La fiesta de San Juan en las playas de Almería


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PASEO ABAJO/Juan Torrijos

Recuerdo una fiesta en la noche de San Juan celebrada en el año 83 (lo que ha llovido desde entonces) a la espalda del edificio de Trino, hoy desaparecido por aquello de que los almerienses viéramos el mar azul que baña la ciudad, organizado por Antena 3, que asentaba sus reales en aquellas fiestas en el edificio reseñado. Eran los primos compases de lo que con el tiempo se iba a convertir en la gran verbena de la noche del 23 de junio. Ya no era la vieja costumbre almeriense de bajar a la playa a lavarse los ojos con las aguas de nuestros Mediterráneo, la fiesta tomaba cuerpo y se fue haciendo necesario que el Ayuntamiento tomara cartas en el asunto.

Y lo hizo.

Y la noche de San Juan tomó brillo y esplendor en las playas de la capital y la noche se fue extendiendo por el resto de playas de la provincia.

El pasado día 21, con el solsticio de verano en pleno apogeo, hablo con mi amiga Trini.

-Niña, nos vemos en la noche del 23, hemos montado un festorrón de madre y muy señora mía.

-No puedo ir, yo trabajo el 24.

-¿Cómo coño que trabajas?, si es fiesta.

-Este año no, el Ayuntamiento ha decidido que al ser sábado no daba el día como festivo.

Mi amiga Trini, y cientos, miles de personas de la ciudad de Almería, hombres y mujeres, no pudieron pasar la noche junto al mar, no pudieron disfrutar de las hogueras, de las sardinas, de la magia de esa noche y de una madrugada que se llena de vida y de ilusión. Y todo porque el Ayuntamiento ¡María, María! ese que dice que se preocupa de la gente, en esta ocasión no lo ha hecho muy bien que digamos. No se preocupó de los vecinos que como mi amiga Trini trabajaban ese día.

El 24, día de San Juan, era sábado, y los ediles capitalinos decidieron que ese día iban a trabajar miles de almerienses. Como ellos no lo iban a hacer, qué coño les importaba que el resto de los ciudadanos que no son concejales, que no tienen cargo de asesor, que no son funcionarios, tuvieran que trabajar el día de San Juan. Los sábados, que se sepa, los únicos trabajadores que no tienen la obligación de ir a trabajar son los funcionarios, el resto de los mortales tiene que levantarse ese día, en este caso el 24 de junio, y cada uno a laborar en su oficina, tienda o almacén.

Los chicos del Ayuntamiento se dijeron en su día, como nosotros no trabajamos y los funcionarios de la casa tampoco, dejamos el sábado como día laboral, hacemos fiesta el día del pendón, que no es que le importe en exceso a los ciudadanos, y al que tenga que trabajar el sábado, día de San Juan, que le den. Y dicho y hecho.

Los padres de la patria solo pensaron en ellos y en los funcionarios del Ayuntamiento o de otras administraciones, al resto, a los que tienen que abrir las puertas de sus tiendas, que tienen que ir a la oficina, que abren el taller, no contaron para estos padres y madres de la patria chica. Pero ellos sí, ellos a disfrutar de la noche de San Juan y de la fiesta que supone para sus cuerpos cada sábado del año. Y el que no sea funcionario, pues eso, a “pendonear” el 26 de diciembre y que le den por donde amargan los pepinos en la noche de San Juan.

Cuando nos vamos aponer de acuerdo los ciudadanos, y, uniendo nuestras fuerzas hacemos que sea a ellos, políticos de medio pelo, que lo único que quieren es un buen sueldo a final de mes y poco trabajo en el resto de los treinta días, a los que les den.

Y yo que me creía que estos imbéciles pensaban más en todos los ciudadanos, ya veo que no, solo les preocupan ellos y los funcionarios.