Un estudio genético revela la expansión cultural, no étnica, en el Mediterráneo Antiguo
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Huevo de avestruz decorado hallado por Siret en una tumba de la necrópolis púnica de Villaricos |
ALMERÍA HOY / 30·04·2025
Un estudio de genética antigua sin precedentes ha arrojado luz sobre uno de los mayores enigmas de la historia occidental: la identidad de la civilización fenicia, la primera en expandirse por el Mediterráneo hace más de 3.000 años, llegando hasta el Atlántico.
Ahora, el análisis de ADN extraído de 210 individuos de hace aproximadamente 2.500 años, descubiertos en 12 cementerios púnicos (cartagineses) en lugares como Cádiz, Málaga, Almería (incluyendo Villaricos), Ibiza, Cerdeña o Túnez, ha revelado una sorprendente conclusión. Los habitantes de estas colonias no poseían un parentesco genético significativo con los fenicios originales de Oriente Próximo. No obstante, sí mantuvieron su lengua, cultura, religión y un modo de vida basado en la agricultura y el comercio. Los autores del estudio, publicado en la prestigiosa revista Nature, sugieren que este podría ser el primer ejemplo documentado de globalización cultural.
Los resultados de esta investigación demuestran que los púnicos de las colonias del Mediterráneo occidental y central presentaban una desconexión genética casi total con las poblaciones de las ciudades-estado originales de Oriente Próximo, como Tiro y Sidón, en el actual Líbano.
Estos hallazgos respaldan la teoría de que la influencia fenicia se extendió principalmente a través de la transmisión cultural y la asimilación, en lugar de una migración masiva. En todos los yacimientos púnicos analizados, incluyendo los de la península ibérica, se observa una marcada falta de conexión genética con los orígenes de Oriente Próximo. A pesar de esto, la cultura y el modo de vida fenicio fueron adoptados por las poblaciones locales, representando un temprano ejemplo de cosmopolitismo. El estudio destaca el caso de Baria, en Villaricos, donde el ADN de varios esqueletos revela que se trataba de una colonia griega con un alto nivel de endogamia, describiéndola como "una comunidad griega que vive en una ciudad púnica". Curiosamente, en una de las tumbas se halló un huevo de avestruz decorado, lo que evidencia la conexión norteafricana de los púnicos en la península Ibérica.
Patxi Pérez-Ramallo, investigador de la Universidad Libre de Bruselas, subraya la trascendencia de esta investigación, calificando la muestra como "sorprendente" y los resultados como "impactantes". Añade que, a diferencia del Imperio Romano, la expansión fenicia no está tan bien documentada, y este estudio contradice hipótesis arqueológicas e históricas previas que sugerían migraciones masivas. "Lo que dice es que hubo principalmente una migración cultural. Ahora vemos que en el caso de los fenicios el flujo no procede de Oriente Próximo, sino de poblaciones del Mediterráneo central y occidental. Incluso en los tiempos en que dominaba Cartago, el componente norteafricano, aunque significativo, nunca es dominante. Esto sugiere que la expansión cultural fue, quizás, a través del comercio, asimilando lo que sería o se entiende como fenicio, por imitación", explica.
Paradójicamente, a medida que la cultura fenicia se extendía, menos "fenicios" eran los pueblos que la adoptaban. Esta separación entre identidad cultural y biológica encuentra paralelismos en otras civilizaciones, como la expansión cultural del Imperio Romano sin homogeneidad étnica, o la difusión del cristianismo y el islam sin reemplazo poblacional. Sin embargo, en la Antigüedad, Cartago pudo haber sido el primer caso registrado de esta dinámica: una civilización que prosperó gracias a su capacidad de integrar, mezclar y adoptar, en lugar de mantener una supuesta pureza étnica.
