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PASEO ABAJO/Juan Torrijos
Los nuevos jerarcas llegados a los ayuntamientos están descubriendo la gran verdad sobre las cuentas de esos consistorios. Facturas, ciento de ellas, miles, todavía sin pagar, escondidas en los cajones de los funcionarios y a la espera de que alguien las saque a la luz y las ponga ante la vergüenza de unos políticos que no han sido capaces de contarle la verdad a los vecinos de su pueblo.
Pero no se preocupe, los ciudadanos los seguirán votando. Somos así de ovejitas luceras. No votamos con la razón, ni siquiera con el bolsillo, lo hacemos a la contra del que pensamos que es nuestro rival, el gran enemigo. Si eres del PSOE, aunque los tuyos te estén robando y se lo gasten en putas los de la Junta, tú les seguirás votando y haciendo campaña por ellos. Si eres del PP, ni Bárcenas, Ratos y cía van a lograr que dejes de votarles.
Es la excusa de: “ellos también roban”. Ellos también son unos sinvergüenzas.
Y así nos va. Aquí el político que no roba, que no hace negocio con amigos es porque es tonto o muy carajote. Todo se perdona, nada le pasa factura a estos políticos que juegan con nuestro dinero, cuando no con nuestro bienestar.
Albox, Garrucha, Carboneras, Alhabia. Cuatro municipios, en principio, se irán conociendo más, al tiempo, que ya han comunicado sus actuales gestores que las facturas impagadas se acumulan en los cajones con deudas a las que estos señores, y señoras, no les han metido mano. ¿En qué se gastaban el dinero? ¿En fiestas, juergas, cachondeos, en cuchipandas entre la corporación, el juez de paz, el cura, los sacristanes en los días del patrón y la patrona?
¿Les preocupaba a los entonces alcaldes las deudas que dejaban en sus ayuntamientos, las facturas olvidadas sin pagar, la posibilidad de que cortaran la luz en las calles del pueblo?
¿A ellos? Por el amor de Dios, a ellos ni mijita.
En aquellos primeros años de la democracia, mi amigo Ramón, por entonces responsable de las arcas municipales de la capital, sacaba facturas de los cajones, o las guardaba (no para pagar a los proveedores, Dios lo librara de ello), lo hacía dependiendo si las necesitaba para cuadrar los números del presupuesto de ese año. A los políticos, a una gran mayoría, no se puede decir que sean todos, lo mismo nos podemos encontrar con alguno serio, es difícil, pero alguno hay, las facturas sin pagar a proveedores guardadas en los cajones no les preocupaban, no les preocupan ni les van a preocupar. No les dan importancia. Ellos son los que mandan en el cortijo, el dinero es suyo y lo usan como les da la gana y siempre pensando en sus intereses, jamás lo harán pensando en los de sus vecinos. Son conscientes de que las ovejitas luceras les seguirán votando, aunque se estén gastando el dinero de todos en vaya usted a saber en qué. Los otros lo harían igual, o peor, te dicen, y se quedan tan tranquilos.
Y así nos va.
Pasan los años, pasa la vida, y los malgastosos siguen al frente de los ayuntamientos. Cambian sus nombres, dejan paso a hijos o sobrinos, primos o amigos, pero los intereses son los mismos: Vivir de nuestro dinero, gastárselo con alegría, a troche y moche, y que no les falte de ná, de ná, de ná, que el dinero no tiene dueño, mi niño, y hay que disfrutarlo antes de que me quiten el puesto. Alguien cantaría “antes de que me quiten lo bailao”.
¿El problema?, que el que llega con buenas intenciones y mejores palabras, al final seguirá dejando las facturas impagadas en los cajones de los funcionarios y se gastará el dinero de todos los vecinos como a él le dé la gana. Y cuanto me gustaría equivocarme de ello.
¿Creen de verdad que me equivocaré?
Pero no se preocupe, los ciudadanos los seguirán votando. Somos así de ovejitas luceras. No votamos con la razón, ni siquiera con el bolsillo, lo hacemos a la contra del que pensamos que es nuestro rival, el gran enemigo. Si eres del PSOE, aunque los tuyos te estén robando y se lo gasten en putas los de la Junta, tú les seguirás votando y haciendo campaña por ellos. Si eres del PP, ni Bárcenas, Ratos y cía van a lograr que dejes de votarles.
Es la excusa de: “ellos también roban”. Ellos también son unos sinvergüenzas.
Y así nos va. Aquí el político que no roba, que no hace negocio con amigos es porque es tonto o muy carajote. Todo se perdona, nada le pasa factura a estos políticos que juegan con nuestro dinero, cuando no con nuestro bienestar.
Albox, Garrucha, Carboneras, Alhabia. Cuatro municipios, en principio, se irán conociendo más, al tiempo, que ya han comunicado sus actuales gestores que las facturas impagadas se acumulan en los cajones con deudas a las que estos señores, y señoras, no les han metido mano. ¿En qué se gastaban el dinero? ¿En fiestas, juergas, cachondeos, en cuchipandas entre la corporación, el juez de paz, el cura, los sacristanes en los días del patrón y la patrona?
¿Les preocupaba a los entonces alcaldes las deudas que dejaban en sus ayuntamientos, las facturas olvidadas sin pagar, la posibilidad de que cortaran la luz en las calles del pueblo?
¿A ellos? Por el amor de Dios, a ellos ni mijita.
En aquellos primeros años de la democracia, mi amigo Ramón, por entonces responsable de las arcas municipales de la capital, sacaba facturas de los cajones, o las guardaba (no para pagar a los proveedores, Dios lo librara de ello), lo hacía dependiendo si las necesitaba para cuadrar los números del presupuesto de ese año. A los políticos, a una gran mayoría, no se puede decir que sean todos, lo mismo nos podemos encontrar con alguno serio, es difícil, pero alguno hay, las facturas sin pagar a proveedores guardadas en los cajones no les preocupaban, no les preocupan ni les van a preocupar. No les dan importancia. Ellos son los que mandan en el cortijo, el dinero es suyo y lo usan como les da la gana y siempre pensando en sus intereses, jamás lo harán pensando en los de sus vecinos. Son conscientes de que las ovejitas luceras les seguirán votando, aunque se estén gastando el dinero de todos en vaya usted a saber en qué. Los otros lo harían igual, o peor, te dicen, y se quedan tan tranquilos.
Y así nos va.
Pasan los años, pasa la vida, y los malgastosos siguen al frente de los ayuntamientos. Cambian sus nombres, dejan paso a hijos o sobrinos, primos o amigos, pero los intereses son los mismos: Vivir de nuestro dinero, gastárselo con alegría, a troche y moche, y que no les falte de ná, de ná, de ná, que el dinero no tiene dueño, mi niño, y hay que disfrutarlo antes de que me quiten el puesto. Alguien cantaría “antes de que me quiten lo bailao”.
¿El problema?, que el que llega con buenas intenciones y mejores palabras, al final seguirá dejando las facturas impagadas en los cajones de los funcionarios y se gastará el dinero de todos los vecinos como a él le dé la gana. Y cuanto me gustaría equivocarme de ello.
¿Creen de verdad que me equivocaré?