Cambio de tercio

Por más mujeres que haya puesto de ministras y por más guiños que esté haciendo, no confío en el nuevo presidente


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MARIO SANZ CRUZ

Nuestro peculiar expresidente Rajoy, se ha llevado una buena sorpresa, igual que nosotros, y, de la noche a la mañana, se ha encontrado en la puñetera calle. Esta vez el ventilador de mierda no ha manchado lo suficiente a los demás partidos, y se han unido todos, excepto Ciudadanos que pretende heredar los restos mortales del PP, para un fin común, expulsar de la Moncloa al partido más salpicado, al más próximo a la corrupción, que no el único.

Los discursos que se han oído en el Congreso, por parte del partido saliente, han sido patéticos. No han dudado en echar por tierra nuestra democracia, han atacado a los jueces, han puesto en duda la legitimidad de los demás parlamentarios y de los votantes que les sustentan, en fin, se han cogido un monumental rebote porque le3s han desalojado del poder y han declarado la guerra a España y a los españoles.

Es alucinante que se empiecen a anunciar reformas en el presupuesto a su paso por el Senado. Como siempre, nos tratan como idiotas porque lo somos y mucho. Nos han tratado de convencer de que los presupuestos eran una maravilla, cuando todos sabíamos que se habían bajado los pantalones con el PNV, a nuestra costa, para que les ayudasen en su aprobación y les habían proporcionado ventajas económicas que ninguna otra comunidad autónoma disfrutaría. Pero ahora, que ya no están en el gobierno, pretenden echar atrás aquello que era tan bueno. Un simple gesto de venganza que, por otra parte, no vendría mal a las demás comunidades, si el dinero se reparte.

También es curiosa la defensa a ultranza que hacen los nuevos gobernantes de un presupuesto que han criticado hasta la saciedad, lo que vuelve a demostrarnos lo flexible y chaquetera que es la política y lo poco que vale la palabra de los políticos, que nos engañan continuamente, y ni siquiera se les cae la cara de vergüenza cuando les enfrentan a la hemeroteca y se ven a sí mismos contradecirse y defender igual de vehementemente las posturas más encontradas.

Por más mujeres que haya puesto de ministras y por más guiños que esté haciendo, no confío en el nuevo presidente. Imagino que un gobierno tan minoritario va a ser difícil de manejar y espero pocos cambios positivos en nuestra política, pero tengo que expresar mi satisfacción por el simple hecho de que ocurra algo en la política de este país. Que dejemos, de una vez, lo malo conocido para adentrarnos en una senda de incertidumbre que, al menos, nos da la lejana esperanza de que algo mejore; porque hasta ahora teníamos firmada y asegurada la continuidad en la precariedad, en la pérdida de derechos y libertades, en la ampliación de la desigualdad entre géneros, entre clases sociales, etc., etc., etc.

Ahora, todo está en contra de la gobernabilidad pero, cuando todo está en contra, puede surgir la sorpresa. Cuando se nada a contracorriente, cuando se pierde la comodidad de un soporte seguro de mayorías absolutas, hay que avanzar en zigzag, hay que agudizar la imaginación y hay que buscar el apoyo de la gente. Así, quizás, alguien se ponga a tomar medidas populares, no populistas. Puede que a alguien se le ocurra pensar que con los recortes y la precariedad laboral este mundo no funciona, que la riqueza y el trabajo deben repartirse un poco más justamente, que no se puede seguir utilizando la ley mordaza, que la ley de Educación debe ser reformada y unas cuanta cosas más, que no son tan difíciles de pensar ni de ejecutar, y que harían nuestra vida bastante más sencilla y más llevadera.

De momento, como siempre, la noticia son los políticos y sus movidas, no que sus actuaciones vayan mejorando nuestra sociedad, que para eso se supone que están. ¿Cuándo tendremos unos representantes dignos? ¿Cuándo lograremos que nuestros políticos tengan vocación de servicio al ciudadano? ¿Avanzaremos algo en los próximos meses?