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PASEO ABAJO/Juan Torrijos
Empecemos nuestros comentarios sobre las pasadas municipales en la provincia de Almería con las despedidas que nos ha dejado, la mayoría de ellas sin sorpresas, en la capital.
La esperanza no se pierde hasta la última papeleta, diría Miguel, pero antes de aparecer la primera estaba escrito en el viento que esta sería la última vez en la que Cazorla, Miguel, iba a representar a parte del pueblo almeriense en el Ayuntamiento capitalino. Y así ha sido.
Con Miguel se marcha de la política un hombre que, con todas las luces y las sombras que ustedes quieran, ha levantado la voz por esta ciudad, y con fuerza en más de una ocasión. Lo que quizás no ha sabido medir, el ciudadano sí lo ha hecho, es cuándo esa voz sonaba a favor de los intereses de Almería y los almerienses o era solamente en defensa de sus muy particulares intereses. El personal, querido Miguel, dejó de ser novato en esto de la política hace años. Se le puede engañar, y de hecho se ha hecho, pero hoy, quizás por los palos y los engaños recibidos, sabe meter la papeleta en las urnas. Sabe votar.
No era fácil confiar en el Miguel Cazorla que quería ser edil, y creo que lo entiendes. La imagen que has ofrecido estaba más interesada en tu persona, o así lo percibía la gente, que en los beneficios que podías aportar a la ciudad. Con todo, una pequeña satisfacción te has llevado, te han votado más almerienses que a tu excompañero Rafael Burgos. Y en días de derrota y rechinar de dientes el que no se conforma es porque no quiere.
Dentro de las siglas de un partido se pueden esconder intereses, como posiblemente te ocurrió dentro de Cs, pero una vez que has aparecido en solitario, que detrás solo tienes el cantado interés por Almería, los votantes te han dejado en la estacada. Se venía presumiendo desde el momento de tu marcha, como se hacía también sobre el partido que te dio cobijo durante ocho años, que poco o nada tenía que hacer en estas elecciones. Y así ha sido.
Por separado, los dos hombres que han formado parte de Cs en los últimos años se vuelven a sus casas. No había esperanza para ellos. Las cartas estaban repartidas, y uno por su trayectoria, caso de Miguel, el de Rafael por un partido que estaba en franca descomposición, los dos políticos estaban condenados a una retirada forzosa.
A Miguel lo vamos a echar de menos. Le daba ambiente a la política local. Era de las pocas voces que nunca sabías lo que iba a hacer o decir, y menos defender. En cuanto a votar era una incógnita. Tenía argumentos para defender lo que hiciera falta y desparpajo para ello. No es el caso de Rafael, que más bien ha pasado sin mucha gloria por la política almeriense.
Miguel, a partir de ahora podremos ser amigos, y hacer paellas juntos en tu cortijo o en el mío.
La esperanza no se pierde hasta la última papeleta, diría Miguel, pero antes de aparecer la primera estaba escrito en el viento que esta sería la última vez en la que Cazorla, Miguel, iba a representar a parte del pueblo almeriense en el Ayuntamiento capitalino. Y así ha sido.
Con Miguel se marcha de la política un hombre que, con todas las luces y las sombras que ustedes quieran, ha levantado la voz por esta ciudad, y con fuerza en más de una ocasión. Lo que quizás no ha sabido medir, el ciudadano sí lo ha hecho, es cuándo esa voz sonaba a favor de los intereses de Almería y los almerienses o era solamente en defensa de sus muy particulares intereses. El personal, querido Miguel, dejó de ser novato en esto de la política hace años. Se le puede engañar, y de hecho se ha hecho, pero hoy, quizás por los palos y los engaños recibidos, sabe meter la papeleta en las urnas. Sabe votar.
No era fácil confiar en el Miguel Cazorla que quería ser edil, y creo que lo entiendes. La imagen que has ofrecido estaba más interesada en tu persona, o así lo percibía la gente, que en los beneficios que podías aportar a la ciudad. Con todo, una pequeña satisfacción te has llevado, te han votado más almerienses que a tu excompañero Rafael Burgos. Y en días de derrota y rechinar de dientes el que no se conforma es porque no quiere.
Dentro de las siglas de un partido se pueden esconder intereses, como posiblemente te ocurrió dentro de Cs, pero una vez que has aparecido en solitario, que detrás solo tienes el cantado interés por Almería, los votantes te han dejado en la estacada. Se venía presumiendo desde el momento de tu marcha, como se hacía también sobre el partido que te dio cobijo durante ocho años, que poco o nada tenía que hacer en estas elecciones. Y así ha sido.
Por separado, los dos hombres que han formado parte de Cs en los últimos años se vuelven a sus casas. No había esperanza para ellos. Las cartas estaban repartidas, y uno por su trayectoria, caso de Miguel, el de Rafael por un partido que estaba en franca descomposición, los dos políticos estaban condenados a una retirada forzosa.
A Miguel lo vamos a echar de menos. Le daba ambiente a la política local. Era de las pocas voces que nunca sabías lo que iba a hacer o decir, y menos defender. En cuanto a votar era una incógnita. Tenía argumentos para defender lo que hiciera falta y desparpajo para ello. No es el caso de Rafael, que más bien ha pasado sin mucha gloria por la política almeriense.
Miguel, a partir de ahora podremos ser amigos, y hacer paellas juntos en tu cortijo o en el mío.