El día de los millones


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PASEO ABAJO/Juan Torrijos

Hoy sí puede ser ese día. Hoy podemos tener uno de esos alegrones que nos proporciona la vida. Durante cuatro horas, más o menos, estaremos pendientes de los niños cantores de San Ildefonso. Dicen que este año la dirección del centro de la lotería ha solicitado que todos los niños cantores sean extranjeros. Lo mismo es que los nuestros no saben cantar los números en español. No me creo la patochá que nos vendieron de que todos fueran de allende los mares, y especialmente de países africanos. Habrá que esperar a la mañana de hoy, 22 de diciembre, para saber si el rumor lanzado en su día tenía visos de hacerse realidad.

Lo cierto es que hoy es el día de los millones, y seremos miles de ciudadanos los que estemos pendientes de las voces cantoras, no con la ilusión de años atrás, ya se sabe que el gobierno de Rajoy, se podría haber quedado en su Galicia de su alma, nos puso un impuesto sobre el premio a cobrar. Su amigo Montoro (entre los Montoro y los Montero, vaya leche que han hecho con nuestros bolsillos) decidió que había que sanear las cuentas, y como no era cuestión de que fuera con el dinero que derrochan los estados y gobiernos, sube que te sube impuestos hasta de la lotería, y a pagar de los bolsillos de los ciudadanos.

Decía que hoy sí es un día en el que podemos titular lluvia de millones, y no cuando viene el político de turno, como hizo hace unos días el gobernador civil, señor Martín, con las inversiones de cientos de ellos para tres años, eso nos dijo, en materia hídrica. El señor Hernando, recuperado en el Pp para poner voz de vez en cuando en el congreso, le vino a decir que menos nubes llorando, o angelitos rubios miccionando sobre Almería, que en los presupuestos de este año no había ni una gota, que la lluvia de millones no dejaba de ser una milonga.

Como el señor Martín no es tonto, ¡hombre, por Dios!, que es el gobernador de Pedro en estos lares, no creo que pusiera a un imbécil, dijo el hombre lo de los tres años: En caso de que no haya lluvia de millones, como recogía la prensa en sus primeras páginas en este primer año, señor Hernando, los habrá en los dos restantes.

Si quieren que les diga la verdad, me fio más de lo que nos canten los niños hoy, que de todos los millones que nos prometen los políticos cuando visitan la provincia, o cuando sus representantes nos cantan y cuentan las lluvias, las torrenteras, las cataratas o las láminas de millones que van a invertir en las muchas necesidades que tiene esta tierra del sureste español.

Si a esta hora de la mañana aún no ha aparecido el gordo, si los nervios no han llegado al salón de loterías, si los niños mantienen la calma a la hora de cantar los premios, todavía tiene la esperanza de que el suyo, ese número comprado y con el que sueña quitarse unas cuantas penas pueda ser pronunciado y cantado con acento extranjero en territorio español. No pierda la esperanza, y si el gordo ya hizo su puesta en escena, aún quedan unos cuantos que servirán para algún remiendo. Una vez perdida toda esperanza tras el sorteo de hoy, al verle con esa cara de pena y tristeza, solo le puedo dar un consejo: Si quiere hacerse rico y solucionar su vida y la de sus hijos, y hasta la de su cuñado, no lo dude, métase a político. Es el mejor gordo que le puede tocar.