UNA HISTORIA QUE CAMBIA NUESTRA VISIÓN DEL PASADO
Este estudio de ADN antiguo revela que los cartagineses fueron herederos de una cultura, no de una etnia. Vivieron, pensaron y murieron como fenicios, aunque su linaje fuera diferente. Esta revelación nos obliga a reconsiderar muchas de nuestras ideas sobre las identidades antiguas, recordándonos que las civilizaciones no son entidades estáticas, sino organismos vivos en constante evolución.
Ahora, el análisis de ADN extraído de 210 individuos de hace aproximadamente 2.500 años, descubiertos en 12 cementerios púnicos (cartagineses) en lugares como Cádiz, Málaga, Almería (incluyendo Villaricos), Ibiza, Cerdeña o Túnez, ha revelado una sorprendente conclusión. Los habitantes de estas colonias no poseían un parentesco genético significativo con los fenicios originales de Oriente Próximo. No obstante, sí mantuvieron su lengua, cultura, religión y un modo de vida basado en la agricultura y el comercio. Los autores del estudio, publicado en la prestigiosa revista Nature, sugieren que este podría ser el primer ejemplo documentado de globalización cultural.
Los resultados de esta investigación demuestran que los púnicos de las colonias del Mediterráneo occidental y central presentaban una desconexión genética casi total con las poblaciones de las ciudades-estado originales de Oriente Próximo, como Tiro y Sidón, en el actual Líbano.
Estos hallazgos respaldan la teoría de que la influencia fenicia se extendió principalmente a través de la transmisión cultural y la asimilación, en lugar de una migración masiva. En todos los yacimientos púnicos analizados, incluyendo los de la península ibérica, se observa una marcada falta de conexión genética con los orígenes de Oriente Próximo. A pesar de esto, la cultura y el modo de vida fenicio fueron adoptados por las poblaciones locales, representando un temprano ejemplo de cosmopolitismo. El estudio destaca el caso de Baria, en Villaricos, donde el ADN de varios esqueletos revela que se trataba de una colonia griega con un alto nivel de endogamia, describiéndola como "una comunidad griega que vive en una ciudad púnica". Curiosamente, en una de las tumbas se halló un huevo de avestruz decorado, lo que evidencia la conexión norteafricana de los púnicos en la península Ibérica.
Patxi Pérez-Ramallo, investigador de la Universidad Libre de Bruselas, subraya la trascendencia de esta investigación, calificando la muestra como "sorprendente" y los resultados como "impactantes". Añade que, a diferencia del Imperio Romano, la expansión fenicia no está tan bien documentada, y este estudio contradice hipótesis arqueológicas e históricas previas que sugerían migraciones masivas. "Lo que dice es que hubo principalmente una migración cultural. Ahora vemos que en el caso de los fenicios el flujo no procede de Oriente Próximo, sino de poblaciones del Mediterráneo central y occidental. Incluso en los tiempos en que dominaba Cartago, el componente norteafricano, aunque significativo, nunca es dominante. Esto sugiere que la expansión cultural fue, quizás, a través del comercio, asimilando lo que sería o se entiende como fenicio, por imitación", explica.
Paradójicamente, a medida que la cultura fenicia se extendía, menos "fenicios" eran los pueblos que la adoptaban. Esta separación entre identidad cultural y biológica encuentra paralelismos en otras civilizaciones, como la expansión cultural del Imperio Romano sin homogeneidad étnica, o la difusión del cristianismo y el islam sin reemplazo poblacional. Sin embargo, en la Antigüedad, Cartago pudo haber sido el primer caso registrado de esta dinámica: una civilización que prosperó gracias a su capacidad de integrar, mezclar y adoptar, en lugar de mantener una supuesta pureza étnica.
UNA HISTORIA QUE CAMBIA NUESTRA VISIÓN DEL PASADO
Este estudio de ADN antiguo revela que los cartagineses fueron herederos de una cultura, no de una etnia. Vivieron, pensaron y murieron como fenicios, aunque su linaje fuera diferente. Esta revelación nos obliga a reconsiderar muchas de nuestras ideas sobre las identidades antiguas, recordándonos que las civilizaciones no son entidades estáticas, sino organismos vivos en constante evolución.