La mascarilla ha muerto, la ley también


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PASEO ABAJO/Juan Torrijos

Ya no nos acordamos de los miles de ancianos muertos en las residencias, de los que hicieron solos en sus casas, de los que fueron incinerados sin la presencia de sus familiares, de la soledad en las que se les mantuvo, salvo honradas excepciones que tuvieron como protagonista al doctor Nicasio Marín, y algunas monjas de ciertas residencias de la capital y la provincia.

Han pasados tres años desde entonces, el Gobierno de la pandemia, de los encierros y del comité de expertos ha decidido quitar la obligación de la mascarilla en centros hospitalarios y farmacias, con algunas limitaciones que recoge el Boe. Ese Gobierno que no ha dado explicación alguna del número real de fallecidos por la covid, que no ha manifestado excusa alguna ante el cierre del Parlamento, que sobre los encierros y decisión del Constitucional no se ha pronunciado, y que lo único que le hemos escuchado al presidente es que, gracias a él y a su labor de gobierno, "se salvaron miles y miles de vidas”. Cientos de miles de vida se atrevió a decir.

Es evidente que los que se murieron durante la pandemia, los que cayeron ante la maldición del puñetero covid lo hicieron por culpa de ellos mismos, no siguieron los consejos de Simón, ¿lo recuerdan? aquel doctor en biología que salía todas las tardes en Tv, que empezó diciendo que el covid casi pasaría de largo por España, que a lo más un par de casos, y algunas otras lindezas más en sus peroratas diarias, que para qué vamos a recordar.

Ahora nos quitan las mascarillas en farmacias y centros hospitalarios, está bien que así sea. Pero y la justicia ¿cuándo va a actuar? ¿No se va a investigar nada de lo ocurrido a lo largo de los tres años, vamos a dejar que los muertos descansen, y que las familias sigan sin saber lo que fueron sus últimos días, sus últimas horas, y quiénes los responsables de su óbito?

¿Nadie va a pagar por esas muertes, nadie se va a sentar en el banquillo de los acusados? ¿Aquí todos son inocentes, los líderes nacionales, los autonómicos, los provinciales, los locales?

Por lo que se ve los único culpables somos nosotros, los ciudadanos. Los que se murieron fue por no seguir las consignas de los políticos que llegaban desde Madrid. ¡Ay, Simón, Simón! Te convertiste en la alegría de la huerta española con tus predicciones y recomendaciones desde la televisión, pero no te debimos hacer mucho caso y cayeron miles de compatriotas.

Tiene uno la sensación, visto lo que ha vivido este país en estos años, que la ciega Ley, nunca fue tan ciega como en esos meses, fue enterrada por la covid, o el covid (maldita pandemia) y que no ha resucitado desde entonces para intentar que se sepa lo que de verdad ocurrió durante aquellos largos meses de balcones, de encierros y de muertes.

Estamos a días de unas elecciones generales, y no he visto interés en partido político alguno para desentrañar lo que supuso el covid en miles y miles de familias españolas que vivieron atónitas como eran enterrados sus seres queridos sin una explicación, sin poder verlos, sin darles un entierro cristiano, sin poder llorarles. Y sin que se siente en el banquillo de los acusados, sin nadie vaya a la cárcel.

La ciega ley también parece estar bien enterrada, murió como miles de españoles por el covid. Descanse en paz.