Las gallinas cacarean

Si para los responsables de tan horribles delitos no es justificable la prisión provisional, ¿Por qué lo es para quienes maltratan a mujeres, desfalcan las arcas públicas, o trafican con estupefacientes? ¿Acaso los delitos cometidos por políticos, tan graves como los que vemos, merecen un tratamiento de especial consideración? ¿Qué es mayor delito, robar a un Ayuntamiento o robar a toda una Nación?


Consejeros catalanes caminan hacia la Audiencia Nacional antes de ir a prisión. // Europa Press

RAFAEL LÁZARO

Al día siguiente de la resolución de la juez de la Audiencia Nacional enviando a la cárcel a los sediciosos del gobierno de la Generalidad de Cataluña, empezaron a escucharse voces, unas acomplejadas, otras interesadas, otras disparatadas, discrepando con la decisión justa y honesta acordada de enviar a prisión a los cabecillas de una rebelión contra España, contra el Estado y contra el conjunto de los españoles. Unos días después, con la decisión judicial de liberar a Forcadell de la cárcel con una fianza de 150.000 euros, muchos parecen aliviados y alaban la decisión tomada en aras del «apaciguamiento» del problema catalán.

Para algunos, la decisión primera de enviar a la cárcel a los golpistas era desproporcionada, para otros políticamente un error y para otros, sencillamente un atropello a los derechos humanos y políticos.

Y yo pregunto ¿Es desproporcionada una resolución que, con todas las garantías del Estado de Derecho, suspende cautelarmente de libertad a quienes han pretendido destruir una nación con más de quinientos años de historia, aniquilar una Constitución aprobada por una inmensa mayoría de españoles, ningunear una democracia trasparente y representativa basada en la separación de poderes, y burlarse contumazmente del pueblo español? ¿De verdad alguien con dos dedos de luces puede considerarla desproporcionada? ¿O será una reacción acobardada de complejo y mieditis de aquellos siempre proclives a perdonar al poderoso y perseguir al débil?

Vienen a continuación los políticos estupendos y los muy políticamente correctos con sus análisis brillantes de coyuntura, de oportunidad, de análisis sociológico. Estos son muy peligrosos porque, con enorme facilidad, suelen justificar una cosa y la contraria con tal de intentar caer siempre del lado de los que al final se llevarán el gato al agua. Los políticamente correctos nadan siempre entre dos aguas, encienden una vela a Dios y otra al diablo, y se tientan siempre la ropa antes de abrir boca con una declaración clara y trasparente. Si para ellos es un error político es porque entienden la política siempre con minúsculas. Porque ven en la política un instrumento para medrar. No entienden la Política, con mayúsculas, como el servicio a la sociedad y a la Nación.

Y yo pregunto: ¿Es un error político imponer la ley al chalaneo y transmitir claramente a quienes infringen contumazmente la ley que quienes así actúan han de saber a qué se enfrentan? ¿Es un error político que el pueblo, el conjunto de la sociedad, tenga plena conciencia de las consecuencias de no ajustarse a las normas de convivencia que nos hemos dado? ¿Habrá quien piense que si la juez los hubiera dejado en libertad el problema estaría más fácil de la solución? ¿A tanta ingenuidad y desconocimiento de la situación en Cataluña se puede llegar? Si la juez los hubiera dejado en libertad, hubiera supuesto para los sediciosos la prueba de que están en el buen camino y cargados de razón, con lo que redoblarían sus esfuerzos a la vez que debilitarían el sentir y pensar de millones de españoles que desean que se aplique la justicia con rigor a los sediciosos.

Si para los responsables de tan horribles delitos no es justificable la prisión provisional, ¿Por qué lo es para quienes maltratan a mujeres, desfalcan las arcas públicas, o trafican con estupefacientes? ¿Acaso los delitos cometidos por políticos, tan graves como los que vemos, merecen un tratamiento de especial consideración? ¿Qué es mayor delito, robar a un Ayuntamiento o robar a toda una Nación?
¡Ay! Opinadores y políticos políticamente correctos, mucha “cintura” y poco pecho.

Y luego quedan los perro-flautas, los que justifican o silencian los actos criminales de dictaduras, pisotean los derechos humanos y se burlan de las desgracias ajenas. Y tienen la desfachatez de decir que en España hay presos políticos y no se respetan los derechos humanos. Estos no tienen solución. Directamente al manicomio.