El Vaticano suma un nuevo milagro al Cura Valera

Su beatificación podría llegar al término del año jubilar, en 2026


Monumento al sacerdote en Huércal-Overa

ALMERÍA HOY / 25·01·2025

El largo camino hacia la beatificación del Cura Valera continúa avanzando. La esperanza de ver al sacerdote almeriense reconocido como santo se acerca cada vez más a hacerse realidad.

El Vaticano ha aprobado el milagro que Dios habría realizado por intercesión del Cura Valera en Providence, Estados Unidos, en 2014: la salvación de un bebé clínicamente muerto tras permanecer durante una hora con falta de oxígeno en el cerebro. Todo, gracias a su médico, un huercalense afincado en Rhode Island que le rezó al Cura Valera antes de que el bebé volviera a respirar, sin que a día de hoy exista explicación científica de lo sucedido.

La aprobación del milagro por parte del Vaticano ha sido anunciada por el obispo de Almería, Antonio Gómez Cantero, en un encuentro con la prensa almeriense con motivo de la celebración de San Francisco de Sales, patrón de los periodistas.

El obispo Gómez Cantero ha planteado que podría producirse la subida a los altares del almeriense en 2026, “cuando termine el Año Jubilar".

Tras dar por bueno el milagro de Providence, el Cura Valera pasaría a ser Beato, un paso previo a la aspiración final: llegar a ser santo de la Iglesia, culminando un camino que empezó ya en los años 40 del pasado siglo, cuando se comenzaron a recoger testimonios de la vida y los milagros del 'Cura Valera'.

EL CURA VALERA

Salvador Valera Parra nació en Huércal-Overa el 27 de febrero de 1816 en el seno de una familia pobre y humilde, en un tiempo difícil por la presencia de continuas epidemias, hambrunas y persecuciones a la fe, forjando una fe firme que le hizo "un auténtico apóstol de Cristo".

Estudió en el Seminario de San Fulgencio de Murcia, diócesis a la que entonces pertenecía esta parroquia. Ordenado sacerdote a los 24 años en 1838, destaca por un celo ardiente, humildad profunda, sencillez encantadora, generosidad admirable y caridad sin límites.

Ejerce su ministerio en las parroquias de Alhama de Murcia y Cartagena hasta que en 1868 regresa como párroco a su pueblo natal. Siempre dispuesto a repartir su comida y vestidos, pasa las noches en vela cuidando enfermos y moribundos, ofreciendo a todos el auxilio espiritual. Atendió con heroísmo a los enfermos del cólera en las epidemias de entonces. Ante el peligro de terremotos nunca quiso abandonar a su pueblo si no lo hacían también los presos a los que socorría. En atención a su entrega recibió varios premios y condecoraciones civiles. El 15 de marzo de 1889, tras una vida sacerdotal entregada y acompañada de signos extraordinarios muere en olor de santidad. Su cuerpo reposa junto al altar de la Iglesia Parroquial de La Asunción de Huércal-Overa, donde se conserva viva su fama de santidad.