Carboneras necesita a GICAR


Felipe Cayuela (segundo por la derecha) durante un pleno del Ayuntamiento junto a Salvador Hernández.

EDITORIAL

Las explosivas declaraciones realizadas en la emisora de esta casa, RADIO ACTUALIDAD, el pasado 10 de septiembre por el alcalde de Carboneras, Felipe Cayuela, han vuelto a remover las aguas nunca calmas de la política municipal del bello pueblo costero de esta comarca, eternamente bañado por el sol y bendecido por la gracia de un clima benévolo y amigable.

La consecuencia directa de ellas ha sido que la oposición socialista pida la dimisión inmediata del Sr. Cayuela, tras interpretar que algunas de sus afirmaciones suponen la admisión de responsabilidad en la comisión de ilegalidades y fraudes: cohecho, malversación, etc. En declaraciones a un diario provincial, el alcalde manifiesta que sus palabras se han sacado de contexto y que no quiso decir lo que acabó diciendo. La culpa siempre es del mensajero.

No entramos a valorar el contexto emocional, la falta de experiencia o las tensiones internas a las que pueda estar sometido Cayuela, sin embargo resultan llamativas las figuras elusivas que utiliza: “¿Me entiende usted lo que le quiero decir?, “¿No sé si me explico claramente?”, “Las cosas se saben siempre, y con el tiempo terminan sabiéndose”, “Yo no voy a decir..., no voy a afirmar cosas que no debo decir en un medio público”, “...lo percibía…, no quiero entrar en detalles, esto no lo veo correcto”, “No voy a entrar en eso”, “¿Me entiende usted?”, “La gente sabe lo que pasa. Siempre se sabe lo que pasa ¿me entiende usted lo que le quiero decir?”, “Yo siempre valoro todo, pero yo creo que lo más importante no es valorar algo determinado sino actuar siempre con responsabilidad. Eso lo valoro mucho más que cualquier partido político”, “De las cosas que van a pleno, que al final no van a ir porque faltan algunos papelillos...”.

Con estas expresiones, el alcalde insinúa una situación extremadamente grave que o la gente, a su juicio, no estaría preparada para escuchar, o no es el momento de desvelarla. Así que opta por silenciarlas dejando el resto a la imaginación, que suele ser peor remedio que entrar de lleno en la narración de la realidad. A la vez se reafirma como alguien responsable frente a las presiones irresponsables que dice ha venido sintiendo de su antecesor desde el mismo momento en que juró el cargo de alcalde.

Cayuela, quizá consciente, quizá no, ha conseguido con sus manifestaciones colocar una sombra de duda y sospecha sobre la gestión del gobierno, algunas empresas y personas. Algunas de esas personas son los concejales de su gobierno PP-GICAR, y también de los del anterior mandato municipal, puesto que transigieron -él incluido-, quizá conscientes, quizá no, con presuntas y supuestas prácticas “...ilegales, incorrectas, inmorales y más calificativos todavía”.

Si hoy el alcalde de Carboneras, bien por el amontonamiento de asuntos sobre su mesa, bien por la carencia de tiempo para reflexionar o bien porque decididamente ha elegido la alternativa menos acertada, ha entrado de lleno en una estrategia que ensucia y mancha a todos y a todo, creyendo con ello que esto le catapultará al liderato de GICAR y a la posición de preferido en las encuestas, pensamos que se equivoca. Si el alcalde tenía o tiene conocimiento de prácticas corruptas sólo hay un camino: el de los tribunales. Ésa es la mejor defensa del interés general en cuyo nombre se ha expresado.De no hacerlo, su imagen quedará tocada.

No hay que descartar, sin embargo, un exceso verbal a resultas de la ya evidente para el conjunto de los carboneros tensión y distanciamiento que le enfrenta y separa de su amigo y exalcalde Salvador Hernández, hoy inhabilitado pero sólo por el tiempo preciso que no le impide presentarse a las municipales de mayo de 2019. En este escenario, a Felipe Cayuela no le queda otra que aclarar con abundante matización por qué dijo una cosa cuando la realidad sería otra no tan escandalizante.

La hemeroteca nos cuenta que el actual alcalde abandonó GICAR en 2010 para montar la aventura de UPyD en Carboneras, donde se batió el cobre y la cara reclamando la apertura del pabellón deportivo municipal de los horrores y de los 15 millones de euros, que al momento de leer ustedes estas líneas sigue en obras, inaccesible y funcionando bajo mínimos. La aventura política en la formación de Rosa Díez duró “...lo que duran dos peces de hielo en un whisky on the rocks...”. Ante las elecciones municipales del 2011, Felipe volvió a su alma máter política, GICAR, donde se aupó a la segunda plaza por aclamación popular. En UPyD Almería aún les salen sarpullidos y blasfeman cuando oyen las siglas del grupo independiente.

Felipe Cayuela parece no darse cuenta que sus declaraciones en RADIO ACTUALIDAD pueden suponer la voladura incontrolada del último gran partido independiente de la comarca, heredero de una gran tradición de hombres y mujeres curtidos y tenaces que han luchado y siguen luchando por esta tierra no muy atendida por los gobiernos y sojuzgada por los grandes partidos. A hombres como Antonio Hermosilla, Arturo Grima, Félix López o Diego Ortega, que también capitanearon naves independientes y autónomas, se les habrá encogido un poco el corazón al oír la posibilidad de que GICAR, uno de los hermanos quijotes que luchan contra los molinos de las grandes administraciones y los grandes partidos, pueda estallar por la inconsciencia y veleidad de alguno de sus líderes electos.

Líderes y liderazgos de talante independiente –da igual que militen en grandes siglas- necesita la comarca en estos tiempos difíciles y cruciales, donde los tradicionales partidos andan a porrazos y dando bandazos mientras exigen a sus alcaldes y concejales una obediencia ovejuna y servil. Ni está Carboneras para experimentos ni la comarca para más sobresaltos políticos ante el pertinaz déficit de infraestructuras, la falta de mantenimiento de las que hay, el cambalache ferroviario, el agua que se escapa de las tuberías y que no cae del cielo y unos cuadros políticos donde abundan los que ejercen de palmeros del señorito o la señorita de turno,llámese Susana, llámese Juanma, sea Teresa o Juan Marín. ¡Y con varias elecciones a las puertas!

Las mujeres y hombres de GICAR deben obligar a sus primeros espadas a entenderse y a lavar los trapos dentro de casa, y si alguno la ha hecho negra, o “marranadas”, como dice el alcalde Felipe, que la limpie, la pague y se vaya a su casa, que de empozoñadores y truhanes andamos hartos. Fueron alrededor de 1.500 personas las que en las elecciones de 2015 dieron su apoyo al grupo GICAR en un pueblo de algo más de 7.000 habitantes. Eso es un activo muy importante. Es triunfar sin tener la marca que garantiza éxitos. Seguro que entre esos cientos de mujeres y hombres hay más de dos y más de cuatro sobradamente capacitados para tomar el relevo si es necesario, para enarbolar la bandera de la justicia, la dignidad y la solidaridad en este rincón de España. En esta tierra luminosa, bella, seca, cálida y generosa del Levante almeriense.