«Nos iremos todos, pero otras generaciones contarán que hubo un grupo que dejó algo en sus vidas»

Entrevista a 'Los Puntos', el grupo de música del Levante almeriense galardonado con la Insignia de Andalucía en 2015




ALMERÍA HOY / 05·08·2018

Desde que en 1960 Pepe González Grano de Oro y el añorado 'Tato' Flores decidieron formar un grupo de música pertrechados con su guitarra y su batería respectivamente, ha llovido mucho. Incluso en su Cuevas del Almanzora natal.

Cabe recordar que, hace unos pocos días, fallecía José Pérez Sánchez, ‘Pepito’, el que fuera voz y guitarra rítmica del mítico grupo cuevano entre 1971 y 1978. Hablaremos más sobre este asunto en una próxima entrega de 'Los Puntos'. Mientras tanto, pasen y vean.


- Parece que Los Puntos se resisten a ser un grupo del pasado.

- No hay más tiempo que el presente. El pasado es el trabajo hecho y el presente es lo que estamos haciendo. Los Puntos no han dejado de hacer ese trabajo. Yo estoy muy orgulloso de haber sido capaz, junto con todo el grupo, de seguir componiendo, grabando, haciendo música y de seguir siendo los mismos niños que fuimos entonces, de no haber matado al niño que todos llevamos dentro y que todavía se manifiesta en cualquiera de nuestras actuaciones. Soy un convencido de que nuestra época es siempre la que vivimos. No hay otra mejor, del mismo modo que la mejor música es siempre la que hacemos hoy. Tocamos la música de entonces porque es irrepetible y porque es un legado para nuestra gente. Nosotros no vamos a dejar un rastro de carreteras mal hechas ni de AVEs sin finiquitar. Dejamos canciones y sentimientos que han despertado emociones en algunas personas. Esas son las huellas que deja nuestro trabajo, el de los artistas, de los músicos, que no es nocivo bajo ningún punto de vista. Si el artista continúa, mucho mejor. Yo me considero un hombre del presente.

- El principio no sería fácil.

- Nos costó muchísimo, porque ir a Madrid y defender nuestra pretensión de buscarnos un hueco en el mundo de la música era algo tremendo. Éramos de un pueblo que ni siquiera estaba en el mapa. Tuvimos la suerte de caer en manos de un gran director artístico, Ricardo Singer. Justo ayer recibí un e-mail suyo desde Woodstock, en el estado de Georgia. Me dice ‘el 25 de marzo cenamos en Mojácar’. Hace 40 años que no nos hemos visto. Fue el director artístico en nuestra mejor época, con Polydor. Se marchó a Buenos Aires, él es argentino, y lleva 30 años en Estados Unidos. Viene a Madrid, pasará por Mojácar para cenar conmigo y el 26 se vuelve a Woodstock.

- Ha cambiado mucho el negocio de la música desde vuestros inicios.

- ¡Y tanto! Hoy la venta de discos se ha perdido. No se ha encontrado aún el formato adecuado que la sustituya y el mundo de la música vive un tiempo de incertidumbre, un poco de desastre.

- Algunos de Los Puntos han quedado por el camino.

- Tato... los desaparecidos, aquéllos que la vida nos arrancó de nuestro lado están siempre en nuestra mente.

- ¿Cómo te gustaría que se recordara a Los Puntos?

- A mí me gustaría que, cuando se nos recordara, se dijera ‘fueron unos muchachos que tenían una idea clara y concreta, que lo intentaron, lo consiguieron, hicieron en su vida lo que pretendieron de jóvenes, tomaron las riendas de su destino y fueron, en cierto modo, lo que quisieron ser’. Eso, no todo el mundo puede decirlo. La juventud es maravillosa, magnífica, pero la madurez... no sé cómo definirla. Yo me encuentro perfectamente ahora mismo, no quiero tener ni tan siquiera un día menos. Nunca hubiésemos obtenido el modesto homenaje de ayer, la insignia de Andalucía, si no hubiéramos estado 40 años en la carretera, si no hubiéramos superado la juventud, esa maravillosa enfermedad.

- ¿Cuál fue el origen del nombre de Los Puntos?

- Si he de decir la verdad, nunca lo he sabido responder. Recuerdo que cuando mi hermano y yo estábamos estudiando en Alicante, que, por cierto, nos llamaban los andaluces por nuestro acento, en el colegio había un profesor que, como éramos un tanto traviesos, nos decía ‘sois unos puntos filipinos’. Pero no te puedo asegurar que el nombre del grupo viniera de ahí. La verdad es que Tato y yo, que fuimos los fundadores de Los Puntos, así lo convinimos. Muchas veces lo hablé con él y nunca tuvimos una respuesta clara.

- ¿Hubo alguna oposición paterna a que os dedicarais a la música?

- Al principio, no es que hubiera algo de oposición paterna. La oposición paterna era total. Al menos en mi caso. Yo empecé a estudiar música en un conservatorio, pero iba por otros derroteros diferentes y entonces se me dijo que no se querían músicos en la familia. Seguí estudiando peritaje industrial pero la necesidad de expresarme, porque yo no me considero un músico, sino más bien un modesto creador, un humilde escritor de canciones, me derivó hacia la música popular, de lo que no me arrepiento.

- ¿Cambió en algún momento esa actitud en sus padres?

- Lo más hermoso que he podido oír en mi vida fue que mi padre, la noche antes de morir, me llamó y me pidió perdón. Me dijo: ‘has sido un hombre decente; lo que has hecho lo ha sido con dignidad y yo me interpuse en tu camino’. Lo dijo con mucho amor. Él era un hombre bajito, pero era inmenso. Los reconocimiento han de hacerse en vida. Yo ayer me emocioné porque había un pintor, Miralles, de edad avanzada, al que se le otorgó también la insignia de la Junta de Andalucía. Es un hombre que, por edad, no le debe quedar mucha vida y yo me alegré y me emocioné enormemente de que viviera ese pequeño homenaje. Los homenajes tienen que ser en vida. Los póstumos, que se olviden.

- ¿Qué pasó por sucabeza durante el acto de entrega de la insignia de Andalucía?

- Mi padre, mi pueblo, mi vida, mi tierra, mi gente, los que estáis ahí, que sois los nichos afectivos que tenemos todos en nuestra vida. Al final todo se compone así. Ir, venir, marcharse... Tenemos que ir dejando huecos. Nos iremos todos, pero otras generaciones cantarán algún día nuestros temas y contarán que hubo un grupo que, simplemente, dejó algo en sus vidas.

- Como la mejor canción sobre Granada de todos los tiempos.

- Ha habido otros temas que han tenido menos trascendencia pero que tenían su historia. Alguien hablaba de que en Alemania escuchaba constantemente un disco... pues hay una canción en ese disco, Primo Juan, que cuenta la historia de los emigrantes de aquí. Es el lamento de un hombre que se va y se plantea que probablemente no vuelva a ver a los suyos. Poca gente la conoce.