¿Un Estado federal andaluz?

JESÚS MUÑOZ

24·11·2014

La provincia de Almería pertenece inequívocamente a la comunidad autónoma de Andalucía, es una realidad administrativa innegable. Sin embargo, y como recurrentemente pasa desde hace años, una gran parte de la población almeriense reconoce abiertamente no pertenecer de una forma cultural y sentimental a este territorio. Esta no pertenencia es fácilmente demostrable una vez que analizamos los distintos rasgos que conforman nuestra etnografía como colectivo. Ahora bien, si este sentimiento y estos rasgos son manifiestos, la pertenencia a este ente administrativo no es cuestión baladí puesto que afecta de forma directa a la vida individual de cada ciudadano, llegando incluso a modificar estos rasgos etnográficos. Hecho que está sucediendo desde hace décadas en nuestra provincia, primero con el proceso de nacionalización de la cultura andaluza llevado a cabo a partir de los años 50 y segundo, en los 80, desde que la Junta de Andalucía inició un proceso de uniformación de una cultura oficial andaluza para toda la región administrativa de una forma similar a los nacionalismos.

A día de hoy la organización territorial del estado español está en entredicho. Más pronto que tarde la Constitución del 78 será reformada y es muy probable que la estructura administrativa se modifique. Todo apunta hacia un estado federal. Sin entrar en valoraciones de la necesidad de esta reforma o si es mejor la potenciación de las autonomías, la creación de estados o una centralización de España —cosa que personalmente veo muy improbable— la realidad es que siempre existirá y será deseable la existencia de una entidad territorial inferior a la estatal que gestione de forma cercana el día a día de los españoles. Me es indiferente llamarla provincia, región, autonomía, reino, país, cantón, länder o la denominación que queramos buscarle. Es en este punto en el cual Almería tiene una encrucijada ¿queremos estar encuadrados en un estado federal andaluz? La experiencia almeriense en la Transición y el llamado café para todos fue paupérrima. No voy a entrar en la sempiterna polémica de censos, porcentajes, síes y noes. La realidad es que se realizó un referéndum, según las condiciones del mismo no se cumplieron los requisitos para continuar con el proceso de creación de la autonomía andaluza y se ignoró el resultado de la provincia almeriense ninguneando la votación y a los electores, lo que es conocido como el «Pucherazo del 28F». Andalucía entró por la puerta de atrás a su autonomía y es un hecho que no debe olvidarse si no queremos que se repita.

Los almerienses puede que en los próximos años se encuentren en otro dilema similar al de hace treinta años. La uniprovincialidad o continuar unidos a las siete provincias andaluzas de las que no sólo nos separa la cultura y la etnografía si no también los intereses socioeconómicos que lastran nuestro potencial desarrollo. Retrasos en infraestructuras como la A-92, la autovía del Mármol, la variante de Roquetas, el muelle de Poniente, el proyecto Puerto Ciudad, la eliminación del 40% de la red ferroviaria de la provincia, el lamentable estado de nuestro patrimonio histórico artístico, etc. nos dan buena fe de lo escasamente provechoso que ha resultado la pertenencia a esta autonomía a pesar de sus dimensiones cuasi estatales. Los cantos de sirena que desde Andalucía transmiten un miedo a la uniprovincialidad son infundados, La Rioja, Cantabria o Navarra, provincias poblacionalmente más pequeñas que Almería, poseen unos envidiables niveles de renta y calidad de vida a pesar de su condición de autonomías uniprovinciales. Por lo que no es tan descabellado ver una Región de Almería moderna y autogestionada.

La joven democracia española ha evolucionado durante estas décadas y aunque todavía lastramos algunos errores del pasado la realidad es que la sociedad está exigiendo de nuestra clase política una evolución que parece temer. Almería seguramente valorará su pertenencia o no a un posible estado andaluz, el pueblo almeriense deberá pronunciarse de nuevo. Esperemos que en esta ocasión no se deje amilanar ni atropellar por los intereses cuasi coloniales de otras provincias —ya desde San Telmo se amenaza con la eliminación de la posibilidad de crear nuevas autonomías diferentes a las existentes— y para ello se debe exigir de nuestros representantes valentía para dejar de lado sus intereses personales y partidistas y levantar la bandera de los ciudadanos a los que representan.


Jesús Muñoz es licenciado en Ciencias Económicas y presidente de la asociación cultural reivindicativa Acción por Almería