaleras mecánicas en China, las inundaciones en Nueva Gales del Sur, los incendios en Estados Unidos, los accidentes de tren en la India, los mordiscos de tiburones en Australia, los atracos en Brasil, etc.

Esta sensación de inseguridad les hace más difícil, si cabe, salir a la calle, que ellos creen se ha convertido en una selva, y de paso les despista de los problemas que verdaderamente les afectan, como son los recortes en la sanidad y muchos otros servicios públicos, la inseguridad de sus pensiones, etc.

También, los telespectadores de continuidad se tragan toda la propaganda política del mundo, que suele hacerse por negativo, en vez de por positivo. Así, en la tele no se habla de los logros conseguidos por los políticos, que ciertamente no son muchos, ni se hacen muchas declaraciones de intenciones que puedan ser beneficiosas o esperanzadoras para las personas de la calle. Muy al contrario, la propaganda de nuestros políticos se hace atacando a los demás partidos, muchas veces con razón, pero creando un perverso clima de que todos son iguales, muy negativo para que salga a la luz la verdad. La táctica del “tú más” está a la orden del día. La del “ventilador”, también muy utilizada, se trata de hacer ruido para esconder las barrabasadas propias y que le lupa mediática se desplace a los enemigos políticos, salpicándolos de mierda. Así un robo multimillonario a las arcas públicas se tapa con unas declaraciones desafortunadas de los contrarios, una pésima gestión se cubre con una multa de tráfico del enemigo y así, se busca y rebusca todo lo que pueda haber en el pasado o se inventa todo lo que la imaginación dé de sí.

Además, la gente que pasa la vida pegada al televisor,pasa frío o calor según se empeñen los programas del tiempo. Los abuelos, aunque vivan en Almería y fuera haga un sol de justicia, tiritan viendo las nevadas en el puerto de Pajares, con el pobre periodista enterrado hasta las rodillas. Nuestros telespectadores permanentes pasan calor cuando en Córdoba hay 40 grados, aunque ellos vivan en Galicia y fuera de su casa esté lloviendo.

Entre los televidentes ancianos o no, nuestros queridos canales de televisión están creando personas poco críticas, amedrentadas y ajenas a la realidad exterior, que son muy fáciles de llevar a las opiniones que convengan y muy sencillas de manejar en las urnas.
¡Cuidado con lo que vemos y con lo que creemos